Teeth

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Advertencias: Ninguna.

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El sudor caía por la barbilla de Hina, sus músculos se contraían rítmicamente mientras la joven trataba de reponerse. Sukuna le enseñó varias cosas acerca de la hechicería, pero claro, el hombre no creía en la enseñanza teórica, sólo práctica. Básicamente la apaleó físicamente, ni siquiera usó energía maldita para golpearla.

—Prepararé un baño para tí —Hina se puso de pie temblando y avanzó hasta el baño del templo, la tina tenía agua que era alimentada con la laguna de la aldea. Suspiró y tomó algunas de las hierbas que las mujeres le daban como regalo—. El agua sigue muy calient-

El hombre de cabellos rosas estaba desnudo detrás de ella, con una mirada casi indiferente a su estado. Deslizó su cuerpo en la tina apenas siendo contenido por la madera tallada, el agua se desbordó por todo el piso salpicando como la lluvia debía hacerlo afuera del templo. Sentado frente a Hina la observó por unos segundos—. Todo este lugar huele como tú —fue lo primero que salió de su boca.

Lavanda, almendras molidas, jalea real, canela, eran algunas cosas que se podían distinguir en el aire. La joven bajó la mirada avergonzada, dió un paso hacia atrás—. S-si necesitas algo…

—Toma esa esponja y limpia mi espalda —en su voz no había espacio para una pregunta. Sus ojos distinguieron como las manos de la castaña temblaban ligeramente cuando tomó la esponja de mar.

La menor mantuvo su mirada clavada en el suelo hasta que llegó a su lado y comenzó a frotar la rígida esponja delicadamente en sus anchos hombros. Sin querer alzó la cara y vió lo tonificados que eran sus músculos, la anatomía casi simétrica en su espalda, había algunas marcas, pero eso solo la hacía más atractiva a la vista. Sus dedos trazaron involuntariamente las líneas de sus tatuajes cercanos, decir que era majestuoso era poco.

—Nadie que me haya intentado tocar así está vivo, mujer —giró ligeramente la cabeza y vió los delicados rasgos de la chica—. Eres demasiado atrevida, eso te matará.

La muchacha apartó ligeramente sus dedos apenada, mordiendo el interior de su mejilla para no decir algo estúpido.

No te atrevas a dejar de hacer eso, o tendré una razón más para castigarte —pese a sus palabras amenazantes, Sukuna no veía a Hina como a los demás insectos, de hecho era lo más cercano a un igual—. Continúa, parecías muy concentrada en tocar mi piel.

La castaña lentamente siguió trazando cada cosa que creía impresionante, las cicatrices, los tatuajes, los músculos que se contraían con cada roce de sus yemas. Incluso sonrió cuando el mayor se acomodó dándole más espacio para acariciar sus hombros—. Es bueno compartir esto contigo…con otra persona, quiero decir.

El hombre alzó una ceja intrigado—. Si una mujer estuviera en mi lugar ¿Harías lo mismo? Si yo fuera otro hombre, ¿Harías lo mismo?

Los ojos verdes brillaron extrañamente curiosos ante sus preguntas—. Bueno yo supongo que sí…si ellos fueran como tú.

El mayor se apartó rápidamente, sosteniendo su muñeca con fuerza, algo dentro de él se irritó al escuchar la naturalidad de sus palabras. Sí, probablemente otra persona ya se hubiera aprovechado de ella, habrían abierto sus piernas y hubieran bebido de ella, tal vez la habrían puesto de espaldas a la madera pegando su delicado cuerpo al suyo. Esa idea enfureció a Ryomen.

El rostro de Hina fue salpicado por gotas de agua que cayeron sobre sus mejillas, y la rudeza con la que fue sostenida la hizo jadear asustada—. ¿Dije algo malo? ¿Te ofendí?

El de tatuajes no fue capaz de verbalizar sus deseos, la soltó bruscamente—. Déjame solo —debía estar solo, no podía salir de la tina sin que la dolorosa y latente excitación en sus piernas goteara desesperadamente por la femenina.

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Hina se dió un baño más rápido de lo que hubiera querido, la imagen del hombre desnudo seguía rondando su mente. “Pecaminoso, impuro” pero ella sabía que la línea entre la inocencia y lo pecaminoso era tan delgada, tan frágil.

Envuelta en sus ropas para dormir salió y aún cohibida se acostó en su futón. Sukuna estaba frente a ella sin decir nada, y eso le aterraba en una forma distinta, no quería correr, solo quedarse encogida evitando sus ojos rojos.

En silencio era aplastador, su figura apenas se movía lentamente bajo la sabana. Giro lentamente su cara, y logró captar algo bello.

Él está durmiendo…él descansa”.

Sukuna era peor que un demonio, peor que las maldiciones, no dormía mucho pues usaba técnicas de rituales inversos. La última vez que durmió en presencia de otra persona, era un recién nacido.

Era la presencia de la castaña, saber que era como una mariposa frágil, pero cubierta con la energía maldita necesaria como para enfrentar a los hechiceros más poderosos de esa época. Ella tan liviana como una hoja, y sin nada de maldad en su corazón, ella era tan…

El mayor descansaba sentado contra la pared, su espalda rígida, pero aún así mucho menos tensa. Hina no se movió, si lo hacía, él despertaría, simplemente observó al hechicero hasta que ella misma cerró los ojos.

 Hina no se movió, si lo hacía, él despertaría, simplemente observó al hechicero hasta que ella misma cerró los ojos

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Ya quiero que Sukuna se f0lle a Hina.
-Honey

𝙏𝙤 𝙨𝙬𝙚𝙚𝙩 [𝙎𝙪𝙠𝙪𝙣𝙖 𝙭 𝙊𝘾]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora