• IX

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Fernanda, desde su asiento, no podía apartar la vista de Mayte. Cada risa y cada gesto compartido entre ella y Fernando, hacía que su sangre hirviera.

Las palabras de Mimi a su lado se volvieron un murmullo lejano, mientras sus pensamientos se centraban en Mayte. No soportaba ver como disfrutaba de la compañía de él, el hombre que le hizo mucho daño.

Isabel e Ilse al notar la expresión de disgusto en el rostro de Fernanda, intercambiaron miradas, entendiendo que lo de ellas era más profundo de lo que podían imaginar.

Mientras tanto, Mayte trataba de mantenerse calmada. La conversación con su exmarido avanzaba inevitablemente hacia temas más personales.

"¿Cómo has estado?", preguntó él, con un tono más serio. Luego, dio un sorbo a su copa.

"Bien, con mucho trabajo como puedes ver", respondió, con una pequeña sonrisa, a lo que él asintió.

"¿Y en el amor?", preguntó cautelosamente, lleno de curiosidad.

Mayte respiró hondo, jugando nerviosa con una servilleta entre sus manos. "Te diría que me ha ido de maravilla, pero te estaría mintiendo".

Él asintió suavemente, comprendiéndola. Se quedaron en silencio por un momento, hasta que él volvió a hablar. "Mayte, yo... quiero aprovechar este momento para disculparme. Sé que no hay excusa para lo que hice".

Mayte sintió una mezcla de emociones al escucharlo. Recordaba claramente el dolor de descubrir su infidelidad y el horrible sentimiento de su lejanía, pero también recordaba los buenos momentos, el amor que alguna vez compartieron.

"Ya eso es parte del pasado y yo te perdoné hace mucho. Sabes que siempre tendrás un lugar especial en mi corazón", sonrió con dulzura, acariciando la mano del hombre sobre la mesa.

Fernanda no pudo soportar ver la interacción entre ellos. Se levantó de la mesa con una excusa, alegando que necesitaba un poco de aire fresco. Salió a la terraza del restaurante, tratando de calmarse y de ordenar sus pensamientos.

Mayte, al notar la ausencia de Fernanda, sintió una punzada en su pecho, sabía que le estaba afectando verla con él. Se disculpó con el hombre y se levantó dirigiéndose a la terraza en busca de Fernanda.

La encontró apoyada en una baranda, mirando hacia la calle, con los ojos llenos de lágrimas contenidas.

"Fer...", dijo suavemente, acercándose a ella.

Fernanda se mantuvo en su posición y agachó su cabeza al escucharla, soltando un suspiro.

"Me duele todo esto, Mayte...", dijo con su voz quebrantada.

Mayte sin importarle nada, la abrazó cuidadosamente por detrás. Recostó su rostro en la espalda de Fernanda, mientras daba suaves caricias en su cintura. Los labios de Mayte sobre su hombro descubierto, provocó que la piel de Fernanda se erizará.

"Lo sé, mi negra, lo sé... A mi también me duele que estemos así", susurró, apretándola más contra ella, sintiendo el calor de su cuerpo.

Se quedaron así por un momento, compartiendo un silencio lleno de emociones. Para su suerte, la terraza se encontraba únicamente con la presencia de ambas.

En la mesa, Mimi observó confundida la interacción entre ambas mujeres. "¿Alguna de ustedes me puede decir qué está pensando entre Mayte y Fernanda?".

Isabel e Ilse cruzaron miradas, intentando disimular sus nervios.

"¿Qué está pasando de qué? Nada, todo está bien con ellas...", respondió Isabel, dando un sorbo a su bebida.

"¿Por qué será que no te creo?", cruzó sus brazos, profundizando su mirada sobre Isabel.

Ilse colocó una mano sobre la pierna de su pareja, cuando la noto tensa por la intensa mirada de la rubia. "No sé qué ideas estarás haciéndote en tu cabecita, mama, pero todo entre ellas está más que bien".

Mimi se mantuvo en silencio, ignorando las actitudes raras de sus compañeras.

