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Bueno, no fue como lo imaginé.

Cuando regresé a mi casa, regresé a mi realidad, asustándome un poco, pero se me pasó cuando caí en cuenta de que P'Korn no se encontraba en casa.

—Madre...

—No quiero hablar contigo, Win, estoy enojada.

—¿Acabas de llamarme 'Win' estando enojada? —me sorprendí.

—Solo... Vete a tu habitación, Metawin, bajas hasta la cena. Estás castigado y entrégame tu teléfono —reclamó mi madre. 

—¿Qué? ¿Castigo cómo por? —Estaba indignado. Mi madre me miró fulminante y no me quedó de otra que hacer caso. Mi teléfono no sabía dónde estaba, lo había olvidado aquí en casa hace unos días.

—El teléfono no importa, debe estar apagado, solo vete ya.

Hice lo que mi señora madre me pidió y subí a mi habitación. 

Entrando a la habitación solo pensé en tomar una siesta, no tenía ganas de hacer nada. Y bueno, ¿quién tendría ganas de hacer algo después de que lo castigaran solo por querer salvarse de su hermano mayor? Exacto, nadie; jodidamente nadie quisiera hacer algo.

Tomé una siesta como me lo propuse. Unas horas más tarde alguien tocó mi puerta.

Desperté sudado, hacía algo de calor, lo cual era extraño, ya que estábamos por entrar a invierno. Me dolía la cabeza y sentía la misma sensación de cuando me había pasado de tragos en mi cumpleaños. 

Sonó nuevamente mi puerta. 

—Pasé —respondí como pude. 

Al instante se abrió la puerta y me senté en mi cama. 

—Dice mamá que bajes a cenar. 

Oh por Dios, su horrible voz me invadió. No contesté, solo lo miré mientras salía de mi habitación.

—Mierda... me duele el estómago. —P'Korn dejo de importarme cuando me di cuenta de que no podía levantarme por el dolor.

Pasaron diez minutos y yo seguía en mi cama temblando, mientras esperaba a que mi madre me gritaba como siempre cuando tardaba. Realmente me causaba ansiedad porque me daba miedo.

Así pasó unos segundos después.

—¡Metawin! —gritó mi madre—. ¡Metawin, baja ahora! —replicó.

—Madre... ayúdame, por favor —hablé, aunque sabía que nadie me escucharía, pero no podía hablar más fuerte. Mis fuerzas se desvanecían y no sabía por qué. 

—¡Metawin, no repetiré una tercera vez! ¡Baja ahora si no quieres problemas conmigo! ¡No te eduque para que te quedes callado cuando te hablo! —volvió a gritar.

—Voy... —hablé un poco más fuerte. Me levanté como pude, ahora con un dolor punzante en el abdomen bajo. Saqué todo el aire de mis pulmones y tomé nuevo. Mis pasos eran lentos y no muy seguidos.

—¡Uno! —Joder, mi madre no era muy paciente—. ¡Dos!

Cuando mi madre contó a dos, yo estaba a unos pasos de las escaleras. ¿Cómo bajaría? Realmente no lo sabía, apenas podía mantenerme de pie. 

—Joder, mi paciencia se terminó, voy por él. —Escuche la voz de P'Korn y mi estomago se revolvió. ¿Ahora qué hacía?

Pronto llegó a donde me encontraba. 

—P'Korn, yo...

—Tú nada, Win. Llevan rato hablándote y mi paciencia se terminó. —Korn tomó mi brazo y me jaló hacía las escaleras cuervas que daban hacía el primer piso.

—P', por favor, no me siento bien, déjame hacerlo solo —pedí, pero no fui escuchado. 

Terminé siendo jalado por las escaleras y ya no de mi brazo, sino de la camisa.

—Deja de quejarte, no sabes hacer nada más que eso, ¿o sí? —preguntó y rio en mi cara. 

—Puedo hacer muchas más cosas de las que tú llegarás a hacer en toda tu jodida y vaga vida —respondí.

—Debes aprender a tenerle respeto a tus mayores, Metawin.

Korn me jaló fuertemente y mi equilibrio se rompió. El tiempo fue rápido, solo sentí el golpe que recibió mi cabeza contra el barandal de las escaleras. Mi visión se volvió borrosa y escuchaba un pitido zumbante en mi oído y de repente, todo se volvió negro.

Chocamos En El Trayecto • BrightWin • (ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora