⌜Capítulo 2: La Máscara y la Jaula de la Música⌟

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Las luces del Moscow titilaban como estrellas artificiales en un firmamento de falsedades y promesas vacías. Minhyung, con sus manos ásperas y su rostro marcado, se movía entre sombras, realizando tareas de limpieza y mantenimiento. Su existencia en aquel lugar era un ciclo interminable de trabajo agotador, siempre oculto, siempre invisible. Cada rincón del edificio conocía su toque, desde los baños malolientes hasta los salones adornados con luces de neón. La cicatriz en su rostro era su sello de anonimato, un recordatorio constante de su lugar en el mundo: un lugar relegado a la oscuridad y la servidumbre.

Pero, como todo ser humano, Minhyung no podía evitar levantar la vista de vez en cuando, observar con un atisbo de envidia y codicia a aquellos que parecían tener una vida más fácil. Los meseros, con sus trajes elegantes y sonrisas ensayadas, se paseaban entre los clientes, recogiendo propinas y disfrutando del espectáculo. Sus manos no conocían la dureza de los suelos que él fregaba, ni sus rostros el desprecio de los que no veían más allá de una cicatriz. Ellos eran parte del mundo visible, mientras que Minhyung era una sombra, un espantapájaros roto y olvidado entre las luces.

El Moscow era un lugar de contrastes. Para los clientes, era un refugio de entretenimiento y escapismo, una fantasía nocturna que prometía olvidar las miserias del día. Para Minhyung, era una prisión adornada con neones y espejismos, un lugar donde la esperanza se intercambiaba por migajas de supervivencia.

Los rumores de un evento especial comenzaron a circular entre los empleados. El "show principal", decían, era una noche en la que el Moscow brilla aún más, atrayendo a una multitud ansiosa de deslumbrarse y, por ende, se necesitaban más meseros, más manos para atender la avalancha de clientes. Minhyung, desde las sombras, escuchó estos rumores con un anhelo silencioso. Sabía que no sería considerado para tal oportunidad, su cicatriz era una barrera infranqueable en un mundo que valoraba la apariencia por encima de todo.

Aún así, la desesperación y el deseo de cambiar su destino lo impulsaron a buscar una solución. Mientras organizaba la utilería, sus manos encontraron una máscara olvidada. Era una pieza elegante, blanca como la nieve, con detalles dorados que brillaban bajo la luz tenue. Sosteniéndola, Minhyung sintió una chispa de esperanza. Tal vez, solo tal vez, podría usarla para ocultar su cicatriz y reclamar una oportunidad que le había sido negada durante tanto tiempo.

Con determinación, Minhyung se dirigió a Erik. Su corazón latía con fuerza, y su voz temblaba cuando habló.

—Erik, sé que siempre he trabajado detrás de escena, pero... me gustaría ser mesero esta noche, para el show principal, escuché que necesitan ayuda.

Erik lo miró con escepticismo, sus ojos recorriendo la cicatriz que cruzaba el rostro de Minhyung. Sabía que el chico trabajaba duro, pero también sabía que su apariencia podía ser un problema para los clientes.

—Minhyung, ya sabes que no puedo poner a alguien con... con tu cicatriz a atender mesas. No quiero que los clientes se sientan incómodos.

Minhyung sintió un nudo en la garganta, pero no se dejó intimidar. Con manos temblorosas, levantó la máscara y se la puso, cubriendo su rostro. Miró al hombre, esperando su reacción.

—¿Y si uso esto? —dijo, su voz temblando pero con una firmeza que sorprendió a Erik. 

El hombre lo observó con detenimiento, evaluando la propuesta. La necesidad de meseros era real, y el evento de esa noche prometía ser uno de los más concurridos. Suspiró, sabiendo que estaba tomando un riesgo.

—Está bien, Minhyung. Solo por esta noche. No te quites la máscara en ningún momento y asegúrate de hacer bien tu trabajo. No puedo permitir errores.

M.E ;; Keria x GumayusiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora