La leyenda de la Camara

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Con la llegada de octubre, llego la temporada, nuevamente, de catarros y gripe, una epidemia nunca antes esperada, menos vista. Harry se ofreció a ayudar a Madame Pomfrey en sus tiempos libres, cuando Colín enfermo, y fue coincidencia que Ginny, a quien Harry perjuraba ya estaba bajo los efectos del diario de Ryddle, también había caído enferma. No era de mucha ayuda realmente, pero al menos podía ser reconfortarte cuando usaba sus conocimientos del pasado en el presente.

Si algo agradecía de recordar sobre Remus Lupin, había sido una de sus confiables curas, al menos contra los efectos de los Dementores, por lo que, en sus ratos libres, cuando no tenía a nadie con él, llamaba a Kreacher, le daba monedas y le pedía que fuera a Honeydukes a comprar chocolates, los cuales repartió entre los estudiantes enfermos, incluyendo a Ginny.

Repartió los chocolates de maneras diversas, solo para que cada quien los tomara, Colín se comía el chocolate casi de un bocado, mientras Ginny después de ver el primer salto de la rana de chocolate la colocaba en una taza de leche caliente.

— Muchas gracias — le agracio Ginny una tarde, se veía sonrojada, sostenía la taza de leche con ambas manos.

— No hay de que — sonrió.

— Harry, no debería estar tan cerca — le interrumpió Percy, el cual venía con una botella con Poción Pepperup —. Con esto estarás bien Ginny.

— ¿Por qué soy de la casa de Slytherin? — pregunto Harry con enfado, no recordaba que Percy profesara la separación de las casas, si lo recordaba como pomposo, un tanto ambicioso, pero no como un separatista.

— No, el resfriado común es contagioso — respondió sin más —. Te enfermeras.

Y eso hizo sonrojar a Harry, pensó mal de Percy por una fracción de segundos, aunque motivos le sobraban, solo que este le demostró que estaba pesando en manera prefecto, y claramente quería evitar que él se enfermara.

— Le daré, de manera preventiva, un poco de Poción Pepperup, señor Weasley, no pierda cuidado — dijo una voz susurrante, al Harry darse media vuelta vio al profesor Snape, que traía, levitando con la varita, una caja cargada de botellas.

Pese a su nuevo trabajo agradeció que Snape parecía no buscar un segundo castigo, no hizo mención de sacarle la capa de invisibilidad en los días que siguieron a su castigo con Lockhart, parecía que él veía que había aprendido la lección. Snape había sido una de las víctimas de la epidemia de resfriado común, pero aquello no fue suficiente para tumbarlo en una cama, no, de manera regular llegaba a la enfermería para entregar una dotación de Poción Pepperup.

Recordar su castigo con Lockhart le recordó las palabras del sombrero seleccionador, en junio pasado se hicieron verdad, el confió en los profesores y a todos se les dio aviso de lo que iba a pasar, aunque todos aseguraban la piedra estaba a salvo, más lo que paso después les hizo dudar, por los profesores no dudaran en ir a la cámara, y fueron a ayudarlo.

— Regreso después — dijo dando un largo suspiro. Se armó de valor, si alguien debería saberlo, era el profesor Snape.

Siguió a Snape, el cual fue a las mazmorras después de entregar la dotación de Poción Pepperup, el entro al despacho, Harry toco la puerta hasta que escucho a Snape con su voz seca darle acceso.

— Aquí tiene, señor Potter — dijo con voz seca, haciendo levitar una botella con Poción Peperrup hasta él.

Harry, dio un largo suspiro, tomo la botella con ambas manos, y luego de armarse de valor nuevamente, porque realmente dudaba si le creía, para hacer algo que en su vida pasada ni siquiera pensó en hacer, decirle de un hecho que lo había extrañado a Snape y seriamente dijo —. Gracias profesor, pero, no es eso a lo que he venido.

The Journey of OpportunityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora