• XVI

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Mayte continuó su largo trayecto hacia la casa de Fernanda con una mezcla de preocupación y determinación. Quería entenderla, ayudarla, no dejarla sola. Era consciente de que no sería fácil lograr que Fernanda hablara con ella, pero no le importaba, estaba dispuesta a hacerla hablar. Al llegar, tocó el timbre y esperó, ansiosa.

La puerta se abrió lentamente, revelando a Fernanda con lágrimas en los ojos. Sin decir una palabra, Mayte se acercó rápidamente y la abrazó con fuerza. Fernanda se refugió en sus brazos, su cuerpo temblando por los sollozos.

"Tranquila, negrita. Aquí estoy, mi amor," susurró Mayte suavemente, acariciando el cabello de Fernanda. Permanecieron así en la puerta, abrazadas, sintiendo el consuelo mutuo.

Después de unos minutos, Mayte dejó un beso en la frente de Fernanda, la tomó de la mano y la guió dentro de la casa, luego cerró la puerta tras ellas. Se dirigieron al sofá, donde Mayte se sentó y tomó las manos de Fernanda, mirándola con preocupación y ternura. "¿Quieres hablar?" preguntó Mayte, con una voz llena de cuidado.

Fernanda negó con la cabeza, incapaz de articular sus sentimientos en ese momento. Mayte, sin presionarla, le dio un beso en la mejilla y la acurrucó en su pecho, permitiéndole sentir la calidez y seguridad de su presencia.

Sintiéndose refugiada entre los brazos de Mayte, Fernanda dejó que sus lágrimas fluyeran sin ninguna vergüenza. Se acomodó mejor en el pecho de Mayte y cerró los ojos, disfrutando de las caricias que ella hacía en su espalda con mucha delicadeza.

Más tarde, después de haber conversado un poco y enterarse de que el esposo de Fernanda estaba de viaje por trabajo y sus hijas se quedarían con sus novios, Mayte se levantó y, tomando la iniciativa, se dirigió al baño de Fernanda. Allí, buscó todo lo necesario para preparar una bañera relajante: sales de baño, velas aromáticas y aceites esenciales.

De vuelta en la sala, Mayte tomó la mano de Fernanda y la guió hacia el baño. "Quiero que te relajes, que te olvides por un rato de todo. Estás muy estresada".

Fernanda sonrió dulcemente al ver la bañera llena de burbujas blancas, reflejando la luz de las velas dispuestas cuidadosamente alrededor del cuarto. El aire estaba impregnado del aroma de lavanda y vainilla, creando una atmósfera cálida.

Sin dejar de sonreír, Fernanda comenzó a desnudarse lentamente, sus movimientos llenos de una sensualidad deliberada. Mayte, aún percibiendo la tristeza de Fernanda, decidió ayudarla en su tarea de quitarse la ropa.

Mientras Fernanda se acomodaba en la bañera, Mayte tomó una esponja y comenzó a pasarla suavemente por los hombros y la espalda de Fernanda. "¿Te sientes lista para hablar?", preguntó, luego se inclinó para besar delicadamente el cuello de Fernanda.

Fernanda suspiró, sintiendo como su ánimo cambiaba mientras Mayte continuaba enjabonándole la espalda con cariño. "Sí, supongo que no puedo callar siempre lo que siento", volvió a suspirar, esta vez preparándose para hablar.

Al sentir las suaves manos de Mayte pasando por sus brazos, Fernanda tomó una entre sus manos y la acercó hacia sus labios para dejar un pequeño beso. "No sé qué me pasa, May, creo que se me juntaron las emociones. Estoy muy cansada, muy confundida. No sé qué hacer con mi vida".

Mayte sintió un nudo en la garganta al escucharla y su corazón comenzó a latir con rapidez. Pasó saliva con fuerza antes de preguntar: "¿Te arrepientes de estar conmigo?".

Fernanda se dio la vuelta, negando rápidamente con la cabeza. Observó los ojitos brillosos de Mayte y se acercó para dejar un beso en sus labios. "Jamás me arrepentiría de estar contigo. No te niego que dude por un momento, pero me di cuenta de que estar contigo es lo que más quiero, es lo que más feliz me hace.... Héctor y yo estamos peor cada día, aunque él no quiera aceptarlo. Y mis hijas están creando su propio camino. Es justo y necesario para mí vivir esto tan bonito que estamos sintiendo".

ERES TODO PARA MÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora