Nilsine Sigurdsdótter
Mi abuela siempre fue una persona desconfiada, de ahí mi padre lo aprendió. Siempre dudó de hasta lo más mínimo. Incluso cuando conoció a mi madre tardó años en aceptarla, pensaba que solo quería a mi padre por ser el potencial candidato a jefe.
Las historias que crecí escuchando de ella no eran más ni menos de cómo cuestionaba a toda la gente. Y yo juré, que no sería así, porque mi abuela nunca entabló una amistad duradera. Tarde o temprano cualquiera se alejaba, nadie quería estar cerca de su forma de ser. Aunque ella siempre dijo ser más inteligente que todos los demás.
«Nunca confíes mucho en una persona, Nilsine. Terminará decepcionándote.»
Por más que repitió esa frase hasta su muerte, nunca le hice caso. Yo no quería una vida llena de dudas en mi cabeza. No quería alejar a personas que realmente podía apreciar.
Aún sigo sin quererlo.
Pero, ¿por qué Celestine se mostró tan reacia a contarme la verdad?
No quiero empezar a dudar de ella. No lo he hecho desde que llegué a este lugar. ¿Debí haberlo hecho? Ella siempre ha sido tan amable conmigo y tan comprensiva, que no puedo imaginar la simple idea de que todo sea un papel.
Siempre ha parecido tener algún tipo de privilegio en este lugar. Y es hasta ahora que empiezo a darme cuenta completamente.
¿Quién es en realidad Celestine?
Todas esas dudas embargaron mi cabeza antes de que ella se presentara en mi puerta para ayudar a prepararme. Por más que traté de no mostrarme diferente con ella, no pude. Hablamos menos que otras veces durante la misma rutina.
Aunque eso no evitó que me contara que este tipo de bailes en realidad no son deseos del rey. Ha dicho que hay un grupo de personas que organizan estos eventos porque creen que solo de esta forma se puede mantener contentos a los nobles.
Y también ha comentado algo sobre que el rey no suele asistir a ellos. Pero que sorprendentemente, este sería el segundo al que iría.
«Todos están ansiosos por verlo una segunda vez. No se le ve seguido.»
Lo que me da la impresión de que el Rey Aren es una persona con una habilidad nada desarrollada para lo social. O simplemente no cree que las demás personas son dignas de su presencia. Sí, seguramente es eso.
Hoy Celestine ha elegido un vestido color azul cielo, ha dicho que hace resaltar mi esencia. Y aun cuando me ha costado adaptarme a este tipo de vestuario, debo admitir que este en particular es hermoso. Es distinto a todos los demás.
Tiene un escote poco pronunciado y bellamente rodeado de una pedrería de un tono más fuerte que el mismo vestido. La falda cae a los lados creando un efecto que hace parecer que flota en el aire. Es increíble.
Cuando ella se marcha, se escuchan unos toques en la puerta. Al abrirla me encuentro a un guardia.
—Su Majestad le ha enviado esto.
Noto que trae una pequeña caja de madera color rojo escarlata.
Enarco una ceja.
—Hágale saber que no la quiero.
No pienso aceptar nada que provenga del rey. Ha vuelto a ser el enemigo que hemos combatido por años los karnianos. Y nada más.
Hago el ademán de cerrar la puerta, pero el hombre la detiene con su mano.
—Señorita, por favor —dice con un poco más de urgencia y noto una gota de miedo en su tono de voz—. Ha dicho que si no la convenzo de aceptarlo, me mandaría a la guillotina.
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Mi maldita perdición
Teen FictionCreyó que al ser capturada moriría a manos enemigas, lo que no sabía es que le ocurriría algo peor, algo que sería su perdición: se enamoraría del enemigo. *** La vida de Nilsine deparaba muchas cosas que ella no quería, su pueblo hablaba y suponía...