Desde la perspectiva de Sasuke, el matrimonio con Hinata no había sido más que un deber cumplido, una tarea necesaria para asegurar el linaje real. Intimar con ella durante la luna de miel lo había dejado sintiéndose sucio y vacío. La culpa y el disgusto crecieron aún más cuando Sakura terminó su relación clandestina con él. Sasuke intentó refugiarse en sus deberes reales, manteniéndose ocupado durante todo el día, lo cual solo aumentó la irritación de Hinata.
Con el embarazo, Hinata se había vuelto insoportable para Sasuke. Los síntomas y malestares del embarazo eran constantes y agotadores, pero no despertaban en él ninguna empatía. Había cumplido su parte al engendrar un heredero para la corona. El país estaba emocionado, y Hinata se había convertido en uno de los miembros más queridos de la familia real. Eso le venía bien a Sasuke, ya que desviaba la atención de él.
La residencia de Sasuke y Hinata era una hermosa mansión alejada de la ciudad, un regalo de bodas de la reina Mikoto. Los detalles de la decoración eran exquisitos: amplios jardines, fuentes hermosas y flores de todos los colores. A menudo, Sasuke pensaba en la vida que pudo haber tenido junto a Sakura en esa residencia, con tres hijos, algunos perros, una vida llena de amor y felicidad. Pero esos pensamientos no eran más que sueños lejanos.
Una mañana, antes de salir de casa, Hinata comenzó a reclamarle la falta de intimidad.
—Sasuke, nunca estás conmigo —dijo ella, con los ojos llenos de lágrimas—. Me siento tan sola, ni si quiera me haz tocado desde que regresamos de la luna de miel.
—Prefiero esperar hasta después del parto, Hinata. Estás en el último trimestre y podría ser peligroso —respondió Sasuke, con voz plana.
—¡Eso es solo una excusa! —Hinata sollozó—. Ni siquiera me miras. ¿Qué te pasa? ¿Es que no me amas?
Sasuke suspiró, agotado de la rutina, y dijo con frialdad:
—Siempre haces esto, Hinata. Creas toda una novela donde yo soy el malo y tú una simple víctima atrapada en un matrimonio donde no hay amor. Estoy cansado, Hinata, jodidamente cansado. No eres la única que se siente miserable.
Hinata comenzó a llorar aún más fuerte, cubriéndose el rostro con las manos. Sasuke, sintiendo una mezcla de frustración y hartazgo, tomó su maletín y se dirigió hacia la planta baja. Antes de que pudiera llegar a la puerta, escuchó a Hinata gritar desde lo alto de la escalera:
—Si te vas, si me dejas sola en esta casa, te juro que me aventaré por las escaleras.
Sasuke no se inmutó. Estaba acostumbrado al drama de Hinata. Incluso los empleados de la mansión estaban ya habituados a sus discusiones constantes.
—Haz lo que quieras —dijo con frialdad, abriendo la puerta.
Dicho esto, salió de la mansión y justo cuando estaba por subir a su auto, escuchó un grito y luego el sonido de pasos apresurados de los empleados corriendo hacia la casa. Hinata se había arrojado por las escaleras.
El corazón de Sasuke se detuvo por un instante. Se giró y corrió de vuelta a la mansión, con una mezcla de rabia y desesperación. Encontró a Hinata al pie de las escaleras, rodeada de empleados. Ella se quejaba de dolor, y su rostro estaba bañado en lágrimas.
—¡Llamen a un médico! —gritó Sasuke, arrodillándose junto a Hinata.
—Me duele... —gimió Hinata, con una mirada de reproche—. Te dije que no me dejaras sola.
Sasuke sintió una punzada de culpa, pero también una creciente sensación de enojo y frustración. Se volvió hacia los empleados.
—Asegúrense de que la doctora llegue lo antes posible —ordenó.
Este no era el futuro que había imaginado. La mansión de los sueños se había convertido en una prisión de desilusiones y obligaciones. Sin embargo, en ese momento, lo único que podía hacer era asegurar que Hinata y el bebé estuvieran bien, aunque su corazón seguía anhelando un amor que ahora parecía inalcanzable.
PUCCALOVELIN

ESTÁS LEYENDO
The Royalty Don't Cry
FanfictionLa verdadera historia de amor es la de Sakura y Sasuke