8. Sacrificium

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Nilsine Sigurdsdótter

Los días fueron transcurriendo y lo único que haría sería entrenar con el capitán por exhaustivas horas. La duda de por qué él está dispuesto a entrenar a una karniana para un combate que organiza su misma nación ha estado presente estos días. ¿Qué es lo que lo motiva a convivir con el enemigo? ¿Una amenaza del rey? ¿Dinero? No lo sé, sin embargo, no me resistiré a ello ya que ha sido de gran ayuda para que no muera en los primeros segundos del Vitam Mortem.

Por otro lado, he encontrado algo reconfortante en este frío palacio dentro de la pequeña relación que he estado formando con Celestine este tiempo. La mayoría del tiempo ella es la que habla, siempre tan llena de luz y con una sonrisa pequeña que muestra que ha tenido una buena vida, o esa es mi perspectiva.

Ella ha vivido toda su vida en el palacio, ya que cuando ella nació, su madre todavía era doncella principal de la Reina Helga. Y lo que puedo entender es que eran grandes amigas, la reina iba a todas partes con la madre de la chica y eso la llevó a ser, no solo su doncella, sino su mejor amiga. Sin embargo, cuando Celestine llegó al punto de la historia en donde su madre falleció, de pronto cambió de tema rápidamente.

Y hay algo que no logro entender completamente. La antigua reina y su doncella murieron. ¿Por qué? Eran grandes amigas, ¿eso las llevó a la muerte? Y, ¿por qué Celestine no quiere hablar de ello? ¿Qué es lo que oculta de aquella historia?

También logramos hablar de su relación con el Capitán, y efectivamente tenía razón. La manera en la que ella habla de él es única, como si quisiese vivir el resto de su vida tomada de su mano. Pero hay algo que se los impide, porque puedo darme cuenta que el hombre siente lo mismo por ella. La mira como si fuera lo más delicado y precioso en este planeta. Y de alguna forma se me derrite el corazón al ver eso.

¿Alguna vez sentiré algo así por alguien y me mirarán de la misma forma?

No lo sé.

Recorrer el palacio en mis tiempos libres —si es que puedo llamarlo así a estar encerrada— se ha vuelto algo indispensable cuando estoy sola. Me sorprendió demasiado encontrar que el Rey Oscuro había concedido mi pedido aquella mañana después de aparecerse en mi alcoba. Ahora solo un guardia custodiaba mis pasos y tenía permiso de entrar y recorrer más lugares. Excepto de la planta tres en adelante, sin duda ahí se encuentra la habitación del rey, si no, ¿por qué habría más seguridad ahí?

Es enorme este palacio, y no puedo negar que estoy encantada y fascinada con la construcción. Me pregunto qué sería vivir bajo tanto lujo, sin duda sería algo bello, pero no lo haría de por vida. Mi pueblo es un lugar más familiar y no se siente el constante miedo de tener que comportarme de cierta forma solo porque el monarca está cerca. No cambiaría Vikar por nada.

—Hoy no entrenará —avisa la chica apenas despierto.

Ha pasado una semana desde que hicieron que me instalara en este palacio, y el pensar que restan menos de dos semanas para que aquel combate se haga presente, me revuelve el estómago.

Cada día de entrenamiento se ha tratado de eso, pensar en que tal vez moriré en tierras enemigas y que mi cuerpo no será llevado a mi familia. Aunque, de haber la posibilidad de eso, tampoco quisiera que ocurriera, porque significaría que de nuevo los hareltanos pisarían el valle karniano.

—¿Qué? —cuestiono un poco alarmada por perder un día de entrenamiento—. ¿A qué se debe?

—Tranquila —dice mientras saca un vestido color salmón hermoso, pero que no es para nada mi estilo—. Créeme que es por un buen motivo. ¿O qué no recuerdas qué se hace en este día? —Niego con la cabeza, confundida—. Ya es mitad de primavera.

Mi maldita perdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora