Toda la cena estuvo cargada de tensión e incomodidad. Las miradas entre Mayte y Fernanda eran constantes, llenas de emociones no expresadas. Héctor, sin darse cuenta de lo que ocurría, intentaba mantener la conversación animada, pero sus intentos solo lograban aumentar la tensión.
En algún momento de la noche, Fernanda se levantó excusándose para ir al baño. Mayte la siguió con la mirada, deseando poder hablar con ella a solas.
En el baño, Fernanda se echó agua en el rostro, tratando de calmarse. Se sentía atrapada en una situación que parecía no tener salida. Miró su reflejo en el espejo, sus ojos estaban llenos de lágrimas. Respiró hondo, intentando recuperar la compostura.
Segundos después, Mayte entró al baño, cerrando la puerta detrás de ella. Fernanda la miró a través del espejo y soltó un suspiro agotador.
"¿Estás bien?", preguntó Mayte con suavidad, acercándose lentamente a ella.
"¿Quieres la verdad o la mentira?", respondió amargamente, secando su rostro con cuidado.
El corazón de Mayte comenzó a latir con fuerza. "Fer, necesito hablar contigo. Yo... me siento muy mal por lo que te dije esta mañana. Me dolió mucho verte llorar. Lo siento".
"Mira, May, no quiero enojarme contigo. Sé que lo que pasó entre nosotras fue confuso para ambas y entiendo que haya sido un error para ti".
Mayte negó suavemente con la cabeza y dio un paso hacia adelante. "No, no fue un error, negrita, todo lo contrario. Hace mucho no me sentía tan bien con alguien", la miró con sus ojos brillosos.
"Eso no quita el dolor que me causaste con tus palabras", se encogió de hombros. "Ni sé porque me sorprendo, siempre has sido hiriente con lo que dices".
Mayte, sintió dolor al escuchar eso en boca de ella, pero sabía que era verdad. "Lo sé y créeme que lo siento. No quise decirte eso, estaba... estoy muy confundida", suspiró.
Mirándola con cierta ternura al escucharla, Fernanda dio un paso más cerca, y en un impulso, unió sus labios a los de ella en un beso desesperado. Las manos de Mayte se aferraron a la cintura de Fernanda, mientras las emociones comenzaban a invadirla.
Pero el momento se interrumpió abruptamente por la misma Mayte, quien se alejó con sus lágrimas amenazando con salir.
"No podemos hacer esto, Fernanda, y menos con tu marido allá afuera", dijo, pasando una mano por su frente, señal de frustración.
Fernanda con su respiración acelerada, asintió suavemente. "Lo siento, May", susurró, antes de darse la vuelta para regresar a la mesa, seguida por Mayte.
Cuando regresaron, las miradas incómodas continuaron, pero ambas intentaron actuar como si nada hubiera pasado. Media hora después, la cena terminó con una sensación de alivio, aunque la tensión seguía presente.
Héctor, insistió en repetir la cena, aún sin percatarse de la incomodidad que flotaba en el aire. Minutos después, él y Fernanda se fueron tomados de la mano. Ilse, Isabel y Mayte, se dirigieron al estacionamiento luego de verlos salir del restaurante.
En el auto, Mayte se dejó caer en el asiento de atrás, cerrando sus ojos, pensando en lo que acababa de pasar. Su cabeza daba vueltas, solo recordaba la noche anterior con Fernanda y el intenso beso de hace un rato.
"Bueno, esta ha sido la más noche más incómoda de toda mi vida", dijo Ilse soltando un suspiro, ganándose un codazo de Isabel.
Isabel volteó a ver a su hermana, algo preocupada por ella. "¿Quieres hablar?", preguntó, mirándola comprensivamente.
"No, Isa. Quiero irme a mi casa", susurró, acomodándose mejor en el asiento.
Después de la incomodidad vivida en el restaurante, Fernanda regresó a su casa, perdida en sus pensamientos. Estaba al borde del llanto, pero se contuvo por la presencia de su esposo.
"¿Disfrutaste la cena?", preguntó él, cerrando la puerta detrás de ellos y quitándose la chaqueta.
Fernanda asintió con la cabeza, mirando a uno de sus gatos que apareció maullando. Él se acercó, notando distracción en su esposa. Levantó suavemente su mentón, obligándola a mirarlo a los ojos.
"Te noto muy rara, mija. ¿Segura estás bien?", acarició suavemente su mejilla.
Fernanda esbozó una sutil sonrisa. "Sí, solo estoy cansada. No te preocupes".
Él la miró fijamente con una sonrisa y sugirió: ¿Qué te parece si ponemos algo de música? Así nos relajamos un poco...".
Sin mucho ánimo Fernanda aceptó, solo quería desviar la conversación sobre lo que estaba pasando con ella. Su esposo la conocía perfectamente y no sería nada fácil mantenerle una cara fingida.
Sonriente, Héctor se acercó a poner una canción. La melodía era suave y romántica, justo lo que él quería. El espacio se tornó íntimo y acogedor, brindándoles un momento especial.
Ambos comenzaron a moverse lentamente al ritmo de la música, uniendo sus cuerpos con delicadeza. Él la miraba con amor, ese amor que con los años se hacía más grande.
"Te amo, mija", murmuró, comenzando a besar sus labios con ternura.
Fernanda asintió con una sonrisa, sin decir ni una palabra. Él continuó besándola, mientras sus manos recorrían cada parte de su cuerpo. La sensación de sus manos sobre ella, solo la hacían recordar su encuentro pasional con Mayte. Ella seguía presente en su mente, a pesar de estar entre los brazos de otra persona.
Sus manos pasaban por la espalda, piernas y cualquier parte que pudiera alcanzar del cuerpo de su esposa. De repente, sus movimientos se detuvieron, cuando sus ojos se posicionaron sobre el cuello de Fernanda, haciéndolo notar un par de marcas desconocidas.
"¿Qué es eso?", preguntó, señalando las marcas violetas que adornaban el cuello de su esposa.
Fernanda se tensó. Mientras buscaba rápidamente una excusa, notó la molestia en el rostro de su esposo. Tratando de sonar lo más natural posible, respondió: "Me golpeé esta mañana con la puerta del coche. Fue un tonto accidente".
Él frunció el ceño, observando con determinación dichas marcas. "No parecen marcas de un golpe... parecen otra cosa".
Fernanda quería que la tierra la tragara en ese instante. Sentía como su corazón se aceleraba y sus manos sudaban.
"No se, mijo, tal vez se ven peor de lo que realmente fue. No le des importancia, ya pasó", contestó calmada.
Él miró su cuello por unos segundos más, la duda no desaparecía, pero creía en sus palabras.
"Está bien, pero por favor, ten más cuidado", suspiró.
Fernanda asintió rápidamente, sintiéndose aliviada. "Lo haré. Ahora, quiero descansar. En unos días es el próximo show y tengo que estar con la mejor energía".
Él la observó mientras se alejaba, sintiendo que algo no estaba bien pero sin saber exactamente qué. Fernanda se dirigió al baño, cerro la puerta detrás de ella y se miró en el espejo, detallando las marcas en su cuello.
"En serio querías comerme, María Teresa", susurró, negando suavemente con la cabeza, revisando las otras marcas que estaban regadas en diferentes partes de su cuerpo.
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ERES TODO PARA MÍ
FanfictionSolo bastó con un pequeño encuentro para que sus sentimientos despertaran...