A lo lejos, una silueta recortada por la neblina cabalga sobre un imponente corcel negro, sus ojos llameantes perforan la oscuridad. La figura avanza sin pausa hacia una vasta hacienda, donde rosas enredan sus muros y cubren el patio en una sinfonía de colores. Cuando la silueta desmonta, la luna ilumina su cabellera dorada, su piel pálida y el imponente traje de charro negro que viste. Con cada paso que da, las rosas cercanas se marchitan, como si su presencia drenara la vida de todo a su alrededor.
Desde el día en que su anterior patrón le heredó su legado, la maldad que acechaba en la sombra se aferró a Mariam, devorándola con una rapidez aterradora. La esencia del Charro Negro corrompió su alma hasta moldear la versión más oscura y perversa de sí misma. Se dice que un solo susurro suyo es capaz de derribar a miles y que una sola mirada de sus ojos, profundos como el océano, puede arrastrar a un hombre hacia la locura. Su nombre se ha convertido en leyenda, temido y respetado en cada rincón de Nueva España.
A lo lejos, Rosendo corría apresurado hacia la patrona, su respiración agitada y el miedo reflejado en su mirada. Con un movimiento rápido, se quitó el sombrero antes de hablar. —Disculpe, patroncita, pero creo que debería saber algo que está ocurriendo en la hacienda —dijo con respeto, intentando sonar firme.
Mariam apenas le dirigió una mirada antes de responder con impaciencia. —¿Y qué puede ser tan importante como para interrumpirme? Habla ya, no tengo todo el tiempo del mundo. Debo destilar el alma de un pobre iluso.
Rosendo tragó saliva y, con cautela, explicó—No se preocupe, no es nada grave... Solo que los empleados y yo nos preguntábamos si podríamos tener un día de descanso. —Verá, es la boda de mi hermana, y como será 2 de noviembre, queremos ir a caminar por el mundo de los vivos.
Mariam arqueó una ceja, cruzando los brazos con desdén. —¿Me interrumpiste solo para hablar de algo tan insignificante como descansar? ¿Crees que este es un lugar para holgazanes?
> —Bueno... nosotros pensamos que... —Rosendo titubeó, su voz temblorosa delatando el miedo.
Mariam entrecerró los ojos, impaciente —No, nosotros nada. Sabes... pensaba darles ese día libre a todos, pero ahora que lo pienso, creo que los haré trabajar el doble. ¿Qué te parece?
Rosendo se apresuró a responder, el nerviosismo evidente en su rostro. —Lo lamento, patroncita. No era nuestra intención. Se lo diré a los demás. —Pero... hay otra cosa. Me informaron que el antiguo sucesor del patrón ha regresado de su viaje. Está en Puebla de Los Ángeles... junto a su hermano.
> —Leo... —susurró Mariam, con una expresión que Rosendo no logró descifrar.
> —Con su permiso... —musitó el hombre, inclinando la cabeza antes de disponerse a salir.
Mariam lo observó por un momento, luego esbozó una sonrisa inesperadamente amable. —Llevas trabajando para mí dos años y medio, y aún no me conoces. No soy el monstruo que todos dicen que soy. —Tómense el día libre, pero vuelvan antes del amanecer y terminen sus tareas. Vayan juntos, regresen juntos. Y no se atrasen con su trabajo.
> —Está bien, gracias, patroncita. Si me disculpa, iré a asegurarme de que todo esté en orden en la hacienda —dijo Rosendo, inclinando la cabeza con respeto. Sin embargo, mientras se alejaba, no pudo evitar fruncir el ceño, confundido por el repentino cambio en la actitud de Mariam
MARIAM
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Una vez que Rosendo se marchó, caminé lentamente hacia la galería donde descansaban los retratos de los antiguos charros. En aquel lugar, entre sombras y silencio, las botellas que contenían las almas de los tontos avariciosos que hicieron tratos brillaban con un resplandor tenue, atrapadas en su eterna condena. Pero mi mente ya no estaba en ellos. Leo había regresado a Nueva España. Aún recuerdo el día en que se fue... Fue el más feliz de su vida, y, sin embargo, yo sentía que moría por dentro. Tan ingenua, tan ajena al peso del destino. Era de esas personas que, al no haber conocido el amor, dejaba que cualquier acto de bondad me atravesara hasta lo más profundo del corazón.
> Flashback >
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Nando y Mariam llegaron desde la plaza del pueblo, atravesando las calles empedradas hasta la panadería de la abuela San Juan.
Al entrar, el aroma a pan recién horneado envolvía el lugar, pero la atmósfera se tornó tensa cuando la abuela de Mariam, la mejor amiga de la familia San Juan, fijó su mirada en ella. —Niña, ¿dónde estabas? Tenías que haber llegado hace media hora —le reclamó con tono severo.
Mariam bajó la mirada, sintiendo el peso del regaño. —Lo lamento, abuela... Me distraje en la plaza, y cuando estaba a punto de desesperarme, Nando me ayudó a volver a la panadería.
Nando, sintiendo la tensión en el ambiente, intervino con calma —No se preocupe, señora. La traje por el camino más largo para evitar la vieja casona de la Nahualá. Eso nos retrasó un poco.
Pero Mariam sabía que explicar toda la verdad sería más complicado. ¿Cómo le diría a su abuela que había seguido a un hombre vestido de negro, intercambiado palabras con él, y que solo después de su encuentro él la había enviado de regreso al pueblo? ¿Y cómo justificar que en el camino se perdió en la plaza, atrapada por el bullicio, hasta que por fortuna encontró a Nando?
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* Yo le puse Nueva España a México porque no me especifica el año en que se desarrolla la leyenda de los chaneques que en teoría es cuando Nando Y Leo se va de Nueva España
y esta historia se empieza a situar a tres años después de que ellos se fueron y regresaron y para ese tiempo no se sabe el año con exactitud, pero según la información en internet la leyenda de Las Momias de Guanajuato, el Chupacabras y el charro negro transcurren en el mismo año y busque el tiempo y no aparece su año por eso seguiremos mi cronología ok.
bueno chao
