☪┃ᴘʀᴇᴛᴛʏ ᴀɴᴅ sᴍᴀʀᴛ «𝗝𝗛𝗦»

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Kim Jiwon, una mujer de cuarenta y siete años, está preocupada por la imponente voluptuosidad de su hija y su creciente afición a las redes sociales

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Kim Jiwon, una mujer de cuarenta y siete años, está preocupada por la imponente voluptuosidad de su hija y su creciente afición a las redes sociales.

La madre estaba viendo una película en KBS, su canal favorito, pero no estaba tranquila. Se trataba de la típica película romántica estadounidense con rubias buenas y morenas malas, muy guapas todas. Al menos el argumento era interesante: dos hermanas que compiten por el mismo hombre, cada una con sus armas. Según Jiwon, un argumento original y moralmente correcto, y no como esos relatos que escribía su hija. Una chica de su tiempo, de las que se relacionan y enamoran a través de las redes sociales, chicas de selfie con escote y mucho ingenio.

El ladrón de braguitas; Lola, yo soy tu padre; Súbete la falda; Me follaré a tu hija… Esos eran algunos de los escandalosos títulos de los relatos de DayeonK1, el alias con que firmaba su hija sus obscenidades, porque todos sus textos, sin excepción, tenían un alto contenido sexual, por mucho que ésta se empeñara en decir que había escrito comedias, dramas, ficción, terror y relatos de todo género, pues antes o después había grandes dosis de sexo, demasiado grandes para una menor de edad, por poco que le faltara para cumplir los dieciocho.

De casta le venía al galgo, o a la galga en este caso, pues la propia Jiwon había follado lo suyo. Bueno, lo suyo y lo de otras. Sin ir más lejos, la semana anterior había tenido un affair accidental con el arrebatador marido de su vecina, el actual presidente de la comunidad, un señor amable y servicial que no había tenido problema en subir a casa unas bragas oportunamente caídas al patio de luces, ni tampoco en bajarle las puestas.

—No me imaginaba que fuera usted tan… vicioso. —le confesó con pudor al acabar, inerme y condolida, imaginando su lengua irritada, dolidos sus dedos y entumecida su otrora poderosa verga de caballero.

Al escucharla, el señor Shin se echó a reír y tuvo ganas de abrazarla, de besarla suavemente como a una ingenua adolescente, pero se limitó a darle una nalgada cariñosa, cómplice, y animarla con unas palabras.

—Espero no haberla asustado, Jiwon. Pero compréndalo, hay ciertas cosas que un hombre no puede hacer a su esposa. —trató de justificar sin darse cuenta de que también ella era una mujer casada— Me ha impresionado. De verdad, es usted fascinante, una campeona. Y no se preocupe, ya me han dicho otras veces eso de que soy bastante fogoso.

A Jiwon no le gustó que él mencionara la existencia de otras mujeres, pero eso ahora no viene al caso. Hablábamos del éxito literario de su hija, cuyos relatos contaban con millones de lecturas. Lo malo, aunque el cretino de su esposo no lo viera así, era que la niña no se había conformado con un éxito y una fama anónimas, sino que guiada por el espíritu empresarial de su presunto progenitor, ésta había monetizado su creatividad. Ahora la niña tenía un canal en Telegram y otro en OnlyFans, ambos con contenidos gratuitos y otros solo visibles previo pago, como fotografías desnuda o videos donde aparecía haciendo cochinadas a diferente coste, según la apetencia de sus fans.

«𝗕𝗧𝗦» 𝐃𝐈𝐑𝐓𝐘 & 𝐇𝐎𝐓 𝐒𝐇𝐎𝐓'𝐒 (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora