⌜Capítulo 14: Fragmentos de un Pasado Olvidado⌟

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El sol despuntaba en la isla de Jeju, su luz dorada iluminando los senderos y acantilados, acariciando con suavidad los campos y el mar en calma. Era un día diferente, uno donde el viento soplaba con un aire de nostalgia y promesas, como si el destino mismo hubiese tejido con sus hilos invisibles un día que cambiaría todo.

Minhyung se ausentó de sus labores en el Moscow, una ausencia poco usual que dejó un silencio en los pasillos. El maestro, siempre austero en sus palabras, había solicitado permiso para llevarlo fuera, lejos del mundo que lo había contenido durante los últimos meses. Sin una explicación clara, Minhyung se encontraba en el asiento del copiloto, observando el paisaje que se desplegaba ante él mientras el automóvil avanzaba por caminos que despertaban recuerdos difusos. 

El auto se detuvo finalmente frente a una pequeña cabaña, enclavada en un rincón apartado de la isla. El tiempo había dejado su huella en ella: la madera estaba desgastada, las ventanas, cubiertas de polvo, y la naturaleza había comenzado a reclamar lo que una vez fue un hogar. Pero a pesar de su apariencia, la cabaña emanaba una calidez que Minhyung no podía ignorar. 

—Es tuya —dijo el maestro, rompiendo el silencio con la gravedad de alguien que entrega no solo un lugar, sino un fragmento de pasado, una parte de una historia olvidada. Minhyung lo miró, sin comprender del todo, pero sintió un peso en su pecho, como si algo dentro de él estuviera a punto de despertar.

Minhyung se bajó del auto con cautela, el crujido de la grava bajo sus pies resonando en el aire tranquilo. Cada paso hacia la cabaña se sentía como un viaje hacia un rincón oculto de su memoria, un rincón que, por años, había permanecido sellado. El maestro, observando en silencio, le dio espacio para que explorara el lugar por sí mismo.

La puerta chirrió al abrirse, revelando un interior donde el tiempo parecía haberse detenido. Muebles cubiertos de polvo, paredes descoloridas, y un aire que olía a historia y recuerdos. Minhyung avanzó lentamente, sus dedos rozando las superficies como si al tocar pudiese revivir lo que había sido.

Los ecos de una infancia lejana comenzaron a murmurar en su mente. Visiones difusas de risas, abrazos cálidos, y melodías de un piano que alguna vez llenaron las habitaciones de aquella cabaña. Había fragmentos, apenas esbozos de un pasado que se mezclaban con la realidad presente, difuminándose en los contornos de lo que una vez fue su vida antes del accidente.

Se detuvo frente a un mueble pequeño, casi invisible en medio del polvo y la desolación. Allí, como esperando pacientemente ser descubierto, estaba un álbum de fotos, cubierto con una fina capa de polvo que Minhyung apartó con un suave soplo. Lo abrió con manos temblorosas, cada página revelando rostros sonrientes, momentos capturados en el tiempo. Su corazón latía con fuerza a medida que avanzaba en las páginas, cada imagen trayendo consigo una amalgama de alegría y tristeza.

Pero entonces, en una de las últimas fotos, su corazón se detuvo. En la imagen, un joven Minhyung, con la misma sonrisa inocente de siempre, estaba sentado junto a un piano. A su lado, otro niño con un colgante en forma de estrella, de expresión serena y ojos grandes que parecían contener el universo, lo miraba. Minhyung supo al instante quién era: Minseok. Los dos, en un tiempo tan lejano que parecía casi irreal, habían sido inseparables, compañeros en las clases de piano, pero más que eso, amigos que compartían un vínculo profundo, algo que el tiempo y la distancia no habían podido borrar por completo.

El maestro, que había permanecido en silencio, se acercó y miró la foto sobre el hombro de Minhyung. Con voz baja, casi como un susurro, confirmó lo que Minhyung ya sabía en su corazón.

—Eran mis alumnos. Tú y Minseok iban a mi academia a aprender música cuando eran niños. 

Minhyung sintió que el mundo a su alrededor se desvanecía, dejándole solo con ese recuerdo, con esa verdad que siempre había estado ahí, enterrada en lo más profundo de su ser. Esa sensación de familiaridad, ese latido especial que sentía cada vez que estaba cerca de Minseok, no era solo un capricho del presente, sino un eco del pasado, un recuerdo que su corazón había guardado celosamente, esperando el momento adecuado para despertar.

M.E ;; Keria x GumayusiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora