10. "Gracias"

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—No te conozco, pero pienso que estás demente si crees que caeremos en tu trampa.

   Los delgados músculos de Derina estaban tan tensos que se podía notar cómo se contenía de golpear a la rubia Herz.

—Der, por favor...—suplicó Shiza con sus grandes ojos casi llorosos. La violencia la asustaba después del genocidio.

   June se dio cuenta de que aquella indigente sería capaz de cualquier cosa para proteger a los suyos, y lo entendió. Ella haría lo mismo.

—Mira... Es lógico que no confíes. Yo tampoco sé si lo haría en tu lugar... Lo único que puedo decirte es que quiero ayudar pero es necesario ser cautelosos. Sólo piensa que si hubiera querido dañarlos, ya lo habría hecho. Al estilo Vyan, rápido y en silencio... Como todo lo que ellos hacen.

   Los presentes en la habitación no dijeron más. No era una desición fácil. La mano sobre el hombro de Derina la hizo voltear, encontrándose con los ojos café suplicantes de su amiga Tony, intentando calmarla con un gesto, queriendo decir que la rubia rica tenía razón. La diosa protectora no solía equivocarse con la gente, si es que alguna vez lo hizo. Derina a veces pensaba que tenía el don de ver el corazón. Respiró profundo y se relajó un poco, solo un poco. Dayara, que había permanecido en silencio todo el tiempo, habló.

—Yo quiero intentarlo.

   Su hermana mayor la miró frunciendo el entrecejo achicando sus ojos gatunos.

—No vamos a separarnos, Day.

—No tenemos por qué hacerlo—sentenció la menor con calma.

   Dayara volvió a explotar, gesticulando con sus manos ansiosa:

—Pero... ¿Es que no entiendes lo que ella dijo? Vas a ser su mascota, idiota. Como esos malditos perros que llevan los ricos en el bolso. Y nosotros estaremos casi confinados a una casa.

   Lo poco que se había logrado de calma parecía esfumarse. Dayara reafirmó su postura con los nervios de punta:

—Será un trabajo y quiero hacerlo. Ya lo decidí, tonta ¿O quieres que pase el resto de mi vida en un oscuro sótano apestando a hongos y moho?

   El tono áspero de Day retumbó en las fibras de Der. Cuando sus padres fueron asesinados y quedaron a la deriva como un montón de otros niños, ella se encargó de mantener con vida tanto a su hermana como a ella misma. Se llevaban solo 3 años, aún así la mayor siempre la trató como si tuviese más edad. Hizo lo que pudo. Y ahora esa desagradecida quería irse con una rica desconocida mientras ellos cuidaban una de las propiedades de los Herz fuera de la ciudad.

   Tony también la echaría de menos. Era como aquella hermana que tuvo y murió por un error fatal. Pero todos merecían una mejor vida. De todas formas entendía el dolor de su amiga Der.

   Derina nunca lloraba. Tal vez lo hizo cuando era pequeña aunque nadie con vida la vio. En cambio, un ardor en la boca del estómago le estremeció el abdomen y el pecho. Quitó la vista de los ojos desafiantes de la menor, y con un leve vistazo de odio a June, dio media vuelta caminando como un tigre jadeante. Salió dando un portazo. Shiza bajó sus ojos al suelo haciendo pucheros. Ella había sido la primera en aceptar dando brincos emocionada y tras eso se había desatado la tormenta.

   La chica Herz mantuvo el silencio hasta que Day se le acercó quedando evidente la diferencia de contextura y altura de ambas. Sin dudas, aseguró:

—Acepto el trato. Y ella—señaló con la cabeza hacia la puerta —también lo hará.

   La rubia miró a todos. La situación era sumamente incómoda. Asintió, sin embargo recomendó tras meter su mano en un bolsillo del jean:

—Háblenlo entre todos y decidan tranquilos. No podré dar vuelta atrás una vez que ponga todo en marcha. Llámenme, aquí está mi número ya guardado.

   Le entregó a Day un botón comunicador. Shiza al verlo, recordó el que vio usando a su amiga Krisa cuando habló con su novio. Quizás era cierto que el tipo no era un indigente.

   June iba saliendo cuando Ihra, que hasta el momento parecía haber desaparecido, la detuvo:

—Gracias, Herz.

   La chica sintió un poco de alivio. Todo el plan que había montado junto a sus ayudantes era para, en parte, suplir en lo posible las necesidades de quienes eran oprimidos no sólo por el imperio Vyan, también por su familia y la de muchos otros poderosos de Atlas.

Atlas - Juego de poder (En Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora