Cuando despertó en el hospital horas después de la muerte de Hiruzen, todo su cuerpo dolía. Pero lo que más la lastimó fue ver el rostro de sus padres.
No podía si quiera imaginar por lo que estaban pasando: ver a su hija de doce años en una cama de hospital, conectada a una intravenosa y llena de vendajes luego de haberla dejado ir en la mañana con un ANBU por un asunto oficial con el Hokage.
–¡Kei!– Gritó Amai aliviada cuando la vio abrir los ojos. Ella quiso cerrarlos de nuevo al pensar en todo lo que le esperaba una vez estuviera consciente.
Intentó concentrarse en las presencias que no podía ver, pero su cuerpo le recordó con una ola de dolor que se había excedido usando su chakra hace unas horas.
Ella sonrió como pudo, que probablemente no fue lo adecuado cuando vio el gesto de absoluta tristeza de sus padres. Takeru se sentó en su camilla con cuidado, acariciando su cabello.
–¿Cómo te sientes?
Kei se aclaró la garganta antes de hablar, y Amai le acercó un vaso de papel con agua– Mal.
Amai hizo una mueca. Ella sabía que intentó sonreír, pero en la situación actual era algo muy difícil de hacer.
Antes de que pudiesen decir más, un doctor entró por la puerta con una cara seria. Kei dejó caer su cabeza en las almohadas. No quería escuchar su diagnóstico. Sabía que había tardado más de lo que debía en tener atención médica.
–Señor Nishimura, Señora Nishimura– Saludó con un asentimiento de cabeza, sus padres hicieron lo mismo. Él revisó la intravenosa de Kei, y varios detalles más como su temperatura y presión arterial.
Suspiró antes de guardar la pequeña lámpara con la que revisó sus ojos por una contusión en el bolsillo de su bata, retrocediendo. Conectó su mirada con Kei por un momento, y ella entendió que lo que fuera que estaba a punto de decir dejaría una carga emocional en sus padres. Kate Spring había dirigido esa mirada más veces de las que podía contar.
–¿Gustan tomar asiento?
Sus padres se apresuraron a sentarse en las sillas que estaban junto a su camilla.
–Su hija... Kei, recibió bastante daño en la batalla. Como saben, un shinobi activo suele tener heridas la mayoría del tiempo.
Ellos asintieron, y Kei cerró los ojos por un momento al ver como Takeru buscaba con su mano la de Amai.
–Es una profesión peligrosa, muy peligrosa. Pero Kei había tenido suerte hasta ahora, suerte que muchos no tuvieron ayer.
Eso le hizo ver por la ventana que tenía su cuarto en el hospital. Era temprano, probablemente las primeras horas con luz del día. También notó que no había nadie más en la habitación.
–Ella... tuvo una lesión profunda en la parte baja del abdomen– Kei miró de reojo a sus padres de nuevo. Amai estaba llorando silenciosamente, con un pañuelo en su nariz.
–Por cómo recibió la puñalada, puedo decir con seguridad que se movió a tiempo y evitó puntos vitales, pero...
Kei tomó aire, escuchando lo siguiente que dijo el doctor– Su intestino grueso fue lacerado desde atrás, provocando una hemorragia. No fue muy grave, así que pudimos solucionarlo y la cirugía fue un éxito. El problema fue que la hoja alcanzó a perforar por completo su ovario derecho y el apéndice.
Su madre sollozó audiblemente, y Kei cerró los ojos. Se sentía mal, pero no por la noticia que acababa de recibir; si no por el hecho de que no se arrepentía de su decisión de priorizar al Tercero sabiendo que Kusanagi la había atravesado.
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¿¡Reencarné en Naruto?! [REESCRIBIENDO]
FanficLa vida de Kate Spring siempre fue igual, ir a la escuela, cuidar de su padre, ver su serie favorita. Ir a la universidad, cuidar de su padre, ver su serie favorita. Ir a trabajar, cuidar de su padre, ver su serie favorita. No le molestaba. Se habí...