XIX

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Kei esperaba a Tsunade en su oficina, aún sabiendo que tardaría en regresar por fabricar el antídoto para Chōji y la revisión del estado de Neji.

Estaba sentada en el piso, debajo del escritorio de la Hokage con su cabeza entre sus brazos recargados en sus rodillas.

¿Cómo podía enfrentar a los demás cuando encontrar a Zetsu de lejos la había agitado tanto?

Todo este tiempo había creído que estaba lista, que podía encarar a todos, pero ver a esa cosa sabiendo todo lo que había provocado a la gente que ahora conocía personalmente la había derrumbado.

No era porque se viera extraño, para eso ya había enfrentado a Kisame o Zabuza, si no por saber que si existía alguien que no tenía redención era él. Alguien que no tenía otra motivación además de causar destrucción, muerte y dolor con tal de traer de regreso a un monstruo aún peor que él.

Su chakra estaba regresando a su nivel normal, incluso después de haber hecho cosas que nadie más que probablemente Tsunade podría lograr, y eso era al menos una fuente de comodidad. Era algo que podía controlar.

No supo cuanto tiempo pasó en esa posición, pero no se movió incluso cuando sus extremidades se entumieron.

–Ve a descansar, Shizune. Has hecho un gran trabajo hoy.

La voz de Tsunade sonaba amortiguada por la madera que rodeaba a Kei, y el sonido tan distintivo de sus sandalias ninja con tacón empezó a acercarse.

–¿Kei?

Ella hizo un ruido con la garganta para que supiera que la había escuchado. La Hokage se quedó estática por un momento antes de agacharse a su altura con dificultad, tratando de entrar debajo del escritorio también.

Lo hizo a duras penas. La Nishimura se habría reído si no sintiera el sabor amargo de la adrenalina en su boca todavía.

–Chōji ya está fuera de peligro. Cuando llegó estaba consciente, y preguntó por tu condición. Afortunadamente no llegó en un estado grave de salud, solo exhausto y sin chakra, pero considerando su situación ese fue el mejor resultado.

Volvió a hacer el mismo sonido, y Tsunade continuó– Neji fue un caso genuinamente excepcional. Luego de un par de horas recobró la consciencia, y nos dio un resumen de sus heridas. ¿Sabes qué sorpresa nos llevamos al escuchar la gravedad de la que hablaba? ¿Perforaciones en su cuerpo? No llegó con nada de eso. Él mismo estaba sorprendido de lo rápido que lo habían sanado. Intento dar las gracias a Shizune y el equipo médico, pero todos ahí sabíamos que no fue nuestro trabajo.

Ella no alzó la mirada– Fue el ritual que venía en el libro que me dio esta mañana, mi Lady. No tenía tinta, pero hice lo mejor que pude.

Tsunade soltó una carcajada– ¿Lo mejor que pudiste? ¡Llego tan bien que solo necesito un par de manos que lo ayudaran a ponerse de pie! Kei, nunca en la vida había visto un talento como el tuyo.

–¿Cómo está Akamaru?

La Hokage suspiró mientras la veía indescifrablemente– La hermana de Kiba se encargó de él. Se recuperará en un par de días, pero no puede caminar por el momento.

–Ya veo...

–¿Ahora vas a incursionar en el área veterinaria? Estoy segura de que los Inuzukq estarían pegando brincos de alegría si una médico como tú les pide enseñanza.

Ella finalmente alzó la cabeza, con su cuello más tenso de lo que esperaba– Tsunade-sama, ¿No va a preguntar? Sé que Kakashi-sensei debió haberle contado.

La mujer volvió a suspirar– Los ataques de pánico son comunes en los shinobi. Después de la situación tan estresante que viviste no fue raro que sucediera.

¿¡Reencarné en Naruto?! [REESCRIBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora