☪┃ᴛʜɪʀsᴛ ғᴏʀ ʀᴇᴠᴇɴɢᴇ «𝗞𝗦𝗝»³

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Preparé la cena con las cosas que había comprado a la vuelta de casa de mi madre

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Preparé la cena con las cosas que había comprado a la vuelta de casa de mi madre. Evidentemente, mis hijas se habían quedado de mil amores en casa de la abuela, ya que mi madre era mucho más permisiva que yo. En fin, «los padres crían y los abuelos malcrían», pensé resignada. Sólo esperaba que mis hijas cumpliesen su palabra y no se acostaran demasiado tarde. Como cada día que tenía libre había estado nadando y buceando en la piscina de casa, pero en esa ocasión me puse mi bikini más sexy en lugar del usual bañador deportivo. Me apetecía provocar, algo estaba cambiando dentro de mí.

Después de unos cuantos largos a tope sentí mis músculos vigorizados, preparados para el complicado día que me esperaba. Salí del agua resoplando y me tumbé al sol. Bajo la canícula del medio día me pregunté por qué había aguantado casada hasta entonces con Hoseok: por los hijos, por negar el fracaso, por miedo a la soledad, por simple obstinación… Me recriminé a mí misma no haberme percatado antes de la infidelidad de mi marido. De hecho, de no haber sido por ese descuido de Gema no me habría enterado todavía.

Puede que con el paso de los años mi marido ya no se sintiese atraído por mí, o quizá otras mujeres le daban algo que yo no podía, la emoción de lo prohibido. Lo cierto era que mi matrimonio llevaba tiempo moribundo y sólo yo seguía empeñada en mantenerlo con vida.
Precisamente recordé que aún no había llamado a mi amiga Maite, mi abogada, cuando la verja del jardín empezó a abrirse.

―Jin, necesito la combinación de la caja. ―le dije como si tal cosa cuando se aproximó a saludarme― Quiero sacar el conjunto azul.

―Cuarenta, treinta, veinte, diez...

―Ok

―No te equivoques, a la tercera se bloquea. ―comentó, recordándome una vez más que ya me pasó en una ocasión. 

Esa vez no iba a ser el caso. Durante la cena abrimos una botella de sidra como hacíamos en las ocasiones especiales. Traté de mantener a raya los nervios y convencerme a mí misma de que todo iba a salir bien. Aunque yo apenas bebí un par de sorbos me preocupé de que a mi marido no le faltase sidra y vino en su copa. Al final de la cena empecé a ponerme melosa y, a las once en punto, le sugerí a Hoseok que subiéramos al dormitorio. «Tengo una sorpresa», susurré en su oreja. Hoseok estaba tan ebrio que no me costó nada convencerle de que dejará esposar al cabecero de forja. Sí, temiendo que lograra soltarse si le maniataba con una cuerda, me las había ingeniado para conseguir un par de esposas metálicas con las que mantener firmemente sujeto a la cama.

Esa noche mi infiel esposo sí tenía ganas de sexo, o eso me hizo intuir su incipiente erección. Perversa, empecé a acariciarle y besarle fingiendo deseo. Mi intención era excitarle lo más posible para que de ese modo su frustración posterior fuera aún mayor. Bajo su pantalón, entreví como la polla se le ponía dura, cuando suena el timbre. Cuando el infeliz de mi marido escuchó el timbre de la puerta se quedó atónito. Atado sin poder apenas moverse, su expresión no pudo ser más ridícula.

«𝗕𝗧𝗦» 𝐃𝐈𝐑𝐓𝐘 & 𝐇𝐎𝐓 𝐒𝐇𝐎𝐓'𝐒 (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora