Capítulo 12: Turistear

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—¿Quieres más? —cuando vio que negó ligeramente con la cabeza, hizo una mueca—. Blu, tienes que comer.

—Pero, ya comí.

Ella negó con la cabeza tomando una de las frutas para ponerla frente al guacamayo animándolo a que comiera otra.

—Una no es suficiente y lo sabes.

Blu la tomó entre sus alas y sin muchos ánimos hundió el pico en la fruta para comerla moviendo su mandíbula con lentitud.

Ella se semi recostó a su lado mientras lo miraba comer asegurándose de que lo hiciera. El macho tenía los ojos inchados, pero el mismo se negó todo lo posible a llorar, siempre frotando sus ojos con fuerza para evitar las lágrimas, teniendo como resultado la irritación que presentaba ahora.

Se sentía mal por verlo así, pero no encontraba la manera de poder animarlo, ¿Cómo podría estar bien justo después de lo que pasó?

Ya se imaginaba que algo así iba a suceder (porque se iba a ir con ellos) pero las cosas estallaron de una manera completamente diferente del que pudo haberse imaginado así que no dudo en llevarse a Blu a su nido para que estuviera en lo que cabia tranquilo.

A duras penas se acabó la segunda fruta limpiando su pico con algo de papel que sacó de la cangurera. Hera miró el objeto mientras lo guardaba sin arrugar en donde lo traía y entonces una idea cruzó por su mente.

—¿Vas a ir con tu humana?

Blu detuvo cualquier movimiento por un segundo y ella creyó que no fue buena idea mencionarla, aunque quizá sería el mejor confort que pudiera tener en esos momentos.

—No, no puedo, no ahora —respondió cerrando su cangurera—. No creo que sea buena idea que ahora mismo sepan que estamos aquí, además cuando regresen a Río y no vean a Perla ni a los niños, yo... No sé... —soltó un pesado suspiró.

Sí, podía entenderlo. La tribu no quería ser descubierta y la presencia de Blu para ambos humanos podía ser un escalón a encontrarlos, lo que crearía una distancia mucho mayor con su pareja (¿Lo seguía siendo?) si creían que por él los encontraron.

—Entonces —ella se levantó sacudiendo un poco todo su plumaje. Tocaba hacer una jugada arriesgada—. Que tal sí... ¿Te gustaría ir a algún lugar humano?

—¿Eh? —claramente recordaba alguna por la que pasaron antes de adentrarse en la selva—. No lo sé, no creo que sea buena idea.

—Volar un poco siempre ayuda —dijo para mencionar discretamente que quería que se distrajera de lo que estaba pasando—. Como dicen los humanos, turistear. Llevo un año aquí, pero te aseguro que conozco las zonas.

Blu lo pensó un poco, pero su mente se centró más en las últimas palabras dichas por la hembra, lo que le hizo fijarse en ella.

—¿Sólo llevas un año aquí? —según los libros de Bia, las águilas arpías se quedaban siempre en una zona delimitando su territorio.

Hera se quedó callada, parpadeó un par de veces sin quitarle los ojos encima y acabó sonriéndole con su característica amabilidad hacia él.

—Tuve que mudarme —finalmente dijo tras la extraña pausa—. Pero no pasa nada, gracias a eso pude conocerte, ¿No?

—Sí, supongo que sí —pero, ¿Por qué se tuvo que mudar? Blu no se atrevió a decir la pregunta en voz alta.

La hembra se acercó a él para meter el pico debajo levantándolo a lo que Blu se agarró un momento de su cara sorprendido por la acción.

—Menos mover el pico y más las alas, Blu.

Cortando el tema que apareció de la nada, regresó a la conversación original. No iba a dejar que el guacamayo se perdiera en sus pensamientos, haciéndose sufrir a si mismo mientras repetía en su mente lo que él y Perla se dijeron el día anterior, los arrepentimientos o sobre pensando más la situación.

Freedom (Blu) ||Rio2|| [8]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora