Capítulo 03: Aceptar la pata de alguien más

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—¿Eso es todo lo que tienes? ¡Aletea más fuerte!

—¡S-Sí señor!

Blu estaba haciendo lo mejor que podía y no es que tuviera otra opción considerando que era volar rápido o ser mordido por una piraña. Le habían atado un par de piedras para mantener el peso hundido en el agua mientras le ayudaba a fortalecer sus alas y a la par las pirañas brincaban tratando de morderlo.

Cada día era más duro con él.

Aún así, ya fuera mal o regular, superaba de algún modo u otro las pruebas que su suegro le ponía, aún si no habían felicitaciones por ello. Cada día regresaba a la nidada hecho polvo, cubierto de barro, hojas y a veces ya ni siquiera sabía que era lo que traía pegado.

En aquella ocasión no fue la excepción, sacando su cara de la fruta que su pico había aplastado cuando cayó al fallar una vuelta.

—Terminamos por hoy.

—¿Qué tal estuve? —limpió como pudo el dulce de su pico que en pocos minutos se volvería pegajoso y desagradable.

—Como siempre, a este paso te costará mucho tiempo realmente poder sobrevivir aquí.

Si supiera que ya lo habían agarrado y casi comido...

El mayor de los guacamayos a punto de emprender vuelo miró al cielo un momento atento al igual que algunos otros animales a la redonda, entonces todos casi se movieron al mismo tiempo. Bajó a donde Blu y con su ala le golpeó el pico mientras lo empujaba entre los arbustos.

—¿Qué sucede?

—Shhh, quédate quieto y callado.

Entre el follaje se asomó ligeramente retirando algunas hojas, dándole también a Blu la capacidad de ver al cielo. No era difícil de encontrar lo que ellos y otros tantos temerosos animales observaban surcar el cielo.

¿Se trataría de ella o era alguna otra águila? A primera vista aún no podría diferenciarla de otras.

En pocos segundos el águila pasó y desapareció del mismo modo que llegó, todos pudieron volver a respirar. Salieron de entre el follaje aún con pasos cautelosos.

—Avisaron que hay un par de nuevos nidos relativamente cerca de nuestro territorio y del de los rojos, hay que tener mayor cuidado —comentó aunque no parecía que realmente las palabras fueran para Blu.

—Hablando de eso —se apresuró a su lado luego de echarle otro vistazo al cielo—. Usted tiene, ¿Algún amigo de ellos? Quiero decir, para poder aprender a sobrevivir a sus táctica y esas cosas de águilas.

Eduardo lo miró como si su pregunta y palabra fueran una tremenda estupidez.

—¿Qué dices? ¿Estás loco? —señaló hacía él cielo—. Cómo podríamos relacionarnos con depredadores. Si quieres ve a tratar de charlar con una pantera.

—No, pero yo creí que-

—Realmente los humanos te han lavado el cerebro, creer que te puedes hacer amigo de todos, que absurdo —suspiró con una notoria decepción—. Deberías de dejar esos pensamientos... O podrías lastimar a mi hija y a mis nietos.

Blu trató de corregir sus palabras, pero Eduardo ya había emprendido vuelo sin intenciones de seguir escuchando sus locuras.

.

Se agitó sacándose el agua de las plumas y con ello quedando libre de cualquier suciedad que estaba en su cuerpo. Casi al instante sintió el aire agitarse frente a él viendo a perla aterrizar justo a unos pasos.

Freedom (Blu) ||Rio2|| [8]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora