Neat

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Advertencias: Menciones al fanatismo religioso, ansiedad, pensamientos suicidas, machismo, canibalismo.

Advertencias: Menciones al fanatismo religioso, ansiedad, pensamientos suicidas, machismo, canibalismo

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La inocente Hina limpiaba la tierra en sus plantas de los pies, habría tomado un baño como cada mañana, pero la mirada del hombre en ella le decía que no era correcto.

¿Era un rehén? No, ella pudo haber gritado más fuerte ¿Un invitado? No, él no era bienvenido. ¿Entonces era la lastima que Hina sentía por el fuerte hombre alto y de aspecto terrorífico? Sí.

Solo necesita ayuda, es un alma perdida” pensó la joven mientras estiraba un poco de agua y el fino aceite de rosas que le ofrecían a ella cada semana—. Puedes lavarte, hay un cuarto de baño al final del pasillo…solo no salgas de aquí.

Sukuna la miró de arriba abajo—. No me das órdenes.

Antes de poder replicar, sus pequeñas ayudantes del templo agitaron sus cascabeles. Hina rápidamente empujó el cuerpo del mayor al armario—. No hagas ruido —la pobre se imaginaba lo peor, y ese resultado era el hombre decapitado, o peor aún, ella.

El hombre se resistió, pero no por mucho, ya que ella usó su ritual maldito para sellar la puerta, y en parte, él no quiso seguir molestando. Era raro que cerca de ese atacante, sus “conjuros” sirvieran más. La joven se puso un camisón blanco, tan delgado que la brisa matutina le daba frío en los huesos.

Las niñas de diez y once años limpiaron el cuerpo de la mayor con una suave esponja de mar, era tan extravagante que solo había unas pocas en la aldea, y todas estaban destinadas a ella. Decoraron su cabello con flores silvestres y pusieron un lindo kimono en su cuerpo, no lo ataron, pues ella misma lo hizo.

Sonriendo, las niñas pusieron una canasta cerca de su cama, con dulces y deliciosas frutas.

—Pueden tomar una —dijo la mujer, pero las pequeñas sonrieron tímidamente. Nunca le respondían, ni hablaban con ella, era pecado.

Salieron en silencio para limpiar el pasillo del templo, y la entrada. La joven suspiró y miró su armario, como sí por desearlo con fuerzas, el ente hubiera desaparecido. Sus manos acariciaron la madera antes de abrir ligeramente la puerta.

—No me mires, o te arrancaré los ojos —la voz ronca la asustó y volvió a cerrar la puerta rápidamente.

Tomó su chal y salió por el pasillo, caminó hasta la entrada, donde las niñas seguían limpiando, y se quedó sentada. Abrieron las puertas y un montón de alabanzas cayeron en ella. Sonrío suavemente y agito su mano—. Diez bendiciones para cada uno. Diez bendiciones para sus cosechas —las palabras se atoraron en su garganta—. La bendición esté en sus corazones, y mente.

Las mujeres embarazadas dejaron pequeños paños con dulces de leche. La de ojos verdes lentamente puso su mano sobre ellos, obligándose a impregnarlos de energía. Ellas sonrieron felices y los comieron de inmediato, algunas lloraban como cada semana “Gracias Santa, nuestros hijos están bendecidos”.

𝙏𝙤 𝙨𝙬𝙚𝙚𝙩 [𝙎𝙪𝙠𝙪𝙣𝙖 𝙭 𝙊𝘾]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora