En la claridad matutina de Jeju, cuando el sol apenas comenzaba a iluminar los campos de té y las colinas verdes, Minseok se encontraba sentado frente al piano en la amplia sala de ensayos del Moscow. Las primeras notas del día siempre habían sido para él un refugio, un lugar donde su mente se perdía en la perfección de cada acorde y la armonía de cada melodía. Pero esta mañana, algo había cambiado. La música que solía fluir con naturalidad desde sus dedos ahora se sentía vacilante, interrumpida por pensamientos que no podía comprender ni controlar.
Su maestro, un hombre de edad avanzada con ojos que reflejaban años de sabiduría musical, observaba a Minseok con una ceja levantada, sorprendido por la inusual falta de concentración del joven prodigio. Estaba acostumbrado a la precisión mecánica y a la perfección fría de Minseok, cualidades que le habían valido elogios y admiración, pero hoy, esos mismos rasgos parecían ausentes, reemplazados por una inquietud palpable.
—Ryu Minseok, ¿estás bien? —preguntó el hombre con su habitual severidad.
Minseok levantó la mirada, sus ojos oscuros y profundos reflejaban una tormenta de emociones que no sabía cómo nombrar. Asintió brevemente, un gesto que el maestro interpretó como un sí, aunque en realidad era más una búsqueda de algo que no podía encontrar en sí mismo. Volvió a bajar la vista hacia las teclas blancas y negras, pero las notas parecían bailar ante sus ojos, difuminadas por recuerdos y pensamientos que se entrelazaban sin cesar.
La imagen de Minhyung, su rostro oculto tras la máscara, surgió en su mente con una claridad desconcertante. Recordaba la calidez de su mano, la sinceridad en su voz y la forma en que lo había guiado a través de un mundo nuevo y fascinante la noche anterior. El mar, vasto y libre, había dejado una huella imborrable en su corazón, un destello de libertad que ahora brillaba en cada rincón de su ser.
—¡De nuevo, Minseok! Esta vez, concéntrate en la emoción detrás de la música, no solo en las notas.
La voz de su maestro lo sacudió de sus pensamientos, pero las palabras no lograron penetrar la barrera de sus emociones. ¿Qué era la emoción para él, que siempre había sido una marioneta en manos de sus padres y su maestro? ¿Qué significaba sentir, cuando toda su vida había sido un reflejo de las expectativas ajenas, una coreografía perfecta sin lugar para la espontaneidad?
Mientras sus dedos intentaban obedecer, un susurro del viento le trajo un eco del mar, el sonido de las olas que aún resonaba en su memoria. Se detuvo, sus manos temblando ligeramente sobre las teclas, y cerró los ojos. En su mente, vio nuevamente la imagen de la playa, la vastedad del océano y la libertad que le había ofrecido Minhyung. Sintió una punzada en el pecho, una mezcla de miedo y anhelo que no sabía cómo manejar.
¿Está bien sentir esto?, se preguntó en silencio, sus labios moviéndose apenas en un murmullo inaudible. ¿Está bien desear algo más allá de lo que se supone? Nunca había cuestionado su vida antes. Había aceptado la jaula dorada que sus padres habían construido a su alrededor, creyendo que era todo lo que necesitaba. Pero ahora, después de esa noche mágica con Minhyung, la jaula se sentía más estrecha y opresiva que nunca. Cada vez que cerraba los ojos, veía el rostro oculto del chico y sentía una punzada de algo nuevo y desconocido, algo que no podía ignorar.
—¡Ryu Minseok! —la voz de su maestro se alzó nuevamente, esta vez con un tono más duro, exigiendo su atención total.
Abrió los ojos, encontrando la mirada severa de su maestro, y asintió una vez más, tratando de centrarse en la tarea que tenía delante. Pero las notas seguían escapándose, su mente vagando constantemente hacia el mar y la libertad que había sentido por un breve momento. El peso de las expectativas de sus padres y su maestro era una carga que se hacía más pesada con cada intento fallido de concentrarse.
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M.E ;; Keria x Gumayusi
FanfictionEn un rincón oculto de la isla de Jeju, dos almas quebradas encuentran refugio y resurrección en el bar Moscow. Minhyung, marcado por la tragedia y la soledad, vive como un espantapájaros abandonado en un campo desolado, mientras Minseok, una marion...