21. Vida por muerte

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Nilsine Sigurdsdótter

La roca negra y desigual del infierno de Harelton se acerca con cada paso que me obligan a tomar los guardias. He dejado de forcejear hace un rato, pero eso no impidió que me siguieran apretando los brazos tan fuerte para sentirlos débiles.

Esa puerta de madera de roble oscuro que me ha causado tantas pesadillas, es abierta por dos guardias a sus lados y me adentran de nuevo a ese corredor lleno de barrotes y gente en desespero.

De pronto escucho unos gritos de agonía y cada segundo nos acercamos más. Como esa noche hace algunas semanas. Nunca supimos qué fue lo que lo causó. Qué hicieron con esos hombres para que gritaran de esa forma.

Y ojalá nunca lo hubiese sabido. Porque en cuanto pasamos frente a una de esas celdas, veo la desgracia y horror en persona. Incluso los guardias caminan un poco más lento para que pueda apreciar bien lo que ocurre.

Para afirmarme una vez más que Harelton es un lugar oscuro, sin vida ni felicidad.

Serpientes, serpientes venenosas de todo tipo. Han sido privadas de comida por un largo tiempo y ahora que les dan un festín no se pueden controlar y no paran. No paran. No paran de atacar a los hombres que hay dentro.

Uno de ellos saca su brazo y me agarra de la mano, haciendo que caiga de rodillas frente a él.

—Ayúdame —pide en agonía—. Por favor, haz que pare.

Veo que unas pequeñas convulsiones le empiezan desde las mordeduras que le hacen los animales. Hasta que cae lentamente, resbalándose en la puerta de metal.

Los guardias me levantan de golpe.

—¡Sigue caminando, karniana estúpida!

Le propino un golpe con el codo a aquel hombre que se cree capaz de llamarme así. Se encorva sobre sí por la falta de aire y otro de los tres guardias más que nos siguen por detrás me toma del brazo para que no pueda hacer algo de nuevo.

Cuando se recupera, se acerca a mí y me da una bofetada tan fuerte que un sabor metálico se instala en mi boca.

—Mañana morirás —dice con tanto odio e inmediatamente entiendo que se refiere al Vitam Mortem.

Al final el Antiguo tenía razón. Sí que participaré en el combate. Pero una leve esperanza se instala en mi pecho al recordar sus palabras. «La chica al combate sobrevivirá...» Si aquella profecía es real y no es ningún disparate, tengo una oportunidad.

—¿El Vitam Mortem no era en cinco días?

—El antiguo rey ha adelantado la fecha. Está ansioso por que mueras, karniana.

Cuando dice esto, me lanza dentro de una celda vacía haciéndome caer en la tierra y polvo. Cuando creo que nada puede empeorar, veo como los cinco de ellos, se meten conmigo.

—Te diría que sentimos lo que ocurrirá en este momento, karniana —dice otro de ellos—. Pero estaría mintiendo, y tenemos órdenes que desafortunadamente para ti, cumpliremos.

Cuando dice esto, pasan una secuencia de cosas en mi mente de las que puede estar refiriéndose. Luego veo como uno de ellos saca un instrumento metálico de su bolsillo y se lo coloca en los dedos.

Los demás no sacan nada, pero claramente se están preparando para lo mismo.

Para los golpes.

Todo pasa muy rápido, pero al mismo tiempo el dolor muy lento.

Empiezan a golpearme, a patearme.

No sé qué clase de órdenes recibieron, ni de quién. Pero estoy segura que sus intenciones son debilitarme para el enfrentamiento de mañana.

Mi maldita perdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora