33. A cargo

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CAPITULO 33. A Cargo

Sadie entró al baño de los prefectos cuando estaba a punto de quitarse su bata de baño, vió un perro negro mirandola fijamente. 

-¿Qué haces aquí, canuto? Se supone que no puedes entrar.

El perro se volvió humano.

-Vi los horarios de los prefectos vi tu nombre apuntado en lista a esta hora, es fácil entrar a lugares si lo haces como perro.

-Me voy a bañar.

-Vamos a darnos un baño entonces.- le guiñó el ojo Black mientras se empezaba a quitar comodamente la ropa.

Sadie se encongió de hombros se quitó la bata se metió a la bañera, que parecía una alberca, llena de espuma, lo único bueno de ser prefecto era la privacidad que te ofrecían los baños, ya que todos los demás baños eran compartidos, las habitaciones también, era díficil tener un poco de privacidad. 

-Eres acosador. - se quejó ella mientras veía como Black se acercaba nadando.

-Solo quiero pasar tiempo contigo.

Antes de que Sirius se acercará más le lanzó un poco de agua empezaron a lanzarse aggua, hasta que Sirius atrapó uno de sus brazos, justo el de la marca este se le quedó mirando Sadie quiso apartarla sabía que Black odiaba la marca, incluso cuando estaban juntos intentaba esconderlo de su vista, porque aparecía siempre una mueca de disgusto, sabía que una parte de Black la odiaba por ser mortifaga.

-No puedo deshacerme de ella Sirius- le dijo al ver que se quedaba mirandola sin soltarle el brazo, la aura relajada que había se volvió tensa. 

-Lamento que lo hayas hecho. ¿Te dolió?

-Creo que me dolió más que el rasguño de Remus, por semanas el simple roce de la manga me hacía querer gritar de dolor, tardó semanas en irse el dolor, no sé porque hay mortífagos que el dolor solo le durá unos pocos días.

Los dedos de Sirius pasaron sobre la marca, Sadie respiraba entrecordamente sin saber lo que estaba pensando, quiso usar la legermancia para saberlo pero recordó que le había dicho que no la usaría en él.

-También lamento haberte  rechazado, no sé si hubiera hecho algo diferente estando en tu posición. 

-Lo hubieras hecho Sirius eres valiente yo no. 

-Tú también fuiste valiente, fue para salvar a tu familia, nunca volveré a juzgarte por esto, Sadie. 

Entonces por fin sintió como del brazo la atraía hacía él hasta que sus cuerpos se pegaron, vió los ojos de grises de Sirius mirandola con carño, unca nadie la había mirado de esa manera.

...

-Tenemos que acomodar esto por orden alfábetico y catalogar cada una de los ingredientes, así como poner para que son utilizados.- explicó Sadie ya que continuaban con el castigo de Sludghorn. 

-¿En serio?- preguntó Sirius abrumado mirando los miles de ingredientes.

-Sin magia.- recordó la rubia fastidiada.

-Explotas un caldero y yo tenemos que pagar la consecuencias. 

-Te puedes ir James.- se quejó Sadie.- en realidad, no sé que haces aquí. 

-Sirius no se merecía el castigo ya te dije lo ayudaré, además no creo que quiera pasar tiempo contigo a solas, bruja.

James ni siquiera se lo podía imaginar, otra cosa que le fastidiaba de que estuviera ahí Potter es que no podía hablar con Sirius, no podían bromear, no podían tocarse, en realidad era un verdadero inconmbeniente. 

-Espero que sepas escribir porque te tocará escribir las fichas para catalogar las cosas. 

-¿Desde cuando tienes tu el mando?- se quejó James. 

-Vamos James a que terminar esto, yo te dictaré lo que debes escribir en las fichas- lo interrumpió Sirius su amigo podía ser en realidad una molestia con las personas que no le agradaban.

-Esta bien- contestó James un poco sorprendido de que Sirius se pusiera de lado de Blanchard.

-Es para terminar más rápido, tenemos entrenamiento más tarde, el partido ya es el viernes.- se intentó justificar Sirius.

-Sí, claro. 

Las siguientes horas fueron tranquila, Sirius estaba dictando las fichas, mientras James escribía y Sadie las acomodaba, en una de esas James levantó la vista, vio que la muchacha le costaba alcanzar el último estante se estiró de más, y la manga del brazo se le bajó ligeramente, y James alcanzó a ver una mancha oscura, muy similar a un tatuaje, pero no lo era, era la marca tenebrosa, rápidamente la chica se acomodó la manga pero no pareció darse cuenta que James la había visto. 

...

Habían ganado el partido, su buscador había atrapado la snitch justo antes de que el partido de convirtiera en una paliza para ellos, estaban celebrando, James no podía decir que estaba del todo contento que Sadie fuera una mortifaga era malo, pero había decidio guardarse aquel allazgo hasta después del partido, para saber como proceder, al fin al cabo una mortifaga sabía sus mayores secretos sobre que eran anímagos. 

-Vamos a celebrar en la sala común.- dijo un Gryffindor.

Se acercó a Sirius que estaba quitandose los guantes sentado tranquilamente mientras todos celebraron. 

-¿Vienes?

-Los alcanzó en unos minutos- 

Sirius esperó a que todos se fueran, cuando ya se escuchaba las voces muy a lo lejos se acercó a la esquina, le quitó su capa invisible a Sadie, que al verlo le lanzó una mirada sorprendida. 

-¿Cómo sabes que estaba aquí?

-Tu capa invisible ya es vieja, se notaba un movimiento raro de donde estabas, los demás no se dieron cuenta porque estaba muy distraídos celebrando. 

Sadie se sintió como una tonta fue un error tomar su capa vieja, e ir a ver a Black, pero quería felicitarlo por su victoria, ultimamente les costaba estar mucho tiempo separados. 

-¡Enhorabuena! Estaran en la final, diría que lo hiciste bien pero eres el peor guardian del mundo ¿quien iba decir que atrapar la pelota se te iba dar tan mal?

-¿Te estás burlando, de mi lobita?- se preguntó con una sonrisa burlona acercandose a ella.

-Ve a celebrar a tu sala común les harás falta, sé que no debería estar aquí.

-Oh tal vez debería quedarme contigo, lo preferiría, aunque me has molestado mucho. 

-Basta, Black.- se rió cuando este comenzó hacerle cosquillas, intentó alejarse pero este lo siguió haciendo no pudo evitar soltar una sonora carcajada.

Después sintió los labios de Sirius sobre los suyos, ella sontió contra sus labios y rodeo su cuello con sus brazos, mientras sentía que ahora las manos de Sirisus se quedaban en sus caderas, todo siguió así hasta que fueron interrumpidos:

-¿Pero que?

Gracias por leer

Malas Decisiones  (Sirius Black) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora