Rutinas nuevas

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A la mañana siguiente lo primero que vio fue a un perro grande, del tamaño de un oso, durmiendo a su lado, y tan pronto lo vio este dio un largo suspiro. Sonrió, no iba a despertar a su padrino, quien dormía bastante cómodo, se sentó en la cama, y miro al frente, sobre un armario de roble estaba Hedwig, quien dormitaba, y, al final de la cama, estaba la pequeña serpiente África, enroscada.

Quería quedarse más tiempo, ver a Sirius tan tranquilo no era algo que pudiera ver todo el día, se veía despreocupado, y claramente había bajado la guardia, algo que seguramente le reprendería Ojoloco si alguna vez se enteraba, pero, después de todo, no tenía nada que temer, estaba seguro, en una habitación del Caldero Chorreante, con el chico más resguardado del mundo mágico en ese momento.

Pero toda intención de dormir más, y que Sirius durmiera más, se acabó cuando escucho un par de golpes a la puerta. Se levantó súbitamente, y aun con la ropa con la que había llegado puesta, y sin ponerse sus lentes, fue a abrir, encontrando a la no muy numerosa familia Black.

— Pero... ¿Qué necesitan? — pregunto, mirando a la señora Cassiopeia —. Pensé que...

— Necesitaras una guardia numerosa, y no existen dualistas mejor preparadas para el bribón de Sirius que las dos duelistas, por naturaleza de la familia, mi Esposa Irma y mi Nuera, Druella.

— ¿Y creen ustedes parar a un feroz criminal? — pregunto alzando una ceja, al mirar de reojo a la cama estaba Sirius, claramente despierto, pero este se veía en alerta, listo a atacar.

— Podre con él, pudimos contra los Dementores que se crearon en la segunda guerra mundial, podremos con el desquiciado de nuestro querido nieto — dijo Irma.

— Eso me recuerda...el año pasado, Filch dijo que no se uniría a la comunidad de Squib de su hermano Marius...porque...era inmune a los Dementores y que alguien inmune a los Dementores no es bueno.

— Te contare esa historia mágica, después de una mañana de compras — exclamo el señor Pollux —. Todos cometemos errores, nadie está exento de ellos, incluso Albus Dumbledore, y lo que importa de verdad es aprender de ellos.

Se arregló la ropa que tenía puesta tan rápido pudo, pensó en qué hacer con tantas mascotas, una serpiente, una lechuza y su padrino, pero los Black no le dieron tiempo de hacer nada, para cuando se dio cuenta alguno hizo una floritura y le puso nuevamente una correa a Sirius y un bozal.

— Este amigo ira a una sesión de baño y peluquería, considéralo regalo nuestro — exclamo el señor Arcturus Black, quien dejaba ver su Orden de Merlín, Primera clase —. Cuando lo vuelvas a ver, se verá más presentable, y mucho más amigable.

No tuvo opción, y no lo dejaron hacer nada, cuando se dio cuenta el señor Arcturus, su esposa, su hija y el señor Ignatius se llevaron al enorme can negro, pero salieron al callejón Diagon, lo que tranquilizo a Harry. Mientras, con los otros cinco Black fue a desayunar antes de salir al Londres Muggle.

En el Londres Muggle fue llevado por varias tiendas de ropa buscando ropa apropiada, ropa que, casualmente, era aceptada o rechazada por la señora Druella y la señora Irma. No pudo escoger pantalones vaqueros rotos porque, le daban la imagen de un delincuente, camisetas negras, daban apariencia de un ladrón, y no dejaron a los demás opinar porque, supuestamente, Pollux se vestía como payaso, y todo el guardarropa de Cygnus había sido elegido por su esposa.

Para cuando regreso, para la hora del almuerzo, se encontró con una imagen curiosa, fue a la habitación once, esperando poder descargar con un grito por tan abrumadora mañana, encontrando al perro negro, con una apariencia más limpia, tenía menos pelo claramente, un collar nuevo y juraba que sus dientes estaban blancos.

The Journey of OpportunityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora