El otoño en Jeju cubría la isla con su manto dorado, un susurro de hojas que caían y un viento que traía consigo el aroma a mar y tierra fresca. Pero dentro del Moscow, el aire era diferente, tenso, como si algo invisible se estuviera gestando. Las luces brillaban más que nunca, y las personas iban y venían, extranjeros con sus rostros desconocidos y elegantes trajes cruzaban las puertas del lugar, moviéndose como sombras en la agitación. Los pasillos que antes vibraban con la música de Minseok y Minhyung ahora estaban vacíos. Las clases de piano, su refugio compartido, habían sido canceladas sin explicación.
Minhyung, desde la esquina de una ventana, observaba. Su cuerpo se movía de forma automática, limpiando mesas, ajustando detalles, cumpliendo con su rutina. Pero sus pensamientos estaban lejos, lejos del caos que crecía en el Moscow. Había algo en el ambiente que le daba un mal presentimiento, algo que le retorcía el estómago. Aun así, su mente se enfocaba en una sola cosa: la noche que vendría.
Esa noche escaparía con Minseok, como tantas veces lo habían hecho, pero esta vez sería diferente. Minhyung había ahorrado lo poco que ganaba de las propinas y había planeado hasta el último detalle. Caminarían bajo el cielo estrellado, irían a un pequeño puesto de comida que le encantaba, y allí, bajo las luces tenues de los faroles, le pediría a Minseok que fuera su novio. Lo había practicado en su mente una y otra vez, imaginando la reacción de Minseok: tal vez una leve sonrisa, o un susurro tímido, o incluso el silencio acompañado de un ligero gesto de afirmación.
Pero esa noche, mientras Minhyung esperaba bajo los árboles, las estrellas parpadeando sobre ellos, Minseok se demoraba. Cada minuto se sentía eterno, su corazón latía más rápido con la emoción y el nerviosismo mezclándose en sus venas. Luego, en la distancia, lo vio: Minseok venía corriendo, pero algo estaba mal. Minhyung sintió un nudo en el pecho al verlo llegar.
El joven prodigio, con sus pasos rápidos y su mirada perdida, se detuvo frente a él, jadeante, con las lágrimas cayendo por sus mejillas como ríos que jamás había mostrado. Su rostro perfecto, siempre inexpresivo, ahora estaba completamente abatido. Minhyung lo miró, aturdido. Nunca había visto a Minseok llorar de esa forma, y el dolor en sus ojos lo atravesó como una flecha.
—Minseokie... ¿qué pasa? —preguntó Minhyung, acercándose con cuidado, su voz temblando ante la imagen de su amado en tal estado.
Minseok, entre sollozos, apenas pudo formar palabras coherentes. Su voz era frágil, rota, como si cada palabra le arrancara una parte de su ser.
—Me... me quieren llevar... a Rusia —logró decir finalmente, su voz casi un susurro ahogado—. Mis padres... han aceptado una oferta... Van a llevarme a una academia en Rusia... Han pagado ya... mucho dinero. No puedo quedarme...
Minhyung sintió como si el mundo se desmoronara a su alrededor. Rusia. La palabra resonaba en su mente como un eco interminable. Los extranjeros que había visto aquella noche, las miradas de admiración que habían lanzado a Minseok mientras tocaba el piano, todo tenía sentido ahora. Los padres de Minseok, siempre controlando cada aspecto de su vida, habían aceptado una oferta, una suma de dinero, para enviar a su hijo a una academia a miles de kilometros. Un lugar donde Minhyung no podría alcanzarlo, donde su amor no podría seguirlo.
—No... —fue todo lo que el mayor pudo decir, su voz quebrada mientras sus manos temblaban ligeramente.
En ese momento, Minseok, con toda su inocencia y confianza infantil, levantó su mirada, esperando que él, su Minhyung, encontrara la solución.
—Minhyung, tú... tú puedes hacer algo, ¿verdad —balbuceó Minseok entre lágrimas, con los ojos rojos de tanto llorar—. No quiero irme... no quiero irme sin ti.
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M.E ;; Keria x Gumayusi
FanfictionEn un rincón oculto de la isla de Jeju, dos almas quebradas encuentran refugio y resurrección en el bar Moscow. Minhyung, marcado por la tragedia y la soledad, vive como un espantapájaros abandonado en un campo desolado, mientras Minseok, una marion...