Las primeras luces del amanecer se filtran a través de las gruesas cortinas de terciopelo, pintando la habitación con un resplandor dorado. Estoy de pie junto a la ventana, mirando cómo la ciudad de Amalfi despierta lentamente. Los tejados rojos y las estrechas calles empedradas contrastan con el lujo opulento del edificio de Alessandro. Mi reflejo en el vidrio me muestra una figura que parece tan perdida como yo me siento.
Los eventos de la noche anterior todavía giran en mi mente como una tormenta incontrolable. Las imágenes de Alessandro, furioso y violento, golpeando sin piedad a Nikolaj, están grabadas en mi memoria. Cada golpe, cada salpicadura de sangre, cada mirada de furia en sus ojos... todo me persigue.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo se ha convertido todo en esto? Respiro profundamente, intentando calmar el temblor en mis manos. Sé que, por mucho que intente mantenerme firme, el miedo y la incertidumbre siguen latentes en mi interior. Alessandro siempre ha sido dominante, prepotente y arrogante. Pero esto... esto es diferente. Es oscuro y aterrador, y no estoy segura de cómo manejarlo.
Escucho un ruido en el pasillo y mi corazón salta. ¿Será él? Me alejo de la ventana, caminando lentamente hacia la puerta. Mi mente está dividida entre el miedo y la necesidad de enfrentar lo que sea que esté por venir. Me dirijo hacia la puerta, pero antes de abrirla, me detengo. Mi reflejo en el espejo del vestíbulo muestra una mujer fuerte y decidida, aunque cansada. No puedo permitirme mostrar debilidad. Alessandro puede ser un monstruo en muchos sentidos, pero no dejaré que me controle.
Respiro hondo y abro la puerta, encontrándome cara a cara con Federico. Su mirada es seria y su postura refleja una mezcla de respeto y firmeza.
—Buenos días, mi señora. El señor Lombardi desea que baje a desayunar con él.
Frunzo el ceño, sintiendo una mezcla de frustración y resistencia.
—Dile a Alessandro que no tengo hambre, —respondo, mi voz firme pero cansada.
Federico no se inmuta. Con la calma y la paciencia de alguien que ha lidiado con situaciones difíciles, se acerca un poco más.
—Mi señora, el señor Lombardi insiste. Sabe que es importante que se alimente bien.
Suspiro, sintiendo la presión de mi situación. Federico, aunque siempre respetuoso, representa la constante vigilancia de Alessandro sobre mí.
—Federico, por favor, no me llames "mi señora". Solo soy Angelik, además no estoy casada con él, —digo, intentando suavizar la tensión.
Federico asiente, pero su tono sigue siendo formal y distante.
—Como desee... Angelik. Permítame sugerirle que baje. A veces, es mejor enfrentar las situaciones difíciles directamente.
Lo miro, notando la genuina preocupación en sus ojos.
—¿Por qué trabajas para él, Federico? ¿No ves lo controlador que es? —pregunto, buscando alguna señal de empatía.
ESTÁS LEYENDO
Oscura Seducción
RomanceEn el oscuro y seductor mundo de la mafia italiana, Alessandro Lombardi, el inflexible capo di tutti i capo, se siente invencible. Sin embargo, su dominio se tambalea ante la presencia de Angelik, una exótica colombiana cuya belleza y misterio encie...