Otra noche en Jeju, donde el viento acaricia las almas y las estrellas susurran secretos ancestrales. Las calles, iluminadas por la tenue luz de los faroles, parecen guardar mil historias. Minseok y Minhyung caminaban en silencio, como dos almas extraviadas en un mundo de posibilidades infinitas. Minhyung hablaba animadamente sobre su día, sobre el cielo estrellado, sobre la libertad que había encontrado en los rincones más ocultos de Jeju. Minseok escuchaba, sus respuestas eran breves, monosílabos que flotaban en el aire como notas sueltas de una sinfonía aún por completar. La isla respiraba serenidad, y ellos, como marioneta y espantapájaros, se aventuraban en un mundo desconocido, buscando algo que no podían nombrar pero que sus corazones anhelaban.
La noche, con su manto de misterio y promesas no dichas, los envolvía mientras llegaban a un pequeño puesto de comida callejera, iluminado por lámparas de papel que danzaban suavemente al ritmo del viento. El aroma tentador de tteokbokki, odeng, hotteok y demás delicias se mezclaba en el aire, creando una armonía de sabores que capturó la atención del más bajo.
Minseok, atraído por el bullicio y los colores vivos, se detuvo frente al puesto. Sus ojos, normalmente inertes, brillaban con una curiosidad infantil. Sin meditar mucho, empezó a señalar casi todos los platillos con su dedo pues, para él, el dinero era sólo un concepto abstracto, y su gesto de generosidad hacia Minhyung no tenía el peso que éste le atribuía.
—Mucha comida —murmuró Minhyung riendo pero abrumado tanto por la generosidad de Minseok como por la cantidad de comida que había pedido. Sentía el peso del billete en su bolsillo, un regalo inesperado y desbordante que todavía no había asimilado por completo.
Se sentaron en una mesa de madera bajo el cielo estrellado de Jeju, la vista de la isla ante ellos como un lienzo lleno de promesas y misterios. Minseok le dio un gran mordisco a su odeng, fue su primer bocado de esta comida callejera, y sus ojos se iluminaron por un momento fugaz, un destello de humanidad que Minhyung no pudo dejar de notar y apreciar.
Minhyung, sin embargo, luchaba con su máscara, la barrera física y emocional que lo separaba del mundo. Cada vez que intenta llevarse un bocado a la boca, la máscara se interponía, y sus manos temblaban con la frustración acumulada de meses de esconderse detrás de esa barrera.
—¿Por qué siempre llevas esa máscara? —preguntó Minseok de repente con la boca llena, su voz sin rastro de juicio, sólo curiosidad inocente.
Minhyung se detuvo, sintiendo un nudo en la garganta y un escalofrío recorrer su espina dorsal. La pregunta, tan sencilla y directa, lo golpeó con la fuerza de una ola inesperada. Respiró hondo, sintiendo el miedo y la vergüenza retorcerse dentro de él, como serpientes dispuestas a asfixiar su valentía. El miedo lo invadió, como un frío que se filtraba por cada poro de su piel. El temor a la reacción de Minseok se mezcló con un deseo profundo de ser visto, de ser comprendido. Con un temblor en sus manos, decidió enfrentar aquel miedo, sintiendo la necesidad de ser sincero, de mostrarle a Minseok la verdad que había ocultado durante tanto tiempo.
Con movimientos lentos, casi reverentes, Minhyung retiró la máscara, revelando su rostro marcado por la cicatriz que comenzaba justo por encima de su ceja derecha y serpentea hacia abajo, cruzando su mejilla hasta terminar cerca de su mandíbula. El silencio entre ellos se volvió denso, lleno de posibilidades y miedos no expresados.
Minhyung respiró hondo por segunda vez y comenzó a hablar, su voz temblorosa, cargada de la vulnerabilidad de años de dolor y rechazo.
—Cuando era niño, perdí a mis padres en un accidente. —Su voz era un hilo, entrelazando el pasado y el presente en un tapiz de dolor. —Estuve a punto de morir y esta cicatriz es el recordatorio de ese día. Fui enviado a un orfanato, la mayoría de mis recuerdos se desvanecieron. Pero la cicatriz... la cicatriz siempre me acompañó. Y por ella, fui despreciado y apartado, siempre juzgado por mi apariencia.
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M.E ;; Keria x Gumayusi
FanfictionEn un rincón oculto de la isla de Jeju, dos almas quebradas encuentran refugio y resurrección en el bar Moscow. Minhyung, marcado por la tragedia y la soledad, vive como un espantapájaros abandonado en un campo desolado, mientras Minseok, una marion...