• XXI

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El restaurante estaba casi vacío, con solo un par de clientes más que se perdían en sus propios mundos. Mayte se quedó completamente sola en la mesa cuando su hermana se levantó para ir al baño. Se quedó mirando hacia la ventana por unos minutos, hasta que se decidió por llamar a Fernanda. La confesión con su hermana había salido mejor de lo que imaginó, pero aún así sentía un poco de ansiedad y lo único que quería era escuchar la voz de Fernanda.

Tomó su celular y marcó el número. Esperó con el corazón acelerado mientras sonaban los tonos, pero la llamada fue ignorada. Mayte frunció el ceño y suspiró. "Tal vez está ocupada," pensó. Intentó calmarse, pero la incertidumbre se quedó en su pecho.

La noche comenzaba a caer, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y violetas. Gaby, percibiendo cierta tensión en su hermana, sugirió salir a caminar un poco para despejarse. Tras mucha insistencia, Mayte accedió.

Caminaron cerca del restaurante, recorriendo calles tranquilas mientras la brisa nocturna les acariciaba el rostro. Mayte, perdida en sus pensamientos, recostó su cabeza en el hombro de Gaby sin darse cuenta. Fue un gesto automático, buscando consuelo.

"¿Qué tienes, May?", preguntó Gaby, con ternura en la voz.

Mayte suspiró profundamente antes de responder en voz baja, cuidando que nadie a su alrededor las escuchara. "Tengo miedo", confesó, sus ojos reflejando preocupación. "Amo a Fer, pero no puedo evitar sentirme mal por estar con ella. Solo pienso en mi familia, en su familia, en sus hijas. No quiero causarles disgustos a nadie, pero también quiero ser feliz".

Gaby la abrazó con fuerza, trasmitiéndole tranquilidad. "May... sé que la familia siempre ha sido lo más importante para ti y que sus opiniones te afectan. Pero por primera vez, en tus 63 años de vida, no pienses en ellos. Has vivido siempre con miedo, sintiéndote diferente al resto y sí, lo eres, porque tú, mi hermanita preciosa, eres única", dijo con una sonrisa, provocando que los ojos de Mayte se llenaran de lágrimas. "No puedes vivir lo que te quede de vida fingiendo, ocultando lo que eres y lo que sientes, porque eso es muy triste. Sé que siempre te han juzgado por no haber tenido hijos, por no tener suerte en el amor, por pensar diferente. Pero ya no más, María Teresa. Vive tu vida como siempre quisiste hacerlo y solo preocúpate por ser feliz, y por hacer feliz a Fer, sé lo asegúrate a Paloma".

Mayte, sin poderlo evitar, comenzó a llorar fuertemente. Se aferró al abrazo que su hermana le brindó y solo pudo sentirse aliviada entre sus brazos. "Gracias, bebé. Necesitaba esas palabras".

Después de un rato, decidieron regresar a casa, sintiéndose un poco cansadas por la caminata.

Mientras tanto, en su casa, Fernanda se encontraba sentada en el sofá de la sala, revisando su iPad. Temblaba ligeramente por los nervios que estaba sintiendo. La puerta principal se abrió y sus hijas llegaron. Fernanda se levantó y se acercó a ellas, saludándolas con una sonrisa nerviosa.

"Mis amores, tengo que hablar con ustedes", les dijo suavemente, agarrando las manos de sus hijas.

Se entraron en el sofá y tras unos minutos de silencio, Fernanda habló. "Quiero abrir mi corazón con ustedes. Ya saben que me enamoré hace muchos años de una persona y que con el tiempo mi amor por ella se hizo más grande", Fernanda notó las miradas confusas de sus hijas y curvo sus labios. "Sí, dije ella, porque es una mujer", suspiró. "La mujer más maravillosa del universo y que me enamoró con tan solo mirarme. Pero en aquella época amar a una persona de tu mismo género estaba mal visto, era lo peor. Y por eso me guardé este sentimiento como mi mayor tesoro. Sentía un miedo inmenso al pensar que podía ser descubierta e hice miles de cosas para olvidarme de ella, incluso dejar de hacer lo que tanto amo".

María la miró con tristeza y comprensión, tomando suavemente una de las manos de su madre. "¿Y qué más pasó?".

"Me alejé, ella dejó de hablarme, conocí a Héctor y comencé a sentir algo por él. Con el tiempo nos fuimos entendiendo, hasta que finalmente nos casamos y nacieron ustedes", las miró sonriente. "Pero la vida se encargó de unirme nuevamente con ella y me di cuenta de que mi amor seguía ahí, solo se había quedado dormido por un tiempo".

ERES TODO PARA MÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora