• XXIV

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El vuelo a España fue largo y lleno de pensamientos y emociones encontradas para Mayte. Estaba haciendo algo que nunca había hecho antes: viajar sola a un país extranjero, impulsada únicamente por su amor por Fernanda.

Al llegar a Madrid, Mayte fue recibida por el bullicio y la calidez de la ciudad. En el aeropuerto, algunos fans la reconocieron y le pidieron fotos, lo que le dio una breve distracción de sus preocupaciones. Se dirigió al hotel, donde la espera una suite lujosa reservada por su hermana.

La recepcionista del hotel le entregó una carta de bienvenida y una botella de vino. Mayte se sintió abrumada por tanta atención, pero aceptó todo con amabilidad.

Al entrar en la suite, Mayte quedó encantada por la amplitud y el lujo del lugar. Dejó sus maletas a un lado y se permitió descansar un momento en la cama, sintiendo el cansancio del viaje.

Decidió darse un baño para relajarse.
Mientras se sumergía en la bañera, su teléfono vibró. Era una llamada de una de las hijas de Fernanda, Paloma. Mayte contestó y una sonrisa se formó en sus labios al escuchar el nombre del hotel en el se estaba quedando Fernanda, era el mismo en el que ella estaba.

Después del baño, se arregló lo más cómoda posible. Se dirigió a la recepción del hotel, temblando ligeramente, aún no podía creer que estaba sola en ese país. Al llegar, preguntó por la habitación de Fernanda.

"Lo siento, señora Lascurain, pero no puedo darle esa información. Esta completamente prohibido".

Mayte, apenada, insistió un poco, pero finalmente entendió la posición de la recepcionista. "No te preocupes, corazón, yo entiendo. Gracias".

Mayte se dirigió al restaurante del hotel. El lugar estaba elegante y tranquilo, perfecto para una cena relajante. Se sentó en una mesa cerca de una ventana, desde donde podía ver la ciudad iluminada.

Ordenó un plato y una copa de vino, pero su mente estaba en otra parte. Cada vez que la puerta del restaurante se abría, levantaba la vista con la esperanza de ver a Fernanda entrar.

Mientras esperaba, sus pensamientos volvieron a los momentos felices que había compartido con Fernanda, y también a los momentos difíciles. El camarero trajo su orden, sacándola de su ensimismamiento y Mayte trató de disfrutar de la comida, aunque estaba más aliviada porque sabía que Fernanda estaba cerca.

De repente, sintió una presencia familiar. Levantó la vista y allí estaba Fernanda, parada en la entrada del restaurante, con una expresión de sorpresa y emoción en su rostro al encontrarse con la mirada de Mayte.

Mayte se levantó lentamente y se acercó a ella, su corazón latía con fuerza, y sus ojos se llenaron inmediatamente de lágrimas.

"Ma... Mayte, ¿qué haces aquí?", preguntó Fernanda, con su voz temblorosa y su respiración entrecortada.

"Vine a buscarte, negrita. Perdóname por haber sido tan cobarde. Te amo y quiero estar contigo", le sonrió dulcemente.

Fernanda, con los ojos llenos de lágrimas, avanzó hacia Mayte y la abrazó con fuerza. "No puedo creer que estés aquí, May. Te amo tanto".

Sin importarles las miradas curiosas de la gente, Fernanda tomó entre sus manos el rostro de Mayte y le dio un corto, pero significativo, beso en los labios. En ese momento, todo lo que importaba eran ellas dos y el amor que compartían.

Decidieron sentarse juntas y hablar. Mayte le contó todo sobre su sesión con su psiquiatra y como se ha sentido últimamente. Fernanda también compartió sus propios sentimientos, y ambas se dieron cuenta de que, aunque el camino no sería fácil, estaban dispuestas a recorrerlo juntas.

ERES TODO PARA MÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora