ERES TODO PARA MÍ

• XIX

Los días siguientes transcurrieron con normalidad para Mayte y Fernanda. Mayte, acostumbrada a la rutina de la vida cotidiana, pasó la mayor parte del tiempo en su casa, disfrutando de momentos tranquilos y aprovechando para conectar con sus fans a través de algunos lives. Aunque salió un par de veces con algunos amigos, frecuentó más la casa de Isabel.

Fernanda, por su parte, también vivió días tranquilos. La mayor parte del tiempo lo pasó en la soledad acompañada de sus queridos gatos, que le brindaban compañía y consuelo. Aunque compartió algunos momentos con sus hijas, quienes la estaban acompañando en todo el proceso del divorcio, estas solían estar ocupadas con sus novios. Este tiempo a solas le permitió experimentar con nuevas recetas de cocina, que disfrutaba describiendo y poniendo en práctica. Como Mayte, Fernanda fue disciplinada con su ejercicio diario, encontrando en su rutina una forma de mantener la mente despejada y el cuerpo en forma.

Finalmente, el día del concierto llegó y las cinco mujeres se encontraron en el aeropuerto junto a su staff, músicos y managers. La mañana fue muy movida para todas, con el aeropuerto más lleno de lo habitual. Después de los trámites de rutina, se dirigieron a la cafetería del aeropuerto, buscando un momento de tranquilidad antes del vuelo.

Mayte y Fernanda se sumergieron en una conversación, tratando de disimular sus miradas y las pequeñas demostraciones de afecto que compartían. Aunque intentaban ser discretas, Mimi, observaba sus interacciones con curiosidad, sin saber sobre su relación.

El vuelo fue tranquilo, permitiéndole a todas descansar un poco antes de llegar a su destino. Al llegar, les asignaron sus habitaciones y Mayte, sintiendo un ligero cansancio, decidió no salir de su habitación hasta la hora del show. Se recostó un rato en la cama, disfrutando del silencio, y luego se dio una ducha refrescante antes de pedir algo para comer. Mientras que Fernanda, se encontraba en su habitación, hablando por teléfono con su hermana.

Cuando llegó la hora de arreglarse para el concierto, cada una se preparaba en sus respectivas habitaciones. Mayte con movimientos precisos, comenzaba a maquillarse. Sus dedos se movían con destreza, mezclando sombras de ojos en tonos cálidos que realzaban la profundidad de su mirada. Cada pincelada de máscara de pestañas hacía que sus ojos se vieran más grandes y brillantes.

Luego, se enfocó en sus labios, eligiendo un tono rojo vibrante que contrastaba con su tez y hacía resaltar aún más su belleza. Con cuidado, delineó sus labios y aplicó el labial, asegurándose de que el color quedara perfecto y duradero. Terminó el maquillaje con un toque de rubor en sus mejillas, dándoles un brillo natural.

Continuó con su cabello, cepillándolo suavemente hasta que estuvo suave y sedoso. Decidió llevarlo suelto, dejando unas ondas naturales que caían sobre sus hombros.

Finalizo colocándose su vestuario, el cual consistía en un body de colores plateados y negro, brillante, con un escote pronunciado que añadía un toque de sensualidad. Un pantalón ajustado a su cuerpo, que resaltaba sus curvas. Añadió un saco largo y unas botas con plataforma.

Satisfecha con su apariencia, Mayte salió de su habitación y se dirigió a la de Isabel, quien solía tardarse más en arreglarse. Al llegar, tocó la puerta suavemente antes de entrar.

"¿Te falta mucho, María Isabel?", preguntó Mayte, sentándose en la cama y observando a su hermana frente al espejo.

"Sí, me falta mucho, María Teresa. No me apures", respondió Isabel, concentrada en su reflejo.

Minutos después, Mayte escuchó un suave golpe en la puerta y la abrió para encontrarse con Fernanda. Llevaba un vestuario parecido al suyo, y al verla, Mayte no pudo evitar que se le iluminara el rostro.

"Hola, mi May" dijo Fernanda, acercándose para darle un rápido beso antes de adentrarse a la habitación.

Fernanda se acercó a Isabel y observó como terminaba de prepararse. "No te tardes tanto, María Ila".