13. Déjame cuidarte

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Los 5 indigentes iban cruzando la ciudad por las calles seguras. Ihra iba detrás con Tony, que ayudaba a avanzar a Dayara, quien estaba casi colgada de ella con el cuerpo sumamente dolorido por la paliza. Adelante iba Shiza, la pequeña de cabello cobrizo, junto a Derina, que caminaba desairada masticando pensamientos y estornudando.

El calor era maximizado por el pavimento y el cemento que los rodeaba. Transitar las calles cerca del mediodía en el último mes de primavera era sudor y cansancio. Para colmo llevaban las caras cubiertas y el peso de las bolsas que les suministró la chica rica con algo de ropa y alimentos. Derina no quería recibirlo, de modo que Tony tomó su bolsa. La comida no se rechazaba y el orgullo se tragaba, decía ella.

Ihra caminaba con la vista en el piso pensativo. En un momento, giró apenas su cabeza para ver si quienes iban a su lado necesitaban ayuda. Tony se movía en silencio con la frente surcada por la transpiración y con la mirada en la nada; Day, con el rostro fruncido por el dolor, arrastrando los pies. Entonces notó el tono pálido de su rostro. Inclinó la cabeza:

-Dayara, ¿estás bien?

Ella afirmó con un gesto.

-Te ves pálida-aseguró él preocupado.

Ella desvío su mirada al costado sin verlo un segundo y suspiró:

-Estoy mareada.

Tony se detuvo de inmediato y la observó comprobando el malestar de su amiga.

-Chicas, esperen. - detuvo a las otras dos- Day no sé siente bien.

Shiza volteó y se acercó a la chica para ver cómo ayudarla, y Derina se quedó de pie de espaldas a ellos apretando los labios.

Ihra alcanzó a ver que había un poco de sombra en la entrada de un edificio vacío enfrente. Sugirió cruzar para tomar un descanso allí. Tony llevaba a Dayara e Ihra las acompañó llevando las bolsas de ellas y las suyas. Shiza iba a cruzar, pero vio a Der sentarse en la acera a la sombra de un cartel. No quiso dejarla sola y se acomodó a su lado. Derina mantenía su mirada baja.

Los otros 3 se acomodaron en la otra acera resguardados por la sombra de la entrada. Fue reconfortante sentarse un momento, pero la caminata hasta los suburbios aún era larga.

Tony vio a su amiga en la vereda de enfrente y se molestó muchísimo por su actitud. Hurgó en una bolsa y halló unas botellas con agua. Estaban tibias pero humedecería un poco la garganta. Le pasó una a Dayara y otra a Ihra y se puso de pie otra vez.

-Ya regreso.

Cruzó la calle ante la mirada extrañada de ambos, que se quitaban las telas que los protegían del sol y el aire sucio. Day cerró los ojos tras un pequeño trago de agua. Bendita agua... Entonces vieron a Antoinette reprendiendo a Derina, que la miraba enfadada y a Shi con cara de sorpresa. Dayara dejó salir una risita y el chico a su lado la miró con una media sonrisa divertida:

-Estupida Derina -murmuró la menor risueña.

Se quedaron en silencio un momento. Ihra bebió de su botella e indagó:

-¿De veras crees que tu hermana cederá?

La chica pensó un segundo y aseguró:

-Es una buena oferta aunque debamos separarnos un poco. Además, no es que no nos volveremos a ver. Sólo que no será todos los días.

Ihra se quedó meditando. Vertió un chorrito de agua en su cabeza y, aprovechando el cabello casi al rape, lo esparció un poco para refrescarse.

-¿De veras confías en la chica rica? -indagó él.

Atlas - Juego de poder (En Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora