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ALEX
La noche había caído sobre la ciudad, cubriéndola con un manto de estrellas y luces de neón. El apartamento estaba en silencio, apenas iluminado por la luz suave de una lámpara en la sala. Estaba sentada en el sofá, mis pensamientos dispersos, el dolor de la herida en mi brazo palideciendo en comparación con el tumulto emocional dentro de mí.
Había pasado un tiempo desde la pelea en la azotea, pero los recuerdos seguían frescos en mi mente. El sonido de la puerta abriéndose me sacó de mis pensamientos. Austin entró, su figura destacándose en la penumbra. Nos miramos por un momento, y vi el peso del arrepentimiento en sus ojos.
-Alex...-comenzó, su voz apenas un susurro mientras se acercaba lentamente.-Yo.....¿Podemos hablar?
Asentí en silencio, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho. Austin se sentó en el borde del sofá, manteniendo una distancia prudente como si temiera romperme aún más.
-Lo siento tanto, Alex-dijo finalmente, su voz llena de angustia. -No hay excusa para lo que hice. Nunca debí haberte tratado así, nunca debí haberte lastimado.
Pude ver las lágrimas acumulándose en sus ojos, y supe que sus palabras venían del fondo de su corazón.
-Austin, me dolió mucho-dije, mi voz quebrada-No solo la herida, sino... cómo me trataste, cómo me hablaste.
Él asintió, bajando la mirada avergonzado-Sé que te hice daño, y me odio por eso. No puedo cambiar lo que pasó, pero quiero hacer todo lo posible para arreglarlo. Te amo, Alex, y me mata saber que fui yo quien te hizo sufrir.
Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas, y él se acercó un poco más, pero todavía manteniendo una distancia respetuosa.
-Por favor, déjame demostrarte que puedo cambiar. No quiero perderte-
-¿Por qué, Austin?- pregunté, mi voz llena de dolor. -¿Por qué reaccionaste así? Nunca antes habías sido tan... tan violento.
Austin respiró hondo, pasando una mano por su cabello en un gesto de frustración.
-No sé qué me pasó, Alex. Estaba tan furioso con Morimoto, tan frustrado por lo que le hizo a Twinkie... pero eso no justifica nada. Debería haber controlado mi ira. Debería haber escuchado, no atacado.
Su honestidad y arrepentimiento eran palpables, y aunque el dolor aún estaba fresco, supe que quería creer en él. -Me asustaste, Austin-admití en un susurro-No solo por lo que hiciste, sino por cómo me sentí en ese momento. Como si no importara lo que intentara hacer para ayudarte.
-Importas más que nada en el mundo, Alex- dijo, con su voz temblando.
-Y me rompe el corazón saber que te hice sentir así. Prometo que nunca volveré a dejar que mi ira se interponga entre nosotros. Voy a trabajar en ello, Pero por favor,Perdoname.
