VEINTICINCO

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Gun

—Realmente no me gusta que no uses tu cabestrillo— le digo a Off desde el asiento del pasajero de su auto.

No estábamos oficialmente juntos todavía, pero eso no me hacía preocuparme menos por él. Todavía pasamos mucho tiempo juntos, seguíamos actuando como si estuviéramos juntos, y nos referíamos el uno al otro como novios, pero en realidad no lo habíamos hecho oficial todavía. Insistió en que tenía que mostrarme lo mucho que me amaba para que lo perdonara, y sus esfuerzos rápidamente disiparon mi ira hacia él.

—Gun— comenzó a quejarse, lanzando su cabeza hacía atrás —El doctor dijo que ya podía dejar de usarlo. ¿Quieres discutir con mi doctor?

—Tal vez— suspiré cruzando mis brazos y haciendo un puchero.

—Bien, pero perderías esa discusión— contestó Off, mirándome brevemente antes de devolver los ojos a la carretera. Mantuvo una mano en el volante mientras la otra descansaba sobre la palanca.

A decir verdad, yo sólo estaba molestando porque estaba nervioso por lo que estábamos haciendo. Después de una semana de trabajar en nuestra relación, Off me preguntó si quería conocer a su madre. Dijo que era una de las formas en que iba a mostrarme lo importante que era para él, haciéndome conocer a otra persona extremadamente importante en su vida.

Por supuesto, al instante dije que sí, pero ahora que había llegado el momento, estaba preocupado. Off rara vez hablaba de su madre, pero desde que habló de ella, pude descifrar lo mucho que significaba para él. Si yo no le agradaba a ella, eso sin duda nos pondría en una posición incómoda.

—Oye— dijo Off de repente, llamando mi atención —Puedo ver que estás estresado. Te dije que no te preocupes por esto.

—Decirme que no me preocupe no ayuda— Rodé los ojos.

—Escucha— comenzó a hablar mientras suspiraba —no hay razón para que a mi mamá no le agrades. Ella es la que está en prisión, no tú.

—No digas eso— dije regañándolo y dándole un golpe en el brazo.

—Es verdad— Le lancé una mirada molesta, así que agitó la cabeza y continuó hablando —De todos modos, ella te va a querer. Prácticamente ya lo hace— me aseguró Off tras unos momentos de silencio.

—¿Qué?

—Obviamente, le he hablado de ti— dijo en un tono que sugería que debería haberlo sabido.

—Grandioso— dije sarcásticamente —Ahora va a conocerme y se sentirá decepcionada.

—¿Quieres que te deje a un lado de la carretera?, porque estoy a punto de hacerlo— dijo mientras me miraba por el rabillo de su ojo con molestia.

—Tal vez— me quejé y crucé los brazos, sin querer que en realidad lo hiciera.

Off puso su mano libre sobre mi rodilla, pasando su pulgar sobre ella con comodidad. Lo miré agradeciéndole con la mirada. No se dijeron más palabras para el resto del viaje hasta que nos detuvimos en la larga entrada de la prisión. Miré por los alredores, viendo las vallas de alambres de púa y los edificios que parecían ser largos como kilómetros.

—¿Trajiste tu identificación?— Off me preguntó mientras conducía lentamente por el camino. Solo asentí.

Cuando llegamos a la puerta del estacionamiento de visitantes, Off detuvo el auto y habló con un oficial después de entregarle nuestras identificaciones para que fueran revisadas, abrió la puerta y nos dijo dónde estacionarnos.

—Dejaría tu billetera y cosas en el auto— sugirió Off cuando el auto estuvo apagado.

—De acuerdo.

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