El concierto había terminado, y el eco del piano de Minseok aún resonaba en el gran teatro, como una sinfonía de libertad recién descubierta. Entre los murmullos y felicitaciones de los asistentes, Minhyung, con su máscara bien ajustada, se escabullía, buscando algo más allá de las luces y la música: buscaba a Minseok.
Con una sonrisa escondida tras la máscara, Minhyung vio a Minseok de pie, rodeado por otros músicos que lo felicitaban. El menor, con su rostro inexpresivo pero ojos llenos de una nueva chispa, apenas respondía con sus acostumbrados monosílabos, sus manos aún temblando con la energía del piano. Pero cuando sus ojos se encontraron con los de Minhyung, algo cambió. Minseok se despidió bruscamente del grupo y, como un niño que ha encontrado su juguete favorito después de días de espera, corrió hacia Minhyung, esbozando una sonrisa que solo él había aprendido a mostrarle.
—Minhyung —susurró Minseok, su voz apenas audible, pero llena de emoción.
Minhyung, al ver la alegría desbordante de Minseok, sintió su corazón latir con más fuerza. Sin pensarlo, rodeó a Minseok con sus brazos en un abrazo cálido y protector. Los días sin verse, la distancia que ambos habían sufrido, todo se disolvió en ese instante de cercanía. Minhyung lo miró a los ojos, acariciando suavemente su rostro perfecto, como si con cada toque quisiera transmitirle todo lo que las palabras no podían expresar.
—Hoy tocaste como un ángel, Minseokie —la voz de Minhyung temblaba ligeramente, pero sus palabras eran sinceras, llenas de admiración—. No pude apartar mis ojos de ti. Parecías... libre, feliz.
Minseok se quedó en silencio un momento, procesando las palabras. Su rostro frío mostró un leve rubor mientras su mirada caía al suelo.
—Me sentí... feliz —respondió, con su típica brevedad, pero sus ojos brillaban—. Pero te extrañé. No veo la hora de huir... contigo.
El corazón de Minhyung, que apenas hacía unos segundos latía con fuerza por la alegría, sintió un dolor profundo. Mirar a Minseok entre la gente refinada, verlo en su elemento, lo llenaba de una mezcla extraña de amor y desesperación. Sabía que Minseok merecía mucho más de lo que él podría ofrecerle, y aunque su amor por él era profundo, se sintió pequeño. Sintió, una vez más, que era solo un espantapájaros, incapaz de volar junto a ese ángel que tanto amaba.
Minhyung tragó fuerte, su corazón latiendo en su pecho como si intentara abrirse paso entre las costillas. Tomó aire, sus manos temblaban mientras acariciaban el rostro de su amado y se atrevía a decir en voz alta lo que tanto dolor le causaba en sus pensamientos:
—Minseokie... tal vez... tal vez deberías irte. Tú mereces más. Este mundo... todo esto... te pertenece. Eres más de lo que yo podría darte. Rusia, tu música, la libertad que tanto anhelas... debes seguir ese camino. Aunque... —su voz se quebró un poco, —aunque siempre te amaré, sé que este es el camino que deberías tomar.
Minseok frunció el ceño, sus labios temblaron ligeramente, y algo oscuro se apoderó de su mirada. No entendía, no quería entender.
—¿Por qué dices eso? —Su voz sonaba herida, como si Minhyung acabara de apuñalar su corazón con esas palabras.
El más alto trató de sonreír, pero fue una sonrisa rota, llena de tristeza.
—Es porque te amo. Te amo tanto que prefiero verte volar lejos, donde puedas ser libre, donde puedas alcanzar tus sueños.
Minseok dio un paso atrás, alejándose del abrazo de Minhyung. Algo en su pecho se quebraba, la rabia y el dolor nublaban su juicio.
—¡No quiero irme sin ti! —dijo, con una mezcla de enojo y vulnerabilidad. El frío y retraído Minseok comenzaba a mostrar sus emociones, una montaña rusa de sentimientos que no sabía cómo controlar—. No me abandones. ¿De qué sirve ser libre si tú no estás a mi lado?
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M.E ;; Keria x Gumayusi
FanfictionEn un rincón oculto de la isla de Jeju, dos almas quebradas encuentran refugio y resurrección en el bar Moscow. Minhyung, marcado por la tragedia y la soledad, vive como un espantapájaros abandonado en un campo desolado, mientras Minseok, una marion...