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La noche había caído, y el auditorio estaba a reventar. Las luces brillaban intensamente, reflejando la emoción y anticipación del público. Mayte se encontraba en su camerino, tratando de calmar los pocos nervios que la invadían. La música que se filtraba desde el escenario, lograba medio distraerla de sus pensamientos.

Luego de unos minutos mirándose repetidas veces en el espejo, Mayte decidió salir de su camerino y dirigirse al de su hermana, en busca del labial carmesí que Isabel llevaba puesto. Al abrir la tela negra que cubría esas cuatro paredes, encontró a Fernanda tomando tequila con Mimi a su lado.

Los ojos de Mayte recorrieron todo el lugar en rápidos segundos. Ver las manos de Mimi acariciando lentamente las piernas de Fernanda, hizo que su estómago se revolviera. La rabia y el dolor se mezclaron en su interior, formando un nudo que apenas podía contener.

"¿Tomando justo ahora, Fernanda?", preguntó, mirándola seriamente.

Fernanda, sorprendida por la repentina aparición de Mayte, trató de ocultar su nerviosismo detrás de una sonrisa torcida.

"Solo intento relajarme un poco antes de salir a cantar. ¿Hay algún problema con eso, María Teresa?", respondió, restándole importancia a la expresión de enojo en el rostro de Mayte.

Mimi, se incomodó al percibir la tensión que comenzaba a crearse en el aire. Optó por mantenerse en silencio, consciente de que Mayte enojada era lo peor que podía pasarle a alguien.

Mayte, ya enojada, suspiró profundamente y decidió ignorarlas. Sin decir una palabra más, comenzó a buscar el labial que necesitaba. La habitación se tornó silenciosa, roto sólo por el sonido de Mayte rebuscando entre los cosméticos de su hermana.

El aire se hizo aún más denso, hasta que Isabel ingresó al camerino, respondiendo algún mensaje de texto.

"Niñas, que bueno que están aquí. Me acaban de avisar que ya es hora de salir", habló Isabel, acercándose a su bolso para guardar su celular.

Fernanda y Mimi se levantaron al mismo tiempo. Luego de dejar la botella de tequila en la mesa, salieron del camerino, agradecidas por la interrupción de Isabel.

Mayte, al verlas salir murmurando algo que no alcanzó a escuchar, apretó con fuerza el labial en su mano, el cual acababa de encontrar. Aún con el enojo encima, se dedicó a pintar sus labios lo más rápido posible, mientras veía como el color llamativo resaltaba su rostro.

El concierto comenzó y las primeras notas resonaron en el auditorio. Las cinco cantantes salieron al escenario, y el público estalló en aplausos. Las primeras canciones se desarrollaron sin problemas. Mayte trataba de mantenerse concentrada, pero cada vez que sus ojos se encontraban con los de Fernanda, sentía que sus sentimientos hacia ella se hacían más fuertes.

A medida que avanzaba la noche, cada interpretación era más emotiva que la anterior. Sus voces se entrelazaban en armonías perfectas y el público se dejaba llevar por la magia de la música.

Mientras Ilse y Mimi contagiaban al público con su increíble energía, Isabel, Mayte y Fernanda, se encontraban en backstage a la espera de su turno para salir al nuevamente al escenario.

Isabel caminaba frustrada hacia el camerino de su hermana. Sus pasos resonaban con urgencia en el pasillo.

"Mayte, ¿puedes ir con Fernanda mientras voy a hablar con Rocío?", preguntó Isabel, interrumpiendo la tranquilidad de Mayte.

"¿Por qué? ¿Qué pasa con la negra?", dejó su celular sobre el tocador y se acercó preocupada hacia Isabel.

"Se está acabando la botella de tequila y Rocío está muy molesta. Por favor, ayúdame", salió del camerino renegando, mientras acariciaba suavemente su cien.

Mayte suspiró y salió rápidamente de su camerino. Cuando llegó al camerino de Fernanda, la encontró sentada en el suelo, con la espalda apoyada contra la pared y la botella de tequila en sus manos. Sus sollozos llenaban la habitación.

"Fernanda", dijo Mayte, acercándose con cautela. "¿Tomando otra vez? Por amor a Dios, tenemos que salir en unos minutos".

Fernanda levantó la mirada y Mayte pudo ver el profundo dolor en sus ojos. "Estoy cansada de todo esto, May", dijo entre sollozos.

Mayte se agachó a su lado, tratando de acercarse con delicadeza. "Ya lo sé, mi amor, pero esto no te ayudará en nada. Dame la botella".

Fernanda retrocedió, abrazando la botella con más fuerza. "Mimi me dijo que esto me ayudara a que todo duela menos y tiene razón. Ella si me entiende, no como tú".

"Lastima que tu querida Mimi no está aquí. Por favor, Fernanda, dame la botella", dijo con firmeza.

Fernanda soltó un sollozo más fuerte, sus lágrimas caían sobre la botella. "Todo esto es por tu culpa, Mayte.", dijo con su voz quebrándose. "Me hiciste el amor y luego me rompiste el corazón...".

"Mi intención no era hacerte daño, mucho menos que llegáramos a esa situación. Lo siento mucho por haberte lastimado, pero no puedes pretender que yo sienta lo mismo que tú sientes por mí. ¿Cuántas veces te lo tengo que repetir?".

Fernanda se levantó, mirándola desesperadamente, sintiendo como cada palabra se clavaba con fuerza en su pecho. "Ya no quiero escucharte más. Vete, déjame sola".

Mayte respiró hondo, tratando de mantener la calma, aunque su dolor era palpable. "No me voy a ir. Por favor, dame la botella, es la última vez que te la pido", dijo, extendiendo la mano.

Fernanda soltó un grito de desesperación, dejando caer la botella al suelo, donde se rompió en mil pedazos. "¡Ya no puedo más, Mayte! ¡No sabes el dolor que siento!".

"¡Y tú no sabes lo difícil que es para mí todo esto!", respondió Mayte, con lágrimas en los ojos. "No puedo estar contigo de esa manera, Fernanda, entiéndelo. ¡Estás
casada!".

Sin decir una palabra más, se levantó suspirando, su mente y su corazón estaban llenos de emociones encontradas: enojo, frustración, tristeza y una profunda impotencia.

En ese instante, Carlos, miembro del staff, Isabel y Rocío, entraron al camerino. Se quedaron atónitos ante la escena: los pedazos de vidrio esparcidos por el suelo y Fernanda llorando desconsoladamente.

Mayte se acercó a la salida, con su rostro reflejando la mezcla de sus emociones. "No puedo con Fernanda", dijo con voz quebrada, pasando junto a ellos. "Lo siento, solucionen esto ustedes".

Mientras Mayte se alejaba, Isabel y Carlos se acercaron a Fernanda, intentando consolarla y controlar la situación. Rocío se mantuvo de pie, observando todo con el ceño fruncido, sin entender absolutamente nada.

ERES TODO PARA MÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora