❀┃𝐄𝐍 𝐄𝐌𝐈𝐒𝐈𝐎́𝐍...
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❝La clave para mantener la llama de la relación encendida está en las acciones y en las palabras. Mucha...
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Una profesora de matemáticas se encuentra con dos ex alumnos cuando está haciendo la compra. Los tres han cambiado mucho, ellos a mejor, ella no tanto.
Jimin y Jungkook eran uña y carne, siempre andaban juntos. Se habían criado en el mismo barrio metropolitano de Busanjin, en el sur de Corea y en el centro de Busan. A los dos les gustaba montar en bicicleta, afición gracias a la cual habían mantenido el contacto después de dejar el instituto. Ambos eran muy buenos en el deporte. Desde niños fueron dos amigos alegres e inquietos.
Con el paso de los años Jungkook se había convertido en un muchacho, musculoso y atractivo. Sus rasgos delineados se debían a su herencia materna, y le daban ese aire misterioso que tanto fascina a las mujeres. Aunque menos corpulento, Jimin también era un joven bastante guapo. Era moreno, alto, delgado y desde hacía algún tiempo se había dejado crecer la barba para aparentar más edad de los veintiséis años que tenía.
Aunque Jimin siempre obtuvo mejores calificaciones que Jungkook, a ambos les había ido bastante bien a nivel profesional. Junto a otro socio, Jimin había montado su propia empresa inmobiliaria, promotora, estudio de arquitectura, etc. Estaban empezando y abarcaban todo lo que podían. En cuanto a Jungkook, éste comenzó a trabajar como visitador médico cuando terminó sus estudios de Farmacia. Le pagaban bien, y disponía de un Mercedes GLE de renting a cargo de la empresa.
Yujin les dio clase de matemáticas en el instituto diez años atrás. Al ser pelinegra natural y muy pecosa Yujin aparentaba menos edad de la que tenía. Llevaba media melena, que era el look que le sentaba mejor dada su escasa estatura. Un metro sesenta y tres centímetros. Siempre había tenido algún kilo de más y aunque no le preocupaba en exceso, sí que intentó no engordar con los embarazos.
Las que no pasaban desapercibidas eran sus grandes tetas, baste decir que gastaba una talla 120 de sujetador. Le venían bien, ya que Yujin era una mujer muy femenina a la que nunca le dio vergüenza lucir sus encantos con amplios escotes y ceñidos vestidos de colores alegres. Así era ella, una bonita madura a la que le encantaba atraer las miradas de los hombres, sobre todo en verano.
Le gustaba mucho leer, quedarse con sus amigas, pasar tiempo con sus hijos, y aunque nunca frecuentó el gimnasio sí que salía a andar cada lunes, miércoles y viernes. Tenía cincuenta y dos años.
Estaba en un buen momento de su vida, después de bastante tiempo de interinidad había conseguido un puesto definitivo como profesora de matemáticas. Tenía dos hijos y su matrimonio seguía a flote a pesar de los altibajos. Curiosamente, su fuerte personalidad parecía engranar y funcionar de un modo inexplicable con el carácter afable y bonachón de su marido. Con todo y, como era natural, su pasión conyugal se había ido sosegando con los años, pero eso no suponía un problema para ninguno de los dos. A Yujin le encantaba su trabajo, de manera que seguía aplicándose intensamente en ayudar a sus alumnos a superar una asignatura complicada a una edad complicada.
