Sasuke llegó a casa con el rostro endurecido y los ojos centelleantes de furia contenida. Sin decir una palabra, pidió a las nanas que se hicieran cargo de los príncipes y se dirigió a la oficina, donde esperaba a Hinata.
La oficina era una estancia amplia, con altos techos decorados con molduras doradas y paredes tapizadas en terciopelo rojo oscuro. Una chimenea de mármol blanco, apagada, presidía la sala, y en las estanterías de caoba se alineaban libros antiguos y objetos de valor inestimable. El escritorio de Sasuke, una imponente pieza de madera maciza, estaba colocado frente a un gran ventanal que daba a los jardines. Era un lugar de poder, pero también de confrontación.
Hinata entró en la oficina con el corazón acelerado, notando de inmediato la ira en el semblante de Sasuke. Sus ojos se encontraron, y Sasuke habló con una frialdad cortante.
—Por lo visto, no te pudiste quedar callada, y tuviste que ir corriendo a quejarte con mi madre para que te resolviera la vida —dijo Sasuke, su voz baja pero llena de veneno—. Entiende que no hay nada que puedas hacer para que yo te ame o si quiera te quiera. Pude haberte tomado aprecio como mi compañera en este trabajo que ambos tenemos, pero decidiste ir con mi madre y quejarte como solo tú sabes hacerlo. Entiende, Hinata, que no te amo y nunca lo haré. Si me casé contigo, fue porque me obligaron a hacerlo. No eres ninguna estúpida plebeya, desciendes de grandes reinas y deberías saber cómo funcionan los matrimonios dentro de la monarquía.
Hinata no pudo contener las lágrimas. Interrumpió a Sasuke, su voz quebrada por el dolor.
—Por favor, Sasuke, considera las cosas por nuestros hijos.
Sasuke la miró con una mezcla de incredulidad y desprecio.
—¿Nuestros hijos? —repitió con una risa amarga—. Yo soy su padre y nunca dejaré de serlo, pero pronto mi madre ordenará que asistan a ese horrible internado al que me obligaron a ir por su estúpida tradición familiar, y después a la escuela militarizada. No tendrás control alguno sobre ellos. ¿O acaso eres tan tonta que no te das cuenta de que pasan más tiempo con las institutrices que contigo? No tienes control ni de tus hijos y crees que vas a tener control sobre mis sentimientos. Date cuenta de que solo eres madre de esos niños dos horas al día, eres madre de esos niños el tiempo que la reina te permite serlo.
Hinata se quedó en silencio, sus lágrimas cayendo sin cesar. Intentó explicarse.
—Las cosas son así con los niños porque tu madre me obliga...
Sasuke rió de nuevo, esta vez con una amargura aún más profunda.
—Pues así es como a todos nos obligan a cumplir con tareas aunque no queramos. No fue mi intención lastimarte, Hinata. Traté de ser amable contigo, lo intenté, pero mi corazón ya pertenecía a alguien más y siempre será así. Puedes tomar lo que te ofrezco: una buena vida y, en un futuro, ser la reina de Inglaterra, pero no me pidas que te ame ni te atrevas a pensar en alejarme de Sakura, porque no lo haré. Haz tu vida en secreto con quien te plazca, enfoca tus frustraciones en otra cosa y a mí déjame ser feliz. Hinata, debes recordar que la realeza no llora, así es esto.
Hinata se derrumbó en el suelo, sollozando sin consuelo. Sasuke la miró con una mezcla de compasión y resignación.
—Siempre haces esto, Hinata. Creas toda una novela donde yo soy el malo y tú una simple víctima. Estoy cansado, jodidamente cansado. Tienes todo lo que cualquier mujer desearía tener. Disfruta lo que tienes y deja de joderme.
Hinata se arrastró hacia él, agarrando el borde de su pantalón.
—¡Sasuke, por favor! —rogó entre sollozos—. ¡Dame una oportunidad! ¡Solo una! Puedo cambiar, puedo hacer lo que sea para que me ames...
Sasuke la miró con una mezcla de tristeza y frustración.
—Hinata, ten un poco de dignidad. No puedes mendigar amor. No es justo para ti ni para mí. Este matrimonio siempre fue un arreglo, y nunca te prometí amor.
Hinata sollozaba incontrolablemente, el maquillaje corriendo por su rostro. Sasuke no se conmovió por sus lágrimas, manteniéndose firme en su decisión.
—Me casé contigo porque me obligaron —repitió con firmeza—. No porque quisiera, no porque te amara.
—¿Y nuestros hijos? —repitió Hinata, tratando de encontrar algún punto de conexión.
—Nuestros hijos serán atendidos y cuidados, como siempre lo han sido —respondió Sasuke con frialdad—. Pero no mezcles mis responsabilidades como padre con mis sentimientos personales. Son dos cosas diferentes.
Hinata, completamente rota, sollozaba en el suelo. Sasuke, sin decir más, se dio la vuelta y salió de la oficina, dejando a Hinata desmoronándose.
Esa noche, Sasuke se dirigió a la casa donde se encontraba Sakura. Al llegar, la vio esperando en la puerta, la preocupación en sus ojos. Sin dudarlo, Sasuke la tomó entre sus brazos, abrazándola con fuerza.
—Nadie ni nada va a separarme de ti, Sakura —murmuró contra su cabello, sintiendo una paz que solo ella podía darle.
Sakura lo miró a los ojos, viendo en ellos la resolución que necesitaba.
—Te amo, Sasuke —susurró, y en ese momento, ambos supieron que lucharían juntos contra cualquier adversidad.
Mientras el mundo a su alrededor se complicaba, ellos encontraron un refugio en el amor que compartían, un amor que ningún mandato real podía quebrantar.
PUCCALOVELIN

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The Royalty Don't Cry
FanfictionLa verdadera historia de amor es la de Sakura y Sasuke