10. Baile de los dioses

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Nilsine Sigurdsdótter

No sé qué es lo que estoy haciendo.

Celestine ha terminado de vestirme hace un par de minutos y yo no he podido parar de verme en el espejo y pensar que esta no soy yo. Nunca he portado vestidos de este tipo y mucho menos he asistido a bailes de la realeza. Porque en el valle no existe la realeza.

Sigo siendo una karniana que hasta hace unas semanas vivía bajo la sombra de su padre y las humillaciones de la aldea completa. ¿Qué es lo que me ha pasado?

El Rey Oscuro ha pasado, dice mi voz interior.

¿Por qué me ha dicho que vaya? ¿Para terminar de humillarme él también?

Por más que no quiera asistir, tengo que, Celestine y el guardia fuera de mi habitación están esperando a que salga de estas cuatro paredes dentro del cuarto de aseo. Por órdenes del rey me tienen que escoltar hasta el Salón Magno. Solo los dioses saben cuál se trata.

Y solo los dioses sabrán si las cosas serán buenas o malas.

El vestido azul rey que la doncella ha elegido me ha recordado a los ojos del monarca de esta nación, cosa que no he entendido por qué mi mente relacionó, así que me obligué a alejar cualquier pensamiento del hombre que aborrezco.

Horas atrás, cuando nos fuimos del Templo del Antiguo, todo fue demasiado raro. El Rey no mencionó ni una palabra, ni siquiera una mínima burla sobre algo. Solo caminamos y caminamos, yo pude notar que algo atormentaba su mente, algo lo dejó pensando demasiado después de hablar con el portador de voz. Y yo desconozco el qué fue.

Si se dio cuenta de que mentí sobre el motivo de la visita al templo, tampoco comentó nada al respecto. Solo... Total silencio. Y lo agradecí internamente, porque sinceramente no tolero hablar con ese hombre tan egocéntrico.

Cuando por fin decido que es momento de salir del cuarto de aseo, me encuentro a Celestine mirando por la ventana, el atardecer es hermoso, los incontables colores lo hacen perfecto. Y ella está presenciándolo tan pacíficamente, lo usual en ella. Quisiera quedarme en mi alcoba, pero lamentablemente seré obligada a ir a un ridículo baile real.

Ella se da la vuelta al escucharme y me sonríe.

—Vamos, es un poco tarde ya.

Asiento y salimos de la habitación, con el guardia siguiéndonos los pasos.

—Estás hermosa, Nilsine.

Se me calientan un poco las mejillas, pues no esperaba para nada el cumplido de la chica.

—Gracias —es lo único que puedo contestar.

—Todos se fijarán en ti, te lo aseguro.

Es exactamente lo que no quiero.

No quiero que se pregunten de dónde he salido. Quién soy. Y mucho menos, que se den cuenta de que soy karniana y prisionera del Reino Oscuro.

Celestine se ha encargado de arreglar mi cabello de una forma en la que el tatuaje queda cubierto. Fue mi petición, ya que sé que las miradas serán insoportables si se dan cuenta de dónde vengo.

Cuando bajamos las últimas escaleras, puedo ver que el Rey Aren va a paso apresurado junto con el Capitán. Mi corazón da un vuelco por el nerviosismo que se ha ido incrementando en el transcurso hasta aquí. Los hombres parece que van discutiendo sobre algo muy importante, ya que el rey está tenso de pies a cabeza.

Aunque de pronto el Capitán se distrae por el movimiento y voltea en nuestra dirección, sonriendo levemente por la hermosa doncella a mi lado y deteniéndose en mí.

Mi maldita perdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora