El Origen de una Leyenda parte 2
MARIAM
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Han pasado ya tres años desde aquella noche en la panadería, cuando escuché voces desconocidas. Desde entonces, mi vida ha cambiado por completo.
Pasaron tantas cosas... y lo inevitable ocurrió: me enamoré de Leo. Al principio, cuando regresó, se mostró distante, como si algo lo atormentara. Sin embargo, con el tiempo, todo volvió a la normalidad. Empezamos a pasar más tiempo juntos, haciendo pedidos, recorriendo el pueblo a caballo, compartiendo confidencias y sueños. Poco a poco, cada pequeño gesto suyo fue dejando una marca en mi corazón.
Ahora, cuento los días para nuestra boda. Falta un año y medio, un tiempo perfecto para planearlo todo. La ilusión crece con cada detalle que imaginamos juntos... pero una sombra empaña mi felicidad.
Nana Toñita lleva tres meses postrada en cama, su salud deteriorándose día a día. Me aterra pensar que algo le pase. Ella es la única persona que siempre me ha mostrado cariño incondicional, el único refugio que me queda. Si la pierdo, no sé cómo podré soportarlo. Solo me quedarían Leo y Nando como mi única familia en este mundo... y, aunque ellos están a mi lado, el miedo de quedarme completamente sola me consume.
Hoy decidí caminar hasta el lago escondido en la espesura del bosque, aquel que descubrí hace tiempo, pero que pocos conocen. El aire fresco acaricia mi rostro mientras el sol comienza su descenso en el horizonte, pintando el cielo con tonos dorados y carmesí. A pesar de que la noche se acerca, el espectáculo del atardecer desde aquí vale la pena cada paso.
El sonido del agua tranquila me envuelve en una sensación de nostalgia, recordándome momentos que creí olvidados. Por un instante, me siento lejos de todo, como si este lugar existiera solo para mí... pero una voz detrás de mí rompe el silencio.
XXX > Debería tener mucho cuidado, señorita. En estos lugares, cuando cae la noche, dicen que aparece el Charro Negro. No vaya a ser que se la lleve con él.
> ¿Disculpe?
> Sí, el Charro Negro. ¿Nunca ha oído hablar de él?
> No, nunca escuché sobre eso.
> Dicen que no es un hombre común, sino el mismo diablo disfrazado. Se acerca a personas desesperadas, les ofrece riquezas, poder... pero a cambio les exige su alma.
> ¿Pero ¿cómo los encuentra? ¿Se les aparece o los busca?
>Bueno, señorita, si gusta seguir hablando sobre esto, por qué no se acerca más. Es más, la invito a tomar algo en el pueblo, para que se sienta más cómoda.
> No, gracias. Ya me iba, no quiero estar sola a altas horas de la noche. Con permiso. (Pasa a su lado, intentando alejarse).
> Es una lástima, señorita. Quédese, le aseguro que no se va a arrepentir, la va a pasar muy bien. -De repente, la sujeta del brazo con firmeza, impidiéndole avanzar.
> ¡Suélteme! Tengo que irme, me están esperando.
> Ustedes las mujeres siempre quieren que les rueguen... Pero cuando lo tienen frente a ustedes, lo rechazan. - Intentando besarla, sujeta su brazo con más fuerza.
> ¡Suélteme! Ya le dije que me quiero ir... -Su voz se quiebra, está a punto de llorar.
> La señorita le dijo que la suelte. -Su tono es firme, sus pasos seguros mientras se acerca.
