El viento del otoño comenzaba a deslizarse por la isla de Jeju, envolviendo todo en una bruma suave de hojas caídas y susurros lejanos. El cielo, teñido de tonos dorados y naranjas, era un recordatorio de que el tiempo seguía avanzando, implacable, pero con una dulzura que acariciaba las almas de quienes sabían apreciarlo.
Minseok y Minhyung habían creado una pequeña burbuja en ese rincón del mundo. Entre lecciones de piano, escapadas nocturnas y secretos compartidos, su amor florecía como una flor tardía, fuerte y delicada a la vez. En el aula de música, sus dedos se encontraban en el teclado, como si la melodía que construían juntos fuese una extensión de su conexión. El maestro, siempre rígido y severo, había empezado a ceder pequeños espacios donde Minhyung y Minseok podían intercambiar miradas cómplices, un roce fugaz de manos, o incluso un susurro cargado de emoción. A veces, después de una lección, mientras el maestro se alejaba, Minseok tomaba la mano de Minhyung con una timidez infantil y se quedaban así, en silencio, permitiendo que el mundo se disolviera a su alrededor.
Las noches en el Moscow se habían vuelto una constante. Minseok, con su mirada distante y su presencia imponente, continuaba siendo la estrella que iluminaba cada actuación. Su piano y voz resonaban en la sala con una precisión celestial, pero había algo diferente ahora: una calidez, un matiz que antes no estaba allí. Los que le escuchaban lo sentían, aunque no sabían de dónde provenía. Minhyung, por su parte, lo sabía muy bien. Se escondía detrás de su máscara mientras trabajaba de mesero, pero sus ojos seguían a Minseok cada vez que este tocaba, sabiendo que aquella música no solo era para el público, sino también para él. Minseok tocaba para Minhyung, cada nota una declaración silenciosa de amor. El público lo adoraba, aplaudiendo con fervor mientras él, desde el escenario, buscaba con la mirada a Minhyung, como si cada aplauso fuera para ellos dos.
Las noches en el sótano del Moscow eran su refugio secreto. Raven dormía plácidamente en su rincón mientras ellos compartían el silencio, abrazos tímidos y, de vez en cuando, un beso robado entre risas contenidas. A veces, Minhyung le contaba historias de su infancia, de cómo siempre se había sentido como un espantapájaros solitario, asustando a todos con su cicatriz. Minseok le escuchaba en silencio, pero de vez en cuando le interrumpía con un gesto torpe de cariño, como si quisiera decirle sin palabras que ya no estaba solo.
El tiempo pasaba, y la vida entre ellos seguía fluyendo, como un río sereno que sabía hacia dónde se dirigía.
Esa noche, el Moscow brillaba con una energía especial. Había una fiesta, y el lugar estaba más lleno de lo habitual. Minseok estaba preparado para su actuación, vestido de blanco, como si fuese un ángel que había descendido a la tierra solo para bendecir a los demás con su música. Minhyung, con su máscara puesta, atendía las mesas, pero no podía evitar lanzar miradas furtivas hacia el escenario. Cada vez que lo hacía, su corazón latía más rápido. Minseok se veía más hermoso que nunca bajo las luces, su expresión inexpresiva pero, de alguna manera, llena de una emoción que solo él podía entender.
De repente, algo cambió en el ambiente. Un grupo de personas entró al Moscow, destacándose inmediatamente entre la multitud. Eran altos, rubios, de piel clara y ojos azules que parecían helar todo a su paso, extranjeros evidentemente. Minhyung sintió un escalofrío recorrer su espalda al verles, pero intentó ignorarlo. No era raro que turistas o visitantes de lugares lejanos llegaran al Moscow, especialmente en noches de fiesta. Sin embargo, algo en ellos le hacía sentir incómodo.
Mientras Minseok comenzaba a tocar, el grupo de extranjeros no dejaba de mirarlo. Susurraban entre ellos, con ojos atentos, y de vez en cuando levantaban sus teléfonos para grabar. Había algo en su presencia que perturbaba a Minhyung, una insistencia en sus miradas que le puso los nervios de punta. Era como si estuvieran estudiando a Minseok, más allá de la admiración normal de quien escucha una actuación brillante. El mayor, aún sirviendo mesas, no pudo evitar mantener la vista fija en ellos, sintiendo una tensión creciente en el aire.
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M.E ;; Keria x Gumayusi
FanfictionEn un rincón oculto de la isla de Jeju, dos almas quebradas encuentran refugio y resurrección en el bar Moscow. Minhyung, marcado por la tragedia y la soledad, vive como un espantapájaros abandonado en un campo desolado, mientras Minseok, una marion...