Después de un rato, Mayte y Fernanda regresaron al interior del restaurante. Mayte buscó con la mirada a Fernando, pero la mesa estaba completamente vacía. Siguió a Fernanda hacia la mesa donde las otras tres las miraban curiosamente, pero sin hacer preguntas.

El almuerzo continuó cómodamente, y horas después, las cinco mujeres se encontraban alistándose para el concierto de esa noche.

La hija mayor de Fernanda, preparaba sus cosas para comenzar con su trabajo de maquillarlas. La primera fue Mayte, quien al terminar, comenzó a ponerse el vestuario que había elegido esa tarde, mientras María maquillaba a su mamá.

Con ayuda de Isabel, Mayte ajustaba el traje cómodamente a su cuerpo, encargándose de resaltar cada uno de sus atributos.

Fernanda no podía dejar de verla. Parecía hipnotizada ante cada movimiento y gesto que hacía. Su desconcentración, dificultaba el trabajo que su hija realizaba en su rostro con tanta precisión.

"Ma, por favor, quédate quieta", se quejó, frustrada por la falta de atención de su madre. "No puedo hacer esto bien si te sigues moviendo", suspiró.

Fernanda algo apenada, respondió: "Lo siento, mi vida", sacudió un poco su cabeza, intentando enfocarse. Pero sus ojos seguían desviándose hacia Mayte, que ahora se encontraba completamente vestida.

Minutos después, Fernanda se encontraba con su maquillaje listo. Se dirigió a cambiarse y no pudo evitar sonreír al ver de reojo a Mayte colocándose unos aretes.

Mientras María trabajaba con el maquillaje en Isabel y Mayte revisaba algunos mensajes en su celular, Fernanda batallaba con el cierre de su vestido, mordiendo su labio con frecuencia por la ansiedad que le causaba.

"Mayte, ¿puedes ayudarme con el cierre de mi vestido?", preguntó, tratando de sonar lo más calmada posible.

Mayte asintió sin prestar mucha atención. Dejó su celular sobre la mesa y caminó hacia donde estaba Fernanda. Al encontrarla a medio vestir, sus latidos se aceleraron. Se acercó lentamente a ella, tragando saliva. Sus manos temblaban ligeramente, mientras subía el cierre con cuidado.

"Gracias", susurró Fernanda, girándose para mirarla. Una sonrisa se formó en sus labios. Intentó acercarse a ella, pero Mayte la detuvo. "May... ¿podemos vernos mañana en tu casa?", preguntó tímidamente.

Mayte notó algo de tristeza en sus ojos, sintiendo una presión en su pecho. "¿Pasó algo con tu marido? Sabes que cuando tengas un problema con él eres más que bienvenida".

"No, no pasó nada con él y ya no quiero seguir hablando contigo sobre mis problemas matrimoniales. Solamente quiero que estemos juntas un rato, que podamos hablar con más calma sobre lo que estamos sintiendo", agarró delicadamente su mano, dando unas suaves caricias con sus dedos.

Mayte, consumida por el miedo, retiró lentamente su mano, mirándola con una expresión seria. "No, Fernanda. Yo agradezco que te hayas sincerado sobre tus sentimientos hacia mí, pero... yo no siento lo mismo".

Fernanda negó con la cabeza. "Sabes que odio que me mientan, ¿por qué lo haces?", el silencio las invadió por unos segundos, hasta que Fernanda tomó el rostro de Mayte entre sus manos, mirando fijamente sus ojos y con voz temblorosa habló: "May, me dijiste que hace mucho no te sentías tan bien con alguien, eso significa que algo sientes por mí".

Los latidos de Mayte se aceleraron, al sentir como su respiración se mezclaba con la de Fernanda. "¡Ya basta! Eso no significa nada", dijo con fuerza, agarrando las manos de Fernanda que acariciaban su rostro. "Te dije eso por... porque ya había sido muy cruel contigo. Pero yo por ti no siento nada más que un amor de hermanas".

Fernanda observó a Mayte alejarse, reteniendo sus ganas de quebrarse en ese instante y llorar hasta quedarse sin lágrimas. Termino de acomodar la ropa sobre su cuerpo, mientras por su mente pasaba cada momento compartido con Mayte en la última semana.

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