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Martina estaba poniéndose su pantalón azul de tiro bajo que dejaba a la vista su tonificado abdomen, mientras le sonreía al espejo estando muy bien acompañada de su playlist

-¿Porqué carajo tardas tanto? ¡Date prisa! -vociferó la tatuada, fuera del cuarto

-¡No puedes meterle prisa' a la perfección! -contestó la rubia, que se estaba poniendo su sujetador y desodorante mientras viraba los ojos

Finalmente, Victoria entró a la habitación con un top azul que dejaba en descubierto su abdomen tallado por los mismos dioses con un pantalón negro acampanado

-¿Y todavía no estás vestida? -preguntó- ¿Qué e' lo que ha' estado haciendo durante todo este tiempo?

-Maquillarme.

-¿Y eso tiene que llevarte una hora? -siguió preguntando Victoria- Si no te apuras y mueves ese culo vamo' a llegar tarde por tu culpa.

Martina viró los ojos

-Tu no entiendes, Maria Victoria. Yo soy ese tipo de mujer que antes de salir de casa, tiene que estar perfecta, por dios. Y ahora mueve tu culo de mi cuarto para que me cambie -habló la rubia, cruzada de brazos

La tatuada hizo caso omiso, y se sentó en la cama

-No, bonita. Me voy a quedar para asegurarme de que por una princesa caprichosa, no vayamos a llegar tarde a la fiesta -dijo

-¡No pienso darte shows privados!

-No voy a mirar, bonita.

La rubia viró los ojos

-Maria Victoria, ¿sabes? A mí no me preñaron ayer, en la playa vi como me mirabas, así que si me vas a mentir en mi cara bonita, al menos ten un poco de cerebro -dijo

Victoria abrió los ojos

-¡Solo te estaba mirando el tatuaje! -musitó defendiéndose

-Entonces... la equivocada soy yo, ¿no? Porque que yo sepa yo no tengo tatuajes en el escote, querida -contradijo Martina, con una sonrisa triunfal

La tatuada bufó levantándose

-Bien, tú ganas, bonita. Te espero en el salón -dijo- Aunque, ¿al menos ya sabe' lo que te va a poner?

Martina asintió y su niñera, guiñándole el ojo, salió del cuarto con una pequeña sonrisa en los labios. La rubia estando más que lista, terminó de retocarse el lipstick y agarró su bolso para meter algunas cosas. Pero antes de salir, cosa que siempre hacía como ritual, era decirse unas palabras ante el espejo:

-Martina, eres una diva de la belleza. Que NADIE apague tu luz. No solo eres una diva de la belleza, eres una reina, y no dejes que nadie diga la contrario y que nadie te quite el trono, ¿okay?

Dicho esto, agarró su bolso y salió del cuarto

...

Después de un rato, las chicas por fin había llegado al club San Martino, que era como una discoteca dónde solían asistir muchas personas sobre las nueve de la noche. Había una fila inmensa

La rubia sonrió al fijarse en el club

-No sabía que tenías tan buen gusto -aclamó Martina- Te felicito.

𝚗𝚊𝚞𝚐𝚑𝚝𝚢 𝚐𝚒𝚛𝚕; young mikoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora