☪┃ᴛʜᴇ sɪɴs ᴏғ ᴛʜᴇ ᴘᴇᴏᴘʟᴇ «𝗝𝗝𝗞»²

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Tras ser rechazada por su aprensivo esposo, una mujer encinta comprende que ha llegado el momento de que sea otro quien satisfaga sus antojos

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Tras ser rechazada por su aprensivo esposo, una mujer encinta comprende que ha llegado el momento de que sea otro quien satisfaga sus antojos.

Ely era rubia, bonita, delgada, bajita y nada tonta. Tras aquel primer y aciago estreno en seco, ella misma aportaba el aceite de oliva o la saliva necesaria para que su prometido la hiciera gozar. Por la cuenta que le traía, ya que Taeri no andaba mal dotado. Siempre trabajaban los preliminares en equipo, y esa mañana lo hicieron en un cooperativo 69 de admirable eficacia. De un lado, la enamorada intentaba no dejarse llevar por el ansia al mamar la formidable erección de Taeri, poniendo cuidado en no provocar que éste se corriese. Del otro, el arte con que su prometido le estimulaba el clítoris, haciendo manar aquel lubrificante natural, transparente e íntimo, que utilizaba metódicamente a fin de dilatar con los dedos el trasero de Ely, poco a poco, suavemente, hasta hacerle alcanzar el diámetro apropiado.

—Vamos tápate, Nuri, que se nos van a congelar las partes. —susurró Jungkook a escasos metros, envolviéndola a su cuñada con la capa.

La paja y los viejos tablones de madera daban un poco de calidez a aquella mañana casi invernal. Y como chiquillos, como tantas veces en el pasado, aquel pajar se transformó en una sala de molienda al resguardo del frío y de la censura. Nuri no tenía tanta prisa como Jungkook. Se desprendió de la cofia blanca de mujer casada, se desató el cinturón de cuero, y la ajustada túnica de paño amarillo cayó a sus pies. El joven pastor no sabía la de noches que había recordado aquel exuberante cuerpo de mujer, su trasero, sus pechos. Entonces su cuñada se aupó sobre una burda mesa y le invitó a acercarse. Jungkook se bajó las calzas, ya iba a embestirla cuando ella le frenó.

—No, quiero que tú también te desnudes.

Obedeció a pesar del frío, qué remedio.

Quedaron en cueros y en cueros se unieron.

Jungkook agradecía seguir viviendo en la granja con su padre, para no tener que verla a menudo. Era tal el suplicio de saber que cada noche Nuri yacía con su hermano, que las primeras veces que la vio con él deseó morirse. No obstante, sus dos años de celibato terminaron bien pronto. Se arrancaron gemidos como antaño, los cuerpos se reconocieron y las caricias nacieron sin pedir permiso. Aquella mujer movía las caderas como si fuera la muela de un molino, girando y girando, solo que no era grano lo que molía su sexo, ni fue polvo de harina lo que obtuvo a cambio.

—¿Me crees ahora? —fue capaz de decir el muchacho con voz entrecortada.

—Era cierto que me esperabas. —sonrió taimada, sintiendo manar de su sexo el esperma de su cuñado.

Jungkook se quedó en silencio, pensativo, contemplando como su amigo hacía desaparecer lentamente toda la solidez de su verga entre las escuetas nalgas de la joven Ely, haciéndola estremecer de la impresión. La punta del furibundo clítoris ya emergía de su capuchón en respuesta a la llamada de la yema de sus dedos. Bastante después, mientras Taeri empujaba rítmicamente, bien adentro, y le estrujaba un pezón con la mano libre, la flaca muchacha sollozó como una chiquilla y su cuerpo entero convulsionó con un súbito orgasmo. Jungkook ayudó a Nuri a colocarse el vestido por la cabeza.

«𝗕𝗧𝗦» 𝐃𝐈𝐑𝐓𝐘 & 𝐇𝐎𝐓 𝐒𝐇𝐎𝐓'𝐒 (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora