• XI

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Luego de haber conseguido que Fernanda se compusiera, las tres Pandora salieron al escenario. Fueron recibidas con aplausos que llenaron sus corazones. La suave melodía de 'mi hombre' resonó en todo el auditorio, y Mayte, no pudo evitar sentir incomodidad.

Fernanda miró al público con una sonrisa luminosa. Mientras agarraba el micrófono, se dirigió a los presentes. "Esta canción es muy importante para mí. Como muchos sabrán, se la he dedicado siempre a mi marido y aunque últimamente no lo he hecho, me parece que este es un buen momento para volver a hacerlo. Mijo, esta noche no estás físicamente presente, pero si lo estás en mi corazón".

Mayte sintió como si un cuchillo le atravesara el pecho. Algo dentro de ella le decía que Fernanda no queria hacer esa dedicatoria, que lo hacía por el dolor que ella misma le causó con su rechazo, con sus palabras.

Fernanda comenzó a cantar, luchando con todas sus fuerzas para mantenerse lo más tranquila posible y poder entregarles una magnífica interpretación a su público, quienes las miraban con emoción y nostalgia, completamente ajenos a los sentimientos conflictivos que la habitaban.

Por otro lado, Mayte intentaba mantener la compostura, sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos. Todo estaba conspiraba en su contra para desmoronarla en ese instante. El shock se visualizó en su rostro, evitándole unirse al coro a tiempo.

Isabel, la miró disimuladamente, con algo de preocupación al notar la ausencia de su voz en las armonías.

Carlos, se acercó rápidamente a ella, sacándola de su trance al tocarle el brazo. "¿Estás bien? ¿Puedes seguir?", preguntó en voz baja.

Mayte negó con la cabeza, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. No podía seguir, no en ese estado. Sentía que el aire se volvía cada vez más denso e irrespirable.

Carlos la tomó del brazo suavemente, guiándola fuera del escenario mientras la voces de Fernanda e Isabel resonaba como ecos en su cabeza. Una vez lejos de las luces y del público, Mayte se desplomó. Carlos la sostuvo mientras sollozaba incontrolablemente, con su cuerpo tembloroso.

En ese momento, Mayte sintió la frustración de no poder expresar sus verdaderos sentimientos y el dolor causado por las palabras de Fernanda hacia su marido. Todo se mezclaba en un remolino de emociones que la agotaba completamente.

Carlos, sin soltarla, le ofreció algunas palabras de consuelo, intentando calmarla, sin entender mucho lo que sucedía con ella. Pero Mayte solo podía pensar en Fernanda, en cómo se encargó de usar las palabras perfectas en su dedicatoria para herirla.

Cuando las lágrimas comenzaron a cesar, Mayte se recostó contra la pared, sintiéndose agotada y vacía. Miró a Carlos y trató de esbozar una sonrisa. "Gracias", susurró con la voz quebrada, a lo que él asintió.

"¿Necesitas algo?", preguntó suavemente, acomodándose a su lado.

Ella negó, intentando controlar sus emociones. "No, solo... solo quiero irme a mi casa".

Mientras la ayudaba a levantarse, Carlos le solicitó a uno de sus compañeros un poco de agua. Al verla más aliviada, la llevó a su camerino para que acomodara sus cosas. Fue hasta donde estaban los managers y les comentó lo sucedido. Luego de que ellos le confirmaran que el concierto podía continuar con las cuatro cantantes y la ayuda de las corista, él fue el busca de Mayte.

En el escenario, Isabel y Fernanda seguían cantando, aunque la ausencia de Mayte era palpable. El público, ajeno a todo lo que se desarrollaba en el backstage, cantaba y disfrutaba de la interpretación de ambas.

Minutos después, Carlos guió a Mayte hacia el auto que la esperaba. Durante el trayecto hasta su casa, Mayte miraba por la ventana, observando cómo las luces de la ciudad se desdibujaban en la oscuridad de la noche. Cada kilómetro que recorrían era un pequeño alivio, una distancia necesaria entre ella y el dolor que acababa de experimentar.

Al llegar a su casa, se sintió algo tranquila, era el único lugar donde permitía que sus emociones fluyeran libremente sin temor a ser juzgada. Entró rápidamente, cerrando con fuerza la puerta detrás de ella.

Una vez dentro, se dirigió a su habitación. El silencio de la casa la envolvió, brindándole un poco de paz. Se dejó caer sobre la cama, abrazando una almohada con fuerza, buscando consuelo en su suavidad. Las lágrimas volvieron a caer, esta vez sin contención alguna. Sollozaba en silencio, dejando que cada lágrima llevara consigo un poco del peso que sentía encima.

Cuando la canción llegó a su fin, Fernanda abandonó el escenario lo más pronto posible. Antes de dirigirse a su camerino, pasó por el de Mayte, el cual estaba vacío. Soltó un suspiro y se dirigió al suyo a pasos apresurados.

Al entrar, comenzó a guardar sus cosas rápidamente, preguntándose por el estado de Mayte. A través del espejo, observó a su manager parada en la puerta, visiblemente molesta.

"¿Qué estás haciendo, Fernanda?", dijo con su voz cargada de furia. "¡El show no ha terminado, no te puedes ir!".

Fernanda apenas levantó la mirada, concentrada en meter sus pertenencias en su bolso. "No puedo seguir, necesito
irme."

"¿Estás loca? Hay miles de personas que pagaron para ver a cinco cantantes, no a tres. Dejamos que Mayte se fuera porque se puso mal, pero tú no te puedes ir. Esto es muy irresponsable de tu parte."

Fernanda se detuvo y levantó la cabeza, su mirada encendida de rabia y dolor. "¿Crees que no lo sé? ¡Claro que lo sé! Pero no puedo continuar cuando estoy destrozada por dentro".

Rocío se cruzó de brazos, reflejando molestia en su mirada. "Todos tenemos problemas, Fernanda. Pero tenemos un trabajo que hacer e irte así es inaceptable. Estás poniendo en riesgo muchas cosas".

Fernanda apretó los dientes, conteniéndose de decir algo de lo que se arrepentiría. Finalmente, soltó un suspiro agotador y volteó a mirarla. "¿Sabes qué? No me importa, lo único que quiero en este momento es irme". 

Sin esperar una respuesta, tomó su bolso y salió del camerino. Corrió con cuidado hacia su auto. En el camino, se quitó los zapatos para facilitar su ida.

Minutos después, Fernanda llegó a la casa de Mayte, aparcando su auto de forma apresurada. Se quedó sentada unos segundos, tratando de reunir el valor para salir y enfrentar la situación.

"No la llames, por favor. Déjame pasar. No te meterás en problemas", susurró frente al guardia de la privada de Mayte".

Él la miró dudoso, notando la angustia que estaba sintiendo. "Está bien, lo haré porque usted me cae muy bien".

Fernanda asintió suavemente, agradeciéndole con una sonrisa. Finalmente, con un suspiro profundo, se bajó del auto y caminó hacia la puerta. Rebuscó en su bolso la llave de la casa y entró apresurada.

Subió las escaleras lentamente, cada paso resonando en la casa silenciosa. Cuando llegó a la habitación de Mayte, la encontró acurrucada en su cama, llorando desconsoladamente.

"Mi May...", susurró, acercándose a ella, mirándola con una sutil sonrisa.

Mayte al verla, se levantó quedando sentada en la cama y comenzó a limpiar el rastro de su llanto. "¿Qué haces aquí, Fernanda?".

ERES TODO PARA MÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora