Todavía no había empezado a llover, pero el aire estaba húmedo, cargado. Podía escuchar los truenos en la distancia desde el aserradero, y cada vez pasaba menos tiempo entre uno y otro, indicando que la tormenta se dirigía hacia Morthal.
El clima maridaba con su estado de ánimo, pues hacía días que una tormenta se había desatado en la vida de Seth. Hacía algo menos de una semana desde que se había encontrado a Joric a su regreso a la Guardia de Myr, su verdadera residencia en la Marca de Hjaal. Aunque al principio creyó tenerlo todo bajo control, Idgrod había tomado las riendas de la situación, desbaratando todos sus planes con una facilidad asombrosa. La incapacidad de retomar el control estaba haciendo mella en sus nervios, a tal punto que la ansiedad le impedía poner las ideas en orden.
Sabía desde el principio que la desaparición de Joric lo cambiaría todo, pero no esperaba que lo hiciera de aquella forma. Quizá lo peor fue descubrir lo poco que le gustaba el nuevo orden de las cosas, revelado como una debilidad que le hacía sentir vergüenza. Intentaba rebelarse contra sí mismo y negar sus propias emociones, pero no podía; echaba de menos las cosas tal y como estaban antes. Extrañaba las tardes en casa de Alicent o de los Cuervo Viejo, tras el aserradero o en la taberna, los cuatro juntos hablando y jugando. Se había convencido de que lo odiaba, que solo lo hacía porque le convenía, pero no fue hasta que lo perdió que se dio cuenta del color que aquellos momentos daban a su día a día. Esa certeza, ese pinchazo de dolor en el pecho cada vez que pensaba en ello le hacía flaquear, cuestionarse cosas que ni debía ni podía poner en duda.
—¿Me has entendido, Athan? —preguntó Idgrod, con tono amenazante.
Seth apretó la mandíbula, conteniendo la desesperación a duras penas. Idgrod no solo lo había empezado a tratar como a un extraño al que odiaba, sino que también se había cobrado la venganza. Lo había separado de Alicent hacía días, tras contarle a Lami todo lo ocurrido. Naturalmente, esta la había atado en corto, prohibiendo cualquier contacto con él. Además la mujer no se andaba con juegos pues, cuando intentó verla en la Cabaña del Taumaturgo, lo había echado de allí sin vacilar, a pesar de las lágrimas y las súplicas de su hija.
No contenta con haberle quitado a Alicent, ahora Idgrod también quería quitarle la empuñadura de la daga de Mehrunes.
—Estás siendo ridícula —replicó con dureza—. Idgrod, los nigromantes atacarán Morthal en cualquier momento. ¿No te basta con que haya muerto tu hermano? Hacernos caer a todos no hará que Joric vuelva.
Idgrod abrió los ojos de par en par, no hacía falta ser un genio para saber que había metido el dedo en la llaga. Para su disgusto, ella se recompuso con rapidez y lo miró con una determinación fría que supo que no podría romper.
—Mi hermano no está muerto. Devuélvemelo, Seth. Quédate con la estúpida daga si quieres, pero devuélveme a Joric. Y luego, déjanos en paz.
Rodó los ojos, aprovechando el gesto para escapar de la mirada furiosa de Idgrod. Aunque carecía de pruebas, Idgrod tenía la convicción de que Joric estaba vivo y en sus garras. Parecía que el tiempo que habían pasado juntos no había servido para nada; ante la primera sospecha, Idgrod aceptó con una facilidad absurda que él era el villano de aquella historia. No tenía claro qué le molestaba más, si esta actitud o lo certera que había sido su intuición. Ya ni siquiera podía encontrar paz en su refugio; la presencia de Joric, a quien había sido incapaz de matar incluso tras descubrir que había besado a su Alicent, era un recordatorio de su torpeza y su debilidad.
—Estás loca, Idgrod —contestó, cansado—. ¿En qué idioma te tengo que decir que no sé dónde está para que lo entiendas?
—Ya sabes a qué atenerte —dijo Idgrod con seriedad. Seth se obligó a mirarla; seguía mostrando el mismo arrojo que antes—. Si este Sundas Joric no ha vuelto y no me has traído la empuñadura, le contaré todo a mi madre.
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Los Hijos de Bal
FanfictionSeth Athan llegó a Morthal con un objetivo en mente: hacer lo necesario para convertirse en el nuevo adalid de Molag Bal, el señor de la dominación. Sin embargo, conocer a Alicent Baskerville (la joven hija de la alquimista del pueblo) y a sus amigo...