CAPITULO DIECISEIS

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*** Lloro por Angelik

Mansión Alessando Lombardi messina - Amalfi Italia

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Mansión Alessando Lombardi messina - Amalfi Italia

El rugido del mar Mediterráneo golpea las rocas cercanas a mi mansión en Amalfi, un recordatorio constante de la implacable fuerza de la natur<aleza. Mientras observo desde la ventana de la habitación, la brisa marina me envuelve, trayendo consigo un aire de incertidumbre que se mezcla con la arrogancia que siempre me caracteriza.

En el centro de la habitación, rodeada de maquinaria médica avanzada y monitores parpadeantes, Angelik yace en silencio sobre la cama. Su figura, normalmente tan poderosa y valiente en batalla, ahora parece frágil y vulnerable en su estado de inconsciencia. Observar su rostro sereno solo aumenta mi tormento interior. Han pasado dos semanas desde el incidente con Enigma que la dejó en este estado. Dos semanas de insomnio, alimentado por el temor de que no despierte. Por primera vez en mi vida, siento miedo. He estado buscando desesperadamente al responsable, eliminando posibles infiltrados en mi organización. No puedo permitir ningún contratiempo, no ahora. Pero la búsqueda ha sido un fracaso. Este bastardo se esconde como un fantasma. Ni una pista, ni un nombre, ni siquiera una descripción. Es como si Enigma fuera una sombra, ocultándose en la oscuridad y burlándose de mis esfuerzos por atraparlo.

Noche tras noche, me sumerjo en los oscuros calabozos de mi mansión, donde el eco de mis pasos resuena contra las paredes de piedra húmeda. Aquí, en este sórdido laberinto de concreto, me enfrento cara a cara con aquellos que se atreven a desafiar mi autoridad, a socavar mi dominio. No dejo pasar ni a uno solo. Cada intruso, cada traidor, cada insensato que se atreve a cruzar el umbral de mis dominios enfrenta su juicio final en estas frías y sombrías profundidades.

Mis métodos son una sinfonía de terror y agonía, ejecutados con una precisión cruel y despiadada. No tengo piedad, ni compasión por aquellos que osan desafiar mi poder. Los desmiembro con mis propias manos, arrancando cada extremidad con ferocidad, mientras sus gritos de agonía se entrelazan con el repugnante sonido de la sangre y la carne desgarrada salpicando el suelo de las mazmorras. El sudor y la sangre se mezclan en una danza macabra mientras las torturas se convierten en un ritual infernal.

Los lamentos y gritos de dolor resuenan en las paredes húmedas de los calabozos, marcando el precio de la traición en carne y hueso. Cada noche, mientras hundo mis manos en sus repugnantes caras, arranco los ojos de sus órbitas y los obligo a tragárselos, sintiendo un placer retorcido al ver su sufrimiento. La piel de sus miserables cuerpos se desprende con facilidad bajo mis dedos, sin que yo sienta ni un ápice de remordimiento.

La ira arde en mis venas como fuego líquido, alimentando mi sed de venganza. Cada azote con cadenas prendidas en fuego, cada grito de angustia, es una descarga de furia acumulada, una manera de purgar mi alma de la indignación y el desprecio hacia aquellos que se atreven a desafiar mi autoridad. En este reino de oscuridad y sufrimiento, soy el juez, el verdugo, el señor supremo. Y aquí, en las profundidades de mi dominio, el sufrimiento es el único lenguaje que se habla.

Oscura SeducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora