Judas

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Advertencias: Ninguna.

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Pensar en su familia ponía triste a Hina. Su abuela y padres la dieron como una vaca o más bien un cordero para ser sacrificada, aunque ellos creían que era una bendición.

“¿Realmente puedo culparlos por ser ignorantes? Ellos solo querían que yo cumpliera con mi deber” pensaba cuando aún estaba atrapada en el templo, sonriendo forzadamente, obligándose a dar bendiciones.

Ahora ella podía ver las cosas como eran, sus padres tal vez la amaban, pero la condenaron a vivir y morir por su aldea, ellos esperaban que Hina diera todo de sí misma. Pero incluso si les daba su piel, su carne y órganos, ellos querrían los huesos también.

Los orbes verdes miraban la pequeña luz que entraba por la ventana, sentía un leve dolor en el estómago, probablemente tendría su sangrado en unos días, siempre fue una molestia, al menos antes tenía todo a la mano para atenderse, aunque ahora probablemente a Sukuna le parecería repugnante.

—¿Qué tanto piensas? —la ronca voz fue acompañada de un fuerte apretón a su cintura—. ¿Te lastimé?

—No…solo que me duele, tendré mi ciclo —confesó apenada.

El de cabellos rosados se apoyó en su antebrazo suspirando—. Claramente son el sexo más complicado —su respuesta era sarcástica—. Debería poner un bebé ahí, así dejarás de sangrar por un tiempo.

Hina apartó la vista mientras sus mejillas se sonrojaron fuertemente, más de lo que podía estarlo—. N-no digas eso…

—Tener hijos nunca me pareció una buena idea, ni siquiera quería tener hermanos…pero —detuvo sus palabras y hundió su cara en el arco de su cuello—. No me molesta.

La castaña acarició sus hombros tatuados lentamente siguiendo los patrones—. ¿Qué significan las líneas?

—¿Qué significado quieres darles?

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El de cabellos rosados revisó una última vez el pie de Hina, ya era la quinta vez en el día, solo trataba de asegurarse que estuviera bien.

—Ya no me duele —afirmó la menor con una pequeña sonrisa tímida—. ¿Vamos a quedarnos aquí?

“Esos malditos hechiceros ya me están siguiendo” pensó el contrario—. Debemos movernos, pronto llegará el invierno y nos congelaremos.

Hina tomó aire antes de salir del templo—. Tú has visto el mundo, ¿a dónde iremos?

El más alto arqueó la ceja, pues esperaba que ella se resistiera un poco más—. Un lugar cálido, tal vez el mar.

La de ojos verdes giró rápidamente y se acercó a él apretando sus puños suavemente—. ¿De verdad? ¿Veremos el mar? ¿Es cierto que es salado?

Ryomen se arrepintió de darle esos ánimos, aunque en el fondo era reconfortante verla parlotear y caminar tan pegada de él tratando de hacerlo hablar. Nunca, ni siquiera antes de nacer fue rodeado de tanta paz, y esa mujer de cabello castaño lo llenaba de una gloria inigualable. Pero él estaba más allá de lo manejable, por eso mismo debía ponerla en un lugar a salvo de los demás, de él mismo, no, no sería esa jaula dorada donde ella estaba atrapada.

𝙏𝙤 𝙨𝙬𝙚𝙚𝙩 [𝙎𝙪𝙠𝙪𝙣𝙖 𝙭 𝙊𝘾]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora