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En el patio de la casa de Isabel, su grupo de  amigos cercanos se reunían para disfrutar de una noche llena de música y diversión. El lugar se encontraba perfectamente decorado, adornado por unas cálidas luces de guirnaldas, una mesa de madera con algunas bebidas y aperitivos para los invitados.

Algunos tarareaban la canción que sonaba a través de los parlantes, mientras otros se sumergían en pláticas amistosas. El ambiente era agradable, íntimo y alegre, las risas no desaparecían.

Isabel observaba a sus amigos con una gran sonrisa, mientras se unía a alguna conversación. Las horas pasaban con rapidez, sin que nadie se diera cuenta.

En algún punto de la noche, Isabel se percató de la ausencia de su hermana en la reunión, cosa que le preocupó un poco. Aunque sabía que Mayte siempre se iba temprano, nunca lo hacia sin antes despedirse. Miró a su alrededor buscándola, pero lo único que encontró fue la también ausencia de Fernanda.

Mayte, queriendo alejarse un poco del bullicio, se dirigió a la cocina en busca de un poco más de vino. Al ingresar, se encontró con Fernanda, quien estaba preparando algunos aperitivos que había llevado. Mayte, no puedo evitar detallarla, admiraba su belleza. Su cabello estaba perfectamente acomodado, tal como a ella le gustaba, su cuerpo estaba adornado por un enterizo color negro, que resaltaba cada parte de su cuerpo.

El perfume inconfundible de Mayte invadió a Fernanda e inmediatamente supo que era ella quien estaba detrás. Giró un poco su cabeza y al verla, una dulce sonrisa iluminó su rostro.

"Mi May, ¿qué te trae por aquí?", dijo y luego continuó con su tarea de preparar los aperitivos.

Mayte se acercó a ella y observó lo que estaba haciendo. "Vine a buscar vino, pero creo que ya se acabó", se encogió de hombros y agarró una de las fresas que Fer estaba acomodando en un plato.

"¡Oye! No he terminado, pero por ser tú, dejaré que agarres otra", la miró con una sonrisa.

Mayte dejó un beso en su hombro descubierto y le tomó la palabra. Llevo otra fresa a su labios y la miró a los ojos con la misma sonrisa luminosa que Fernanda tenía  en su rostro.

"¿Quieres ayudarme a terminar?", sugirió Fernanda, dando un sorbo a su vasito con tequila.

Mayte asintió suavemente, sintiendo como sus nervios se hacían presente. "Claro, dime que tengo que hacer".

Mientras terminaban de preparar todo, las risas reinaban en el lugar, creando un ambiente cómodo. Esa noche, había una conexión especial entre ellas, algo mágico que solo entendían con sus miradas.

Fernanda se detuvo un momento para observar a Mayte, su amplia sonrisa hacía que sus ojos se perdieran en ella y que su amor creciera más. Había algo en Mayte que llamaba su atención, ese brillo especial que irradiaba esa noche.

"¿Cómo sigues, negrita?", preguntó Mayte, luego de haber notado la intensa mirada de Fernanda sobre ella.

"Mucho mejor, gracias a ti, mi May. Deberíamos repetir ese viaje, la pasamos increíble".

Sus miradas se encontraron y las sonrisas tímidas se desvanecieron lentamente. Mayte sintió como su corazón latía con fuerza y su nerviosismo aumentaba. Fernanda dio un paso más cerca, con sus ojos puestos sobre los de ella.

"May, quiero decirte que...", intentó terminar de hablar, pero las palabras se quedaron en el aire.

Sin darse cuenta, se encontraban tan cerca que podían sentir el aliento de la otra. Sus miradas divagaban desde sus ojos hasta sus labios. El mundo a su alrededor pareció desaparecerse, la cocina, la fiesta. Solo eran ellas en ese momento, con una conexión palpable.

Sus rostros se aceraron lentamente, solo unos cuantos centímetros las separaban. Mayte se encontraba en un torbellino de emociones, destacando el deseo y el miedo. Mientras que Fernanda, sentía una intensidad jamás experimentada.

Mayte movía inquietamente su mano sobre la madera frente a ella. Cuando estaban apunto de besarse, sus movimientos provocaron que la copa de vino vacía que al ingresar a la cocina llevaba en su mano, cayera al suelo, haciendo que la burbuja en la que estaban atrapadas reventara, atrayéndolas de nuevo a la realidad.

"Lo siento, yo...", balbuceó Mayte, con sus mejillas sonrojadas y sus ojos muy abiertos. Sin poder procesar lo que estuvo apunto de suceder.

Fernanda, desconcertada por la situación, llena de nervios y algo confundida, respondió suavemente: "No lo sientas, está bien".

Mayte asintió, sintiendo como si el aire comenzaba a faltarle. Sin decir nada más, se dio la vuelta y salió apresuradamente de la cocina, invadida por sus pensamientos y emociones.

Regresó a la reunión, donde todo seguía con normalidad. Busco la mirada de Isabel, quien la miró aliviada. Mayte se acercó a ella, temblando un poco por la intensidad del momento. Sin decir una palabra, le quitó su tequila de la mano y se bebió el contenido de un trago, sintiendo cómo el líquido ardiente descendía por su garganta.

Isabel la miró entre confundida, sorprendida y preocupada. "¿Qué traes, Mayte? Estás pálida", dijo con voz inquietante.

Frotando sus manos con insistencia, señal de los nervios que aún habitaban en ella, respondió: "Estoy bien, Isabel. Hablamos cuando termine la reunión".

Isabel frunció en ceño, se dio la vuelta para servirse otro trago y volvió a mirarla. "Está bien".

Ambas intentaron volver a la normalidad de la noche. Mayte sentía unas inmensas ganas de salir corriendo, pero sabía que tenía que hablar con su hermana. Fernanda regresó a los minutos y no pudo evitar mirar a Mayte, estaba un poco más angustiada que ella.

Intento acercarse, pero Mayte la evitaba y Fernanda comprendió. Era lógica su reacción, habían estado apunto de besarse y aunque era algo que ambas deseaban, sabían que no podía suceder.

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Bienvenidxs a esta nueva historia. Espero que les haya gustado este primer capítulo, y bueno, díganme si quieren que continué. ♡

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