Capítulo 21

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Yanina Sorni:

Hice un trato con el diablo. Lo supe desde el día en que tomo mi mano y me miro a los ojos diciéndome que pelearía por el amor de Alena. Mi error fue aceptar y quedarme, quizás debí haberme rendido desde el día uno, creo que el que un idiota te apunte con un arma es razón suficiente para abrir los ojos, darte cuenta de que no vale la pena y retirarte.

El problema es que soy aferrada y me ilusione, cada vez que me aceptaba una salida, cada vez que me dejaba llevarla a casa, que me tomaba la mano y que descansaba la cabeza sobre mi hombro, en cada encuentro yo sólo caía más y más, y quise darle todo, demostrarle como sería un amor diferente al que había vivido antes, sabía que su relación con Atenea fue complicada e incluso en algunas partes tormentosa, y quise enseñarle lo que era que te quisieran todo el tiempo, sin dudas, sin altibajos, sólo un amor sincero, puro y real.

Creo que ese fue el más grande de mis errores, querer entregarle calma a alguien acostumbrada a la tormenta.

No soy una mala perdedora, yo acepte la derrota desde la noche en que Alena eligió dormir en otra cama y dejarme sola en su habitación, llore toda la noche y me maldije a mi misma por ser tan ingenua, pero lo supere, la perdone y al otro día estaba dispuesta a escucharla y desearle suerte con Atenea.

Solo tenía que perder a Alena, mi vida no iba a derrumbarse por una mujer.

Entonces vino todo lo demás, una ola de dos metros que arraso con todo y que pareció evitar mojar a cualquier persona en su camino excepto a mí, no sólo perdí contra Atenea, también vi a mi mejor amiga elegirlas a ellas, vi mi escuela caer de rodillas ante una gran tragedia, vi a mis alumnos con terror, heridos, muertos. Vi a mis profesores odiarme y señalarme por todos, vi mi carrera como directora caer. Perdí mi puesto, lo más importante, mi mayor orgullo era haber logrado dirigir una escuela a mi edad. Y mi fracaso fue expuesto, no fue sólo mío, cualquiera con una televisión se enteró de cómo había fallado, y vi videos en redes sociales, vi comentarios de gente que no me conoce pero que opina como si lo hiciera.

Lo había perdido todo y no habría sido así si jamás me hubiese cruzado con Atenea Altamirano, si su guardaespaldas con nombre de perro no existiera, si yo la hubiese despedido cuando tenia que hacerlo. Intente ser la buena, intente comprender todo, ser amigable y retirarme como una buena perdedora y lo único que todos hicieron fue darme la espalda.

Mell se queja de que no fui a visitarla al hospital, ¿cómo lo hacía? Con periodistas fuera de mi casa, acosándome, no dejándome ir ni a la esquina sin que me tomarán fotografías y me publicarán con notas amarillistas. No podía sonreír porque entonces se me juzgaba.

"Viviendo tan tranquila como si no cargara 12 muertes en su conciencia"

Yo también vi morir a esos niños, yo también fui testigo de cómo una bala atravesó la frente de uno de ellos, a mí también me duele toda esta mierda. ¿Pero a quien le importa como me sienta yo? Me juzgan por la manera en que reaccionó, y nadie se pone en mi lugar, nadie se da cuenta de todo lo que tengo que cargar.

Y ahora soy como la esclava tonta de la nueva directora, no sólo soy una profesora, también tengo que andar de aquí por ahí cumpliéndole sus caprichos, a su disposición, dejándola tratarme como un perro porque se supone que tengo que redimirme. Porque no soy digna de confianza.

__ Sabes, me suena ese apellido.

__ ¿Cuál?

__ Altamirano __ ella juega con un lápiz entre sus dedos, me mira fijamente como si quisiera obtener información __ tuve una amiga en la facultad con ese apellido, luego ella abandono la carrera y un tiempo después lo hice yo, así que nunca la volví a ver.

Las tres "L" básicas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora