☪┃ᴡᴏʀᴋᴇʀs «𝗝𝗛𝗦»¹

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Abra la boca, Doctora

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Abra la boca, Doctora.

Esta mañana llegué a la consulta de mi doctora con dieciocho centímetros de calentura. Miro el reloj antes de salir de casa, son las ocho menos veinte. Debo llegar al centro de salud a primera hora, antes de que los médicos empiecen a atender pacientes a destajo y vayan acumulando retraso y mal humor. Al menos hoy no he tenido que madrugar tanto como otros días, ya que no voy a salir de la ciudad. Me miro en el gran espejo que tengo en la entrada de mi casa. En la tintorería han hecho un gran trabajo, mi traje está más liso que una pista de aterrizaje, como recién salido del Corte Inglés. El maletín, las llaves, la cartera. Debería comprame otros zapatos, pero siempre me cuesta mucho encontrar unos que me estén cómodos.

Anoche dejé todo preparado. Dentro del maletín ya están los sobres con el dinero, las bolsas de pastillas para los del gimnasio y los panfletos explicativos de las últimas novedades del laboratorio. En la bolsa azul que hay en el suelo están las muestras y los obsequios. El golpe del cubo de la limpiadora me sacó a empujones del último repaso, y también de mi casa. Maru es muy correcta, siempre dice que no importa si pisas lo que acaba de fregar, pero te mira como si fuera a atizarte con el palo de la fregona en cuanto pongas un pie en lo limpio. Por eso me echo al bolsillo las llaves y salgo a toda prisa. Le doy las dos vueltas a la llave, que para algo están, y… ¡JODER!

Es bajita, morena, delgada, tiene un culo sencillamente perfecto, y no es mi Maru. No, la limpiadora de siempre es baja, pero corpulenta como un vigilante de seguridad. Podrían sacarse dos como esa que en ese instante está barriendo de espaldas a mí. Además, Maru no usa tanga. Imposible. Mientras la observo embobado, ella se va aproximando. Entonces caigo en la cuenta de que si puedo distinguir el tanga de la chica no es gracias a mi visión de rayos X, sino a que la muchacha no lleva puesta la insulsa bata de la empresa de limpiezas.

Entonces, dedicó siete centésimas de segundo a pensar que quizá Maru sí que lleve tanga debajo de… «¡Qué no, joder! ¡Qué podría ser mi madre!» «Esto sí que es empezar bien el día», me digo volviendo a concentrar cada neurona en ese macizo trasero que retrocede pasito a pasito hacia mí. La mujer va vestida con el mismo uniforme que todas las jóvenes de su edad. Chaqueta de chándal rosa y blanca que deja su al aire cinturita, leggins con la costura metida a presión entre las nalgas y deportivas de suela gruesa para crecer un par de míseros centímetros.

—Hola.

Lleva auriculares, no escucha, no contesta. Sigue barriendo con brío hacia atrás y ya ha superado la puerta de la escalera, así que no hay forma de escapar. Bueno sí, la puerta del ascensor, pero huir está descartado. Siento como si estuviera entre la espada y la pared, y puede que en verdad esa mujer tenga un culito duro como una pared, pero estoy seguro de que mi espada sería capaz de traspasarlo.

—Hola. —repito sin ningún entusiasmo, al tiempo que suelto el botón de mi chaqueta.

Sin embargo, esos dieciocho centímetros que a ella le faltan y a mí me sobran hacen que, finalmente, ese precioso trasero me alcance a la altura de los testículos en lugar de hacerlo en el lugar apropiado.

«𝗕𝗧𝗦» 𝐃𝐈𝐑𝐓𝐘 & 𝐇𝐎𝐓 𝐒𝐇𝐎𝐓'𝐒 (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora