Capítulo 23

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Atenea Altamirano:

Que traicionera es la gente a veces, conmigo se porta mal y hasta habla cuando no le doy permiso, pero apenas se le apareció el demonio morado en tacones y Max esta como estatua, más tieso que guardia real de Inglaterra.

Mi madre no tiene que hablar, todo lo que hace es mover la mano con señales concretas y delicadas que Max entiende en seguida, él corre detrás de ella, le abre las puertas, si ya mero limpia con su lengua el lugar donde ella pisa.

A mí no me respeta de esa manera, yo que le he entregado tantos años de mi vida.

Ediel está justo al lado de la señora Valentina, el sigue en silla de ruedas así que es Max el que se encarga de ayudarlo en todo, cuida de él, lo ayuda a bañarse, lo lleva a rehabilitación. Ahora no se separan casi nunca, la esposa de Ediel ha querido venir a visitarlo en muchas ocasiones, él siempre le dice que no es necesario, que no quiere que su pequeño bebé pase por esas horas de viaje. Alena y yo nos mantenemos al margen de eso, no nos conviene involucrarnos mucho porque es seguro que cuando las hermanas Landam sepan lo que anda haciendo su dulce hermanito menor terminen por explotar contra él.

Luego están las señoras Landam. La señora Angela trepada sobre uno de los bancos porque el foco de la cocina se ha quemado y ella ha insistido en ser quien lo cambie, la señora Elena está sosteniéndole el banquito, cuidando de ella.

La señora Catalina con sus lentes y los ojos entrecerrados tratando de enhilar una aguja mientras Elisa la espera pacientemente con su camisa y el botón de esta en sus manos.

Mi mamá asienta su taza vacía sobre la mesa, Max que ahora es hasta mesero se encarga de llenarla de nuevo.

Hay tanta invasión en este momento en casa.

La parte que más malhumorada me tiene es mi mamá Tony encerrada en la habitación con Alena, porque no sé de qué tienen que hablar, pero algo hablan y no me dejan saber qué y no me gusta no saber. Yo tengo que saber, me caen mal, todos aquí me caen mal.

__ ¡Ayy! __ la señora Angela pierde un poco el equilibro desestabilizándose, el banco se mueve y aunque Elena trata de equilibrarla no funciona, Angela cae y afortunadamente alcanza a ser atrapada en los brazos de su esposa.

Del susto a Catalina se le ha caído la aguja y ahora Elisa gatea por el suelo tratando de encontrarla.

Mucha gente anciana en esta casa, como es posible.

Incluso a mamá Valentina se le ha sacudido un poco la taza de café provocando que se le derrame un poco, así que Max se apresura a limpiarlo todo.

__ ¿Estas bien? __ la señora Elena pregunta y evalúa a Angela, cuida de ella como si hubiese estado a punto de caer de una escalera de diez metros cuando es apenas un banquito.

__ Sí, Elenita bonita.

Tan cursi, tengo que mirar hacia otro lado cuando esas señoras, que por cierto son mis suegras de nuevo, se besan.

__ ¿Por qué te arrastras por el piso como un perro? __ Mamá Val le pregunta a Elisa que aún no encuentra la aguja.

__ Eres muy chismosa, Valentina.

__ Sólo preguntaba, tienes muy mal humor últimamente. ¿No extrañabas verme?

__ Nunca extraño a las fresas presumidas.

__ Oh no, Elisa, no veas bajo mi vestido __ Mamá finge la voz, Catalina levanta la cabeza furiosa.

__ ¡¿Qué estás haciendo qué?!

Ahora Elisa mira incrédula a mi madre quien sólo se burla cuando la señora Catalina obliga a Elisa a ponerse de pie y comienza a reclamarle.

Mamá siempre ha disfrutado de echarle tierra a Elisa metiéndola en pequeños problemas con la novia, es como una pequeña batalla entre ellas que la pobre Elisa siempre termina perdiendo.

Las tres "L" básicas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